El submarino nuclear del Ejército de los Estados Unidos que chocó con un objeto desconocido en el Mar de China Meridional el fin de semana pasado operaba en uno de los entornos submarinos más difíciles del mundo, repleto de ruido de los barcos de la superficie y un fondo marino con contornos cambiantes que pueden sorprender a cualquier tripulación, afirmaron los expertos.
El incidente fue confirmado por la propia marina en un comunicado en el que asegura que los heridos no presentan lesiones que pongan su vida en peligro. Otros medios, como el Navy Times, cifran en once el número de afectados por el suceso.
Las autoridades norteamericanas dijeron que las lesiones eran menores y que el submarino llegó a la base naval estadounidense de la isla de Guam este viernes por sus propios medios.
Un portavoz de la Armada declaró a la cadena CNN que la parte delantera del submarino estaba dañada y que se realizaría una “investigación completa y una evaluación exhaustiva” del incidente.
Según informa USNI News, el Connecticut es uno de los tres submarinos de la clase Sea Wolf, que fue diseñado y construido a finales de la Guerra Fría con el fin de cazar a los submarinos soviéticos en las profundas aguas azul del océano Pacífico. Esta embarcación, junto con la USS Sea Wolf (SSN-21) y la USS Jimmy Carter (SSN-23), se encuentra entre las más sofisticadas e importantes del ejército de Estados Unidos.
Al ser más grande que los submarinos de ataque más nuevos de la clase Virginia, el Connecticut puede transportar más armamento que otros submarinos de ataque estadounidenses, incluyendo hasta 50 torpedos y misiles de crucero Tomahawk, según la Marina, que agregó que es “excepcionalmente silencioso, rápido, bien armado y equipado con sensores avanzados”.
“Estos submarinos tienen algunas de las capacidades submarinas más avanzadas del sector”, dijo Alessio Patalano, profesor de guerra y estrategia del King’s College de Londres, según la CNN.
Los expertos sostienen que las condiciones del Mar de China Meridional pueden ser un desafío para los sofisticados sensores del submarino.
“Podría haber sido un objeto lo suficientemente pequeño como para no ser detectado por los sonares en un entorno ruidoso”, indicó Patalano.
Según la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de EE.UU., los buques de guerra utilizan lo que se denomina “sonar pasivo” para detectar objetos en el agua que los rodea. A diferencia del “sonar activo”, que envía señales y registra el tiempo que tardan los ecos en volver al buque, el sonar pasivo sólo detecta el sonido que viene hacia él.
Esto permite al submarino permanecer silencioso y escondido de los adversarios, pero significa que deben depender de otros dispositivos o de múltiples sonares pasivos para triangular la ubicación de un objeto en su camino, de acuerdo a información de CNN.
Dado que el Mar de China Meridional es una de las rutas marítimas y zonas de pesca más transitadas del mundo, todo tipo de ruidos de los buques en la superficie pueden suponer un peligro para el submarino que se encuentra debajo, según los analistas.
“Dependiendo del lugar en el que se produjera el incidente, las interferencias de ruido (normalmente procedentes del tráfico de arriba) podrían haber afectado a los sensores, o incluso al uso que los operadores hacen de ellos”, agregó Patalano.
Carl Schuster, antiguo capitán de la Marina estadounidense y ex director de operaciones del Centro de Inteligencia Conjunta del Mando del Pacífico, dijo que se trata de “una zona con un entorno acústico muy pobre”, e incluso la propia naturaleza de las aguas crea problemas, según CNN.
“El ruido ambiental de las corrientes que pasan entre las islas y las condiciones inconsistentes del agua afectan a la recepción acústica”, añadió.
“El entorno de esas aguas y el fondo marino están en un estado de cambio lento pero inexorable. Es una zona que requiere una cartografía constante del contorno del fondo. Puedes encontrarte con una montaña submarina inexplorada ahí abajo”, finalizó Schuster.
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