Estados Unidos condenó este martes la orden del Tribunal Supremo de Rusia de liquidar Memorial, la principal organización de derechos humanos de ese país, y pidió que cese el “acoso” a las voces independientes por parte de las autoridades.
En una rueda de prensa telefónica, el portavoz del Departamento de Estado, Ned Price, se refirió a la decisión adoptada por el Supremo ruso de cerrar “por la fuerza” Memorial Internacional, a la que describió como “una de las organizaciones históricas y de derechos humanos más antiguas y respetadas de Rusia”.
Price instó, en ese contexto, a las autoridades rusas a que “pongan fin a su acoso a las voces independientes y a los defensores de los derechos humanos”.
Además, se solidarizó con quienes han sido “objeto de represión por ejercer sus derechos a la libertad de expresión, de asociación y reunión pacífica”.
Consideró que esta decisión se produce tras un año en el que se ha reducido “rápidamente” el espacio para la sociedad civil independiente, los medios de comunicación y los activistas a favor de la democracia en ese país.
El fallo del alto tribunal ruso satisface la petición de la Fiscalía, que acusó a la ONG de crear “una imagen falsa de la Unión Soviética como Estado terrorista”.
Por su parte, el gobierno alemán expresó hoy su preocupación por la orden del Tribunal Supremo ruso de liquidar Memorial.
“La decisión del Tribunal Supremo ruso es incomprensible y vulnera los compromisos internacional de protección de los derechos civiles, a los que Rusia también está sujeta”, afirmó el Ministerio de Asuntos Exteriores, a través de un comunicado.
Memorial desempeña “un papel irrenunciable para investigar y documentar graves violaciones de los derechos humanos”, prosigue el texto, donde se recuerda que esas tareas son “esenciales”.
Con la decisión de liquidar la ONG se deja “sin voz a las víctimas de la represión”, concluye el comunicado.
“Es una cuestión de deformación profesional, Putin, como buen agente de los servicios secretos, no cree en una sociedad civil independiente”, comentó a la agencia EFE Alexandr Cherkásov, director de Memorial.
De nada sirvió que desde el último presidente soviético, Mijaíl Gorbachov, al premio Nobel de la Paz, Dmitri Murátov, o la Comisión Europea llamaran a la Fiscalía rusa a retirar la demanda contra la ONG más antigua de este país.
Memorial, que recibió el Premio Sájarov del Parlamento Europeo en 2009 y ha sido candidata en varias ocasiones al Nobel de la Paz, cuenta entre sus fundadores al científico y disidente soviético Andréi Sájarov, Nobel de la Paz en 1975, padre de la bomba de hidrógeno y precursor de la defensa de los derechos humanos en ese país.
UN PAÍS SIN MEMORIA
Memorial acusa al Kremlin y a los órganos de seguridad del Estado, en particular al Servicio Federal de Seguridad (FSB, antiguo KGB), de intentar impedir que siga investigando los crímenes cometidos durante la URSS.
“Putin y los que le apoyan sólo quieren dibujar un pasado glorioso de superpotencia. Es como un valor supremo que no admite dudas. Según esa forma de pensar, el Estado es todo y los derechos del ciudadano, nada”, explicó Cherkásov.
Las autoridades rusas, según el jefe de Memorial, no entienden que pueda haber “debates en el Parlamento, que la oposición critique al Gobierno, que un activista de derechos humanos se haga preguntas o que la prensa investigue”.
“Para ellos, la verdad sólo puede ser secreta, clasificada. Lo que no entienden es que si no hay interacción con la sociedad, el sistema está condenado a la catástrofe”, señala.
Memorial, organización fundada formalmente en 1991, entre otros, por el disidente y científico Andréi Sájarov, cuenta con una base de datos con más de tres millones de víctimas de las represiones soviéticas, de un total de 12 millones.
Además, cuenta con un museo dedicado al GULAG o red de campos de trabajo soviéticos y un archivo con 41.000 verdugos que trabajaron para el NKVD, precursor del KGB, durante las purgas estalinistas.
Los activistas también acusan a Putin de intentar ocultar los crímenes de Estado perpetrados desde que él llegara al poder (1999), empezando por la Segunda Guerra chechena. “La represión continuará”, alerta el activista.
(Con información de EFE)
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