Miles de personas estuvieron directamente expuestas a los ataques del 11 de septiembre. Las experiencias traumáticas que sufrieron los sobrevivientes y los trabajadores de rescate y recuperación incluyeron la evacuación de las torres y los edificios circundantes; presenciar cómo las personas saltaban o caían de las torres; quedar atrapados en la nube masiva de polvo y escombros; y ser testigos de la muerte de amigos, familiares y compañeros de trabajo. Y para muchos de ellos, la pesadilla aún continúa.
Jorge Catelli recuerda con gran intensidad las horas posteriores. Unos primos suyos vivían a apenas unas cuadras de las Torres Gemelas, y pasaban siempre por allí en su ruta hacia el trabajo. Nunca podrá olvidarse del miedo que sintió hasta que pudo hablar con ellos y comprobar que estaban sanos y salvos.
Catelli es psicoanalista y miembro titular en función didáctica de la Asociación Psicoanalítica Argentina. A dos décadas del atentado, cree “indiscutiblemente” que ese hecho ha transformado la realidad y la historia, “no sólo en términos de la seguridad internacional, sino que produjo algo particularmente singular que es la vivencia subjetiva del trauma, en relación a descubrir cómo un lugar que podía ser vivido como el más seguro, repentinamente recuerda la fragilidad y la vulnerabilidad”.
Los ataques terroristas contra el World Trade Center (WTC) y el Pentágono en la mañana del 11 de septiembre de 2001 han cambiado la vida de muchas personas. Un total de 2.977 personas murieron en la ciudad de Nueva York, Washington DC y fuera de Shanksville, Pensilvania, como resultado directo de los atentados. Más de 25 mil resultaron heridas. Los testigos fueron millones alrededor del mundo.
20 años después, los efectos médicos a largo plazo continúan siendo documentados, y sus estragos en la salud mental calan hondo en muchos de los sobrevivientes y socorristas de la Zona Cero.
Revivir el terror una y otra vez
Como cuenta desde Nueva York a Infobae la doctora Rebecca Rosen, Ph.D. en Psicología clínica y directora de Salud Mental en el Centro de Salud Ambiental del World Trade Center, el ataque del 11 de septiembre “fue tanto un acto traumático de violencia hecho a otros, como un desastre ambiental. Impactó a todos, desde personas en la ciudad de Nueva York que no estaban en el lugar del hecho hasta gente del otro lado del mundo”.
En los años transcurridos desde los ataques, el trastorno de estrés postraumático ha surgido como el resultado adverso para la salud mental más común entre los que sobrevivieron, según una investigación del Departamento de Salud e Higiene Mental de la Ciudad de Nueva York publicada en JAMA en el 2009.
“Hay varias problemáticas”, dice Rosen, “pero el trastorno de estrés postraumático o los síntomas que lo componen son los más frecuentes entre los sobrevivientes. A veces, las personas no tienen un trastorno de estrés postraumático completo, no tienen todos los síntomas, sino sólo algunos”.
De acuerdo a un informe de Nature Review, el estrés postraumático se define como la experiencia de un evento traumático o aterrador que generalmente está fuera de la rutina diaria normal, a menudo caracterizado por recuerdos intrusivos y angustiantes del trauma inicial, dificultad en las relaciones, interrupciones del sueño, hipervigilancia o reacciones exageradas a los signos de peligro percibidos, y el evitamiento de las interacciones humanas. También puede provocar conductas negativas para la salud, como el consumo excesivo de alcohol u otras sustancias psicoactivas.
Como ilustra a este medio Catelli, “el 11-S constituyó un trauma en doble dimensión, por un lado desde el punto de vista subjetivo para todos aquellos que lo han vivido in situ o para aquellos que han sobrevivido en ese lugar como una huella indeleble psíquica, pero también es un trauma social. Es una de las grandes catástrofes del siglo XXI que fue transmitida en vivo, y que impactó en una confusión de ficción y realidad en la retina de millones de espectadores de todo el planeta”.
Los sobrevivientes y los síntomas del trauma
Los ocupantes de los edificios del WTC; las personas que estaban en las cercanías; aquellos cuyo hogar se encontraba a poca distancia; niños; e individuos que trabajaban en el área pero que no necesariamente estaban presentes durante la mañana de los ataques. Todos ellos son sobrevivientes del 11 de septiembre. Muchos estuvieron en la zona del desastre, o presenciaron el impacto y el colapso de las Torres Gemelas.
Como se exploró en un estudio de la Asociación Estadounidense de Psicología, aunque los actos terroristas a gran escala suelen tener como resultado una gran destrucción humana y física, el objetivo de los atacantes, por diseño, es mucho más amplio. Específicamente, su objetivo es generar miedo, terror, intimidación y desconfianza. Además, es probable que los efectos emocionales sean generalizados, inespecíficos, acumulativos y duraderos.
Los sobrevivientes civiles tienen un riesgo potencial mayor de sufrir estrés postraumático. Esto se debería a que la mayoría posee menos capacitación o experiencia en comparación con los socorristas y el personal de emergencia que están más preparados por sus trabajos para lidiar con situaciones traumáticas y de alto impacto emocional.
Es por eso que en los años siguientes al atentado, se establecieron varias organizaciones como la que dirige Rosen para ayudar a los sobrevivientes. El Centro de Salud Ambiental del World Trade Center fue establecido por la Ley de Salud y Compensación de James Zadroga 9/11 de 2010, y evalúa y trata las condiciones de salud física y mental relacionadas con los atentados que sufren aún los sobrevivientes hoy en día.
El estrés postraumático no necesariamente se manifiesta enseguida. Como revela la doctora Rosen, muchos sobrevivientes del 11 de septiembre están desarrollando en este tiempo un abrumador abanico de diferentes tipos de cáncer, y esto “los lleva a experimentar síntomas nuevamente debido a esas enfermedades”.
“Hay muchos estudios que han sugerido que hay diferentes características que están asociadas con una mayor probabilidad de que alguien desarrolle estrés postraumático. Por ejemplo, se considera que las mujeres más jóvenes tienen una mayor predisposición, pero en una investigación que publicamos en el 2019, la única característica que se asoció con tener una puntuación más alta en una medición de estrés postraumático fue tener síntomas respiratorios”.
De esta manera, pacientes que habían desarrollado asma asociada al 11 de septiembre eran más propensos a tener puntuaciones más altas, lo que sugiere una relación muy estrecha entre los síntomas del trauma psicológico y los síntomas médicos ligados a los ataques.
“El estrés postraumático es una condición que siempre se ha considerado que tiene un componente fisiológico real. Pero para nuestros pacientes, esto es muy evidente”, advierte Rosen. “El asma es un recordatorio del trauma psicológico. Se alimentan entre sí”.
Los rescatistas: del heroísmo a la lesión emocional
El estrés postraumático relacionado con el desastre ha sido un foco de atención de los profesionales de la salud mental desde finales de la década de 1970, y los hallazgos del Estudio Nacional de Reajuste de los Veteranos de Vietnam a fines de los ‘80 lo reconocieron como un trastorno y un problema social de alta importancia.
Las investigaciones de la última década demuestran que la carga del estrés postraumático relacionado con el 11 de septiembre es sustancial tanto a corto como a largo plazo. Sin embargo, no es predecible: en general, los niveles en la comunidad disminuyeron significativamente con el tiempo, pero las estimaciones de prevalencia de este trastorno aumentaron con el tiempo en varios grupos de riesgo específicos, como en trabajadores de rescate y recuperación.
De manera similar, se encontró que la prevalencia del estrés postraumático entre una gran muestra de bomberos retirados alcanzó un nivel del 22% aproximadamente cinco años después de los ataques.
Los socorristas como médicos, paramédicos, policías y bomberos; los trabajadores de construcción y limpieza; y los voluntarios que trabajaron en las ruinas y los escombros en el World Trade Center, el Pentágono y el lugar del accidente cerca de Shanksville fueron la primera línea de ayuda el día de los ataques. Inhalaron las toxinas y el polvo que más tarde les causaría a muchos de ellos problemas respiratorios agudos y hasta cáncer. Pero el saldo de su heroísmo no fue sólo físico.
Peter Haugen es un psicólogo clínico y director de Salud Mental en el Programa de Salud del World Trade Center de la Facultad de Medicina de la NYU, uno de los siete sitios clínicos en el área de Nueva York y Nueva Jersey que se establecieron para rastrear y tratar de manera gratuita los efectos a largo plazo en la salud de la exposición al 11 de septiembre en los trabajadores de rescate y recuperación.
Como cuenta a Infobae durante una conversación por Zoom, están viendo cada vez más casos de estrés postraumático: “También más lo que se llama trastornos de adaptación y principalmente los vemos en forma de mayor ansiedad o depresión ligada a una afección médica relacionada con el World Trade Center. Y esto suele ser cáncer, que es algo que es más frecuente en nuestra comunidad actualmente”.
“El estrés postraumático es el trastorno más común que vemos, pero tiende a ser menos frecuente en los trabajadores de rescate y recuperación que en los sobrevivientes civiles y una de las razones podría ser que este grupo, que incluye a los primeros rescatistas tradicionales como los bomberos, los policías, o los servicios médicos de emergencia, tiene más preparación y capacitación que les permite responder de manera efectiva a desastres como éste”.
Un estudio que evaluó a casi 11.000 rescatistas y trabajadores que acudieron a ayudar durante y después de los atentados al World Trade Center durante un período de ocho años reveló que las vías de los síntomas estrés post traumático variaron en el tiempo y en la intensidad, y algunos incluso mostraron una resiliencia particular -especialmente policías- que sufrieron síntomas mínimos o nulos de este trastorno. Otros, en cambio, tuvieron una disfunción tardía: sus síntomas aumentaron de a poco en frecuencia y gravedad.
“Luego de 20 años los síntomas del estrés postraumático pueden persistir como persiste la neurosis de guerra, pero no para todo el mundo”, explicó Catelli. “No todos los expuestos a los mismos traumas reaccionan de la misma manera. El trauma se articula con una dimensión singular de la subjetividad. Va a producir un efecto diferente en cada cual. No hay una manera universal de pensar el trauma para todos, hay que pensarlo para cada sujeto”.
Además, como señala Peter Haugen, el estigma al que se enfrentan los policías o bomberos con respecto a la salud mental en su línea de trabajo hace que acudan muy tarde a pedir ayuda. “Hay mucho que podemos hacer para ayudar a las personas a disminuir sus síntomas y ayudarlas a volver a participar en sus vidas. Pero, desafortunadamente, en especial para los socorristas tradicionales, existe un conjunto de actitudes culturales que a veces pueden interferir con informar sobre los síntomas que están teniendo o participar en el tratamiento. A veces ven su condición como un signo de debilidad o de fracaso, que de alguna manera ha defraudado a sus hermanos o compañeros de trabajo. Durante ese tiempo muchas veces empeoran y pueden surgir situaciones más difíciles”.
“Tenemos personas que se presentan por primera vez cada semana”, revela el psicólogo. “Incluso 20 años después. Algunos de ellos dicen ‘finalmente me jubilé y ahora puedo venir y decirte cómo me siento realmente. Sabes, he tenido que mantener esto dentro todo este tiempo’”.
Según Haugen, además, este 20 aniversario del atentado será una fecha especialmente complicada: “Los síntomas tienden a subir y bajar en relación con los factores estresantes externos y uno de esos factores estresantes podría ser el aniversario. Así que ciertamente vemos personas que en presencia de todos los recordatorios que surgen en la época del aniversario tienen más angustia. Esta época del año puede ser un desafío para ellos”.
Los desórdenes cognitivos, ¿ligados al estrés postraumático?
Casi 20 años habían ya transcurrido desde los ataques terroristas del 11 de septiembre, y los médicos comenzaron a notar que los socorristas que acudieron ese día a la Zona Cero sufrían de una tasa particularmente alta de deterioro cognitivo; condiciones que suelen verse en pacientes de más de 70 años. Benjamin Luft, director del Programa de Salud y Bienestar del World Trade Center de la Universidad de Stony Brook, trabaja con estos hombres y mujeres, y lo que ve a diario lo sigue sorprendiendo. Como le dijo a The Washington Post, “no esperas que esto ocurra a los 50, porque no ocurre. Y muchas de estas personas tienen poco más de 50 años”.
“Más recientemente, hemos ampliado nuestra investigación en la Universidad de Stony Brook de dos formas principales”, dice el doctor Benjamin Luft a Infobae. “Primero, estamos avanzando hacia una mejor comprensión de los síntomas y características del envejecimiento cerebral en los trabajadores de rescate del WTC luego de la exposición al colapso de las torres. En segundo lugar, nos centramos en comprender mejor las diferencias en la forma en que las células corporales de los respondedores interactúan como resultado de las exposiciones del 11 de septiembre”.
Según un artículo publicado en el blog de los CDC de los investigadores Robert D. Daniels y Travis Kubale, ambos del Programa de Salud del World Trade Center, cada vez surgen más investigaciones que sugieren un aumento en el riesgo de deterioro cognitivo entre las personas que estuvieron expuestas a los ataques terroristas del 11 de septiembre. “Esta disminución, conocida como deterioro cognitivo leve, es común en las poblaciones que envejecen, pero varía mucho de una persona a otra”.
“La creciente evidencia sugiere que los socorristas expuestos al 11-S pueden tener un mayor riesgo de deterioro cognitivo de inicio temprano que se observa típicamente en edades más avanzadas”, advierten.
Se han formulado hipótesis sobre posibles vías para el deterioro cognitivo relacionado con el WTC. Una de ellas tiene que ver con “los síntomas crónicos e incesantes del trastorno de estrés postraumático relacionado con el WTC entre las personas que experimentaron los ataques o participaron en los esfuerzos posteriores de rescate, recuperación y rehabilitación pueden progresar a deterioro cognitivo leve. Esta vía está respaldada por estudios previos de veteranos de combate que encontraron asociaciones entre el trastorno de estrés postraumático y el deterioro cognitivo”.
En el 2014, Sean Clouston, un epidemiólogo y profesor de salud pública en la Universidad de Stony Brook, colega de Luft, decidió aplicar la Evaluación Cognitiva de Montreal a algunos de los casi 8.000 rescatistas, personas que en el 2001 tendrían alrededor de 30 años y que en el momento de la prueba rondaban o se acercaban a los 50. De los 818 que evaluaron, 104 obtuvieron puntajes indicativos de deterioro cognitivo; 10 puntuaron lo suficientemente bajo como para tener una posible demencia.
El porcentaje era altísimo, y el estrés postraumático estaba intrínsecamente relacionado, junto con el aire tóxico que inhalaron en la Zona Cero. Pero aún resta mucho por entender al respecto.
“Soy consciente de la investigación, que proviene de un equipo de Stony Brook, y parece haber una relación entre el trastorno de estrés postraumático y los problemas cognitivos en los trabajadores de rescate del 11 de septiembre”, concuerda Haugen en diálogo con este medio. “Eso es algo sobre lo que todavía estamos tratando de comprender más, y cuáles son exactamente los mecanismos. Ciertamente es algo que a nuestra comunidad y a nosotros nos preocupa y lo estamos observando muy de cerca”.
Lo que aprendimos sobre el trauma en estos 20 años
“La gente a veces también pregunta cómo pueden estas personas seguir con problemas después de 20 años, ¿verdad? Y tenemos miembros que dicen que los que no estuvieron durante el atentado tienen dificultades para entenderlos. Una experiencia así impregna las profundidades de una persona, su corazón mismo. Y esta tragedia es una experiencia de vida muy grande”, señala Rosen.
Lo cierto es que si algo confirmó el 11 de septiembre es que la gente responde de manera completamente diferente a las experiencias traumáticas. “Algunas personas se han sentido mal desde ese día y otras pueden tener síntomas mucho tiempo después, ¿cómo sucede eso?”, indaga. “La mayoría de las personas se recuperan de experiencias traumáticas de forma natural con el tiempo, pero algunos no son capaces de deshacerse de esos sentimientos negativos sin ayuda”.
Lo que sucedió en varios casos, según explicó la especialista, es que muchos se sintieron mal durante un tiempo, luego mejoraron durante varios años y, de repente, sucede algo y se encuentran con síntomas nuevamente. Lo pueden desencadenar eventos como la muerte de un ser querido u otro tipo de pérdida, la jubilación, por ejemplo, es algo que a menudo hace que las personas comiencen a experimentar síntomas negativos.
¿Qué aprendimos durante estos 20 años? Que los síntomas del estrés postraumático son diferentes para todos, aunque hay una guía, y que se pueden desencadenar en diversos momentos de la vida de un individuo. Además, no todos los sobrevivientes y socorristas se vieron traumatizados después de los atentados. El proceso difiere de sujeto a sujeto.
“Algunos de los sobrevivientes que tratamos en el WTC Environmental Health Center quizás han estado sufriendo durante 20 años y no se han dado cuenta de que está relacionado con su exposición al 11 de septiembre. El viaje de todos es muy diferente. Trabajamos con los pacientes donde sea que estén en su recorrido por el trauma, que es una experiencia que a menudo puede hacer que las personas se sientan realmente aisladas y muy solas”, advierte Rosen.
Para Peter Haugen, la resiliencia de los trabajadores de recuperación y sobrevivientes es asombrosa: “Una de las cosas que aprendimos fue que la mayoría de las personas expuestas incluso a los tipos de cosas horribles eventualmente, e incluso relativamente rápido, con el tipo correcto de recursos y apoyo, puede hacer frente a exposiciones de este tipo. Y creo que este descubrimiento fue algo inesperado”.
“A raíz de la pandemia de COVID-19, parece haber aumentos reales en los niveles de angustia, de ansiedad y depresión en personas de todo el mundo que se ven afectadas, pero en muchos casos la gente está lidiando relativamente bien. Así que creo que una de las lecciones aprendidas del 11 de septiembre que puede aplicarse a otros desastres posteriores desde una perspectiva epidemiológica o de investigación es la capacidad de recuperación y la resiliencia de la mayoría de las personas”.
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