Los precios al consumo en Estados Unidos subieron un 6,8% en noviembre con respecto al año anterior, la mayor tasa de inflación anual desde junio de 1982, según los últimos datos del Índice de Precios al Consumo de la Oficina de Estadísticas Laborales, publicados este viernes.
La cifra supera el 6,2% interanual de octubre.
La volatilidad de los precios de la energía, los cortes en la cadena de suministro, la elevada demanda de los consumidores y la relajación de la política monetaria están contribuyendo a la subida de los precios.
En términos mensuales, los precios de consumo generales aumentaron un 0,8% en noviembre, mientras que los precios básicos avanzaron un 0,5%.
Aunque los salarios también están subiendo como consecuencia de la escasez de trabajadores, no siguen el ritmo de la subida de los precios, lo que está afectando a los hogares con menores ingresos.
“La inflación afecta a quienes se encuentran en los extremos inferiores del espectro de ingresos y riqueza”, dijo Mark Hamrick, analista económico principal de Bankrate, de acuerdo al medio estadounidense NBC News. “Es una especie de doble golpe para los hogares de menores ingresos, que sufrieron la corta pero dramática recesión al comenzar la pandemia, lo que sirvió para exacerbar tanto la desigualdad de riqueza como de ingresos”, agregó.
Los economistas confían en que la inflación comience finalmente a ceder el próximo año, a medida que la economía mundial se recupere de la pandemia de COVID-19.
Preocupada por la inflación en Estados Unidos, recientemente el Fondo Monetario Internacional (FMI) dijo que la Reserva Federal estadounidense (Fed, banco central) debería reducir más rápidamente sus compras de activos para abrir la puerta a alzas de tasas de interés más temprano durante 2022, en vista de los aumentos de precios que podrían ser duraderos en el país norteamericano.
La Fed ya adelantó que recortará las medidas de apoyo a la economía más rápido de lo previsto. “La inflación podría ser más alta y (durar) más de lo que se pensaba”, en particular en las economías que se recuperaron más rápidamente de la pandemia como Estados Unidos, dijeron la economista jefe del FMI, Gita Gopinath, y Tobias Adrian, director del Departamento de Mercados Monetarios, en una nota en el blog del organismo.
De todas maneras, desde el gobierno del presidente estadounidense, Joe Biden, no creen que la inflación actual sea un problema serio. La Fed considera que es transitoria y que se debe a los desequilibrios entre la oferta y la demanda como consecuencia de la reapertura económica luego de la pandemia. También considera que todavía falta para que se recuperen la actividad y el empleo y que por lo tanto es necesario continuar con la política monetaria expansiva. Además, cree que las expectativas de inflación están bien ancladas y que por lo tanto no hay riesgo de que la inflación se espiralice.
En la Casa Blanca tampoco están preocupados por la inflación. Repiten la historia de que es transitoria y que responde disrupciones en la cadena de suministros y a la suba del precio de la energía. El plan del presidente Biden para combatir la inflación consiste en pedirle a la Federal Trade Comission que contraataque ante cualquier intento de manipulación o especulación con los precios del sector energético. Para los cuellos de botella que afectan a la distribución de insumos planea lanzar un plan de infraestructura para reducir los costos.
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