La policía de Orlando, en el centro de la Florida, está buscando a un hombre en silla de ruedas que inició intencionalmente un incendio que destruyó parte del monumento en memoria de los fallecidos en la discoteca Pulse.
La fundación onePULSE, que se dedica a honrar la vida de los 49 fallecidos en la masacre de Pulse y que mantiene el monumento en honor a las víctimas, confirmó que tienen un video de vigilancia en el que se ve a un hombre en silla de ruedas acercarse al monumento y prender fuego a propósito un costado. El fuego se expandió rápidamente, consumiendo parte del memorial, hasta que se extinguieron las llamas por sí solas.
“Los carteles de tres de nuestros ángeles se consumieron, así como otros objetos en la zona afectada”, aseguró la fundación a través de un comunicado. Las autoridades de la municipalidad de Orlando confirmaron que la investigación la está llevando a cabo el departamento de bomberos asistidos por la policía.
El memorial se ha convertido en uno de los lugares icónicos de la ciudad de Orlando. En el centro de la ciudad está este monumento que recuerda una de las peores tragedias ocurridas en la ciudad, y se ha convertido en punto de encuentro para muchos locales.
Si bien se desconoce quién es el hombre que inició el incendio, y por ende no se pueden saber sus intenciones, es inevitable pensar en un crimen de odio.
Pulse era una discoteca extremadamente popular para la comunidad gay del centro de la Florida. El 12 de junio de 2016, Omar Mateen abrió fuego dentro del club nocturno matando a 49 personas, hiriendo a otras 53 personas, y muriendo él mismo en el enfrentamiento con la policía.
El ataque es el segundo tiroteo con el mayor número de victimas mortales en la historia de los Estados Unidos, solo por detrás del atentado de Las Vegas en 2017 donde fallecieron 59 personas.
La masacre fue larga. Alrededor de las 2 de la mañana se escucharon los primeros disparos en la discoteca. Pasados menos de 10 minutos, los dueños alertaban a través de redes sociales que algo malo estaba ocurriendo y le pedían a todo el mundo que se retirase del lugar. Minutos después llegó la policía y comenzaron las negociaciones.
Mateen estaba fuertemente armado. Llevaba consigo un fusil semi-automático SIG Sauer MCX, una pistola Glock 17 de 9mm y aseguraba tener un explosivo -que luego se confirmó que no tenía-.
Para las 5 de la mañana, el equipo de elite de la policía, SWAT, entró al club nocturno y empezó un fuerte tiroteo. Lograron liberar a 30 rehenes, un policía resultó herido de bala y el agresor terminó muerto.
Durante el ataque Mateen juro lealtad al estado islámico y este grupo terrorista luego asumió la autoría del hecho, pero jamás se encontró vínculo previo o entrenamiento por parte del estado islámico a Mateen.
Por el contrario, el crimen siempre ha sido calificado como uno de odio, puesto que la inmensa mayoría de las victimas pertenecía a la comunidad LGBTQI.
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