La fiscalía hizo público este lunes, en la última audiencia del juicio a Ghislaine Maxwell, un video de un allanamiento en 2005 a una mansión del fallecido magnate Jeffrey Epstein en Florida, donde, según la acusación, ella y el magnate explotaban a sus víctimas menores de edad.
El vídeo se grabó durante una redada realizada en 2005 en la casa de Palm Beach, que estaba decorada con fotos de desnudos y cuadros de mujeres jóvenes, una decoración que, según los fiscales federales de Manhattan, es la prueba de una atmósfera sexualizada fomentada por Maxwell, el “socio del crimen” de Epstein.
También hay lo que parece ser una foto de una Maxwell con el torso descubierto, descansando. El vídeo de la redada se publicó por primera vez en agosto de 2019, después de que Epstein se suicidara entre rejas mientras esperaba el juicio por cargos de tráfico sexual.
Los fiscales han alegado que la socialité británica preparaba a las adolescentes llevándolas de compras y al cine, hablando con ellas sobre sus vidas y animándolas a aceptar ayuda financiera de Epstein.
La acusación también indica que ayudó a crear una atmósfera sexualizada hablando con las chicas sobre sexo y animándolas a dar masajes a Epstein. Una mujer identificada como “Jane” testificó esta semana que tuvo interacciones sexuales con Epstein a los 14 años con Maxwell en la habitación, y a veces participando.
Maxwell, de 59 años, niega las acusaciones contra ella, y sus abogados dicen que los fiscales van tras ella porque no pueden juzgar a Epstein. Fue novia de Epstein y, posteriormente, empleada.
Las cuatro presuntas víctimas, de las que tres ha solicitado declarar con nombres falsos, han coincidido en varios detalles que parecen dejar en mal lugar a Maxwell: primero, porque -según sus testimonios- ella se les acercó en lugares o contextos aparentemente inocentes, aprovechándose en casi todos los casos de la fragilidad en que vivían, dentro de familias desestructuradas.
Pero segundo, y más perturbador, porque coincidieron en que Maxwell participó en las sesiones de abuso sexual siendo varias de ellas aún menores (una de ellas tenía 14 años cuando sucedió por primera vez).
Y según declararon, Maxwell hacía algo más que mirar, a veces les palpaba los pechos o las caderas de las chicas; a una de ellas (de nombre Carolyne), después de haberla tocado como si la evaluara, le dijo que “tenía un buen cuerpo para el señor Epstein”.
La defensa ha utilizado como línea argumental que las cuatro estaban testificando por dinero, después de que ellas reconociesen que habían recibido entre 1,5 y 5 millones de dólares del Programa de Compensación de las víctimas de Epstein, algo que ha llevado a una abogada de la defensa a poner en duda la veracidad de sus testimonios cuando se trata de “memoria, manipulación y dinero”.
A lo que una de las víctimas replicó: “El dinero nunca podrá pagar lo que esa mujer me hizo”.
La cuestión del dinero ha estado presente en todo el proceso, algo lógico sabiendo que Epstein era un multimillonario con mansiones en varios lugares y que sus víctimas vivían estrecheces. Las chicas contaron que a veces les pagaba 300 dólares tras una sesión sexual, cantidades a las que ellas no estaban acostumbradas.
La otra línea argumental de la defensa consistió en desacreditar los recuerdos de las entonces muchachas mediante una psicóloga, Elizabeth Loftus, que se ha especializado demostrar la inconsistencia de la memoria con el paso de los años, y que interviene en numerosos juicios siempre con ese mismo propósito.
(Con información de EFE)
Seguir leyendo: