Serán dos semanas agitadas las últimas dos de Bill De Blasio como alcalde de la ciudad de Nueva York. El político dejará su puesto el 31 de diciembre, pero hasta entonces deberá lidiar con las nuevas batallas que plantea la pandemia del COVID-19 que parece no tener fin inmediato.
El domingo la ciudad reportó un número de récord de nuevos contagios de COVID-19 con 5.731 casos en un solo día y 160 nuevos ingresos a los hospitales. Desde la aparición de la nueva variante Ómicron se dispararon los contagios en los cinco distritos de la ciudad. Las primeras reacciones a la nueva ola de contagios se empiezan a ver. El fin de semana cancelaron el tradicional show navideño en Radio City Hall y el programa cómico Saturday Night Live, que siempre se graba con una audiencia en vivo, se grabó solo ante un grupo reducido.
Ante esta situación, De Blasio ha dicho que la Casa Blanca debe invocar la ley de Defensa de la Producción para que los residentes de la ciudad tengan acceso directo a tratamientos monoclonales y pruebas de COVID 19 de las que se pueden realizar en los hogares. Además, pidió a las autoridades federales de salud que agilicen el proceso de aprobación del tratamiento con píldoras que ha desarrollado el laboratorio Pfizer.
“Necesitamos ayuda ahora mismo. Necesitamos acceso a los tratamientos de anticuerpos monoclonales. Los residentes de Nueva York deben recibir cuanto antes estos tratamientos”, afirmaba De Blasio frente a la prensa.
Por el momento, la ciudad ha decidido invertir 10 millones de dólares en una campaña de promoción de la vacunación, y aumentando la disponibilidad horaria en los centros de testeo. Pero la compra de tratamientos de anticuerpos monoclonales solo la puede hacer, por ley, el gobierno federal. Por eso desde las municipalidades y estados están metiendo presión a la administración Biden para recibir una partida de lo que ya se ha comprado cuanto antes.
“Esperemos no tener que volver a ver otro período doloroso como el que vivimos en la primavera de 2020 o en el invierno pasado”, decía De Blasio, recordando los momentos en los que hasta el sistema sanitario de la ciudad colapsó.
Como se trata de las últimas dos semanas de De Blasio al frente de la ciudad, su oficina está trabajando en coordinación con el equipo de Eric Adams, quien asumirá como alcalde el primero de enero.
“Mi mensaje para los neoyorquinos es el mismo: estamos en esto juntos. La única manera en la que vamos a salir de esto es encontrando nuestra fortaleza una vez más y enfrentando la crisis”, declaró Adams.
Las autoridades sanitarias de la ciudad siguen insistiendo que la vacunación es fundamental. Pero además, se abrirán más centros de vacunación y desde los centros comunitarios se distribuirán pruebas caseras de COVID-19.
“Mi primera decisión ejecutiva será que todas las agencias trabajen de manera coordinada para que promover la vacunación y trabajar junto a los comerciantes para asegurar que la ciudad permanezca abierta inclusive si aumentan mucho los casos”, aclaraba Adams en una entrevista con la cadena MSNBC tomando una postura muy diferente a la de su predecesor quien siempre fue de la idea de que los cierres eran importantes.
También se ha hecho un compromiso de repartir máscaras de buena calidad, para que la población proteja sus bocas y narices, intentando disminuir las posibilidades de contagio.
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