El presidente Joe Biden aseguró este jueves que Estados Unidos saldrá en defensa de Taiwán si la isla fuera atacada por China, que la considera parte de su territorio.
“Sí”, respondió Biden, cuando se le preguntó durante una intervención en la cadena de noticias CNN sobre la defensa de Taiwán. “Tenemos un compromiso con eso”.
Los comentarios de Biden van a contramano de la antigua política estadounidense de “ambigüedad estratégica”, por la cual Washington ayuda a Taiwan a construir sus defensas pero sin comprometerse a salir en respaldo de la isla.
El presidente norteamericano hizo una promesa similar en agosto durante una entrevista con ABC, insistiendo en que Estados Unidos siempre defenderá a sus aliados clave, incluido Taiwán, a pesar de la retirada de Afganistán frente a los talibanes.
Biden dijo que Estados Unidos hizo un “compromiso sagrado” para defender a los aliados de la OTAN en Canadá y Europa y es “lo mismo con Japón, lo mismo con Corea del Sur, lo mismo con Taiwán”.
Posteriormente, la Casa Blanca dijo a los periodistas que la política estadounidense sobre Taiwán “no ha cambiado”.
A propósito del acuerdo sobre el gasto en infraestructura, Biden aseguró que confía en lograr que sus principales se aprueben en el Congreso, pero restó importancia a las posibilidades de asegurar su objetivo de imponer una tasa impositiva corporativa más alta.
“Creo que conseguiré un trato”, consideró Biden en un panel de preguntas de la audiencia en vivo de CNN.
Biden sostuvo que la pugna en su partido demócrata está “reducida a cuatro o cinco temas”, pero cree que puede “llegar” a un acuerdo.
Los demócratas tienen mayorías muy ajustadas en ambas cámaras del Congreso. Sin embargo, las divisiones internas están impidiendo la aprobación de una renovación de infraestructura de 1.2 billones de dólares y un enorme proyecto de ley de gasto social, separado que según Biden transformará las finanzas y la justicia para los estadounidenses de a pie.
Con la creciente presión sobre el partido para que no termine con las manos vacías, Biden está intensificando sus esfuerzos para negociar una tregua entre los miembros más conservadores y el ala progresista de izquierda.
Lo que está en juego son los elementos de la lista de deseos original de Biden y cómo financiarlos todos. Originalmente impulsó la cifra de 3,5 billones de dólares en gastos en el proyecto de ley de apoyo social, pero la última que se está considerando es de aproximadamente 2 billones. Eso significa eliminar buena parte de la propuesta original.
Por ejemplo, un gran objetivo que han defendido Biden y su esposa Jill Biden, maestra de inglés, es el que propone dos años de educación superior gratuita en los Community College, que parece que se perderá por ahora, reconoció Biden. Sin embargo, confirmó que había respaldo para un aumento en el dinero para becas.
Pero más allá del regateo sobre dónde gastar el dinero, existe un debate igualmente feroz sobre cómo pagar.
Una piedra angular del discurso de Biden ha sido su llamado a aumentar la tasa impositiva corporativa, revirtiendo un recorte realizado bajo su predecesor republicano Donald Trump.
Un aumento del 21 al 28%, junto con un alza en los impuestos para los estadounidenses más ricos, pagaría por los gastos más altos que busca, pronosticó Biden.
Esos aumentos de impuestos, a los que se opone una minoría de demócratas, especialmente la senadora Kyrsten Sinema, ahora parecen poco probables. “No creo que podamos obtener el voto”, admitió Biden.
(Con información de AFP)
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