Las hospitalizaciones por COVID-19 alcanzan récords entre los menores de 50 años en EEUU: el rebrote afecta más a los no vacunados

Florida se mantiene como el epicentro de las nuevas infecciones, pero Arkansas, Oregon, Hawaii, Louisiana y Mississippi también registraron sus mayores marcas de pacientes ingresados en centros de salud durante las últimas semanas

Guardar
Traslado de un paciente en un hospital de Tampa, Florida (Reuters)
Traslado de un paciente en un hospital de Tampa, Florida (Reuters)

El ritmo de hospitalizaciones por COVID-19 continúa en aumento a lo largo de Estados Unidos, con nuevos récords entre niños, jóvenes y adultos de hasta 50 años, según marcan los datos oficiales de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades.

Las estadísticas, mostradas por la cadena CNN, muestran que los mayores aumentos se registraron entre los adultos de 30 a 39 años y en los niños menores de 18, ya que ambas franjas etarias arrojaron un 30% de más internaciones que el pico anterior.

Los hospitales de todo Estados Unidos tenían más de 75.000 pacientes de COVID-19 hasta la semana pasada, un incremento drástico respecto a hace pocas semanas, pero aún por debajo de los máximos históricos del invierno. Sin embargo, Florida, Arkansas, Oregon, Hawai, Luisiana y Mississippi ya impusieron récords de hospitalizaciones en las últimas semanas.

La tasa para hospitalizaciones de todas las edades sigue estando por debajo del máximo de enero. Pero al ritmo actual -una media de más de 11.000 nuevos ingresos hospitalarios por COVID-19 durante la última semana-, EEUU podría alcanzar un récord dentro de un mes, según la tendencia registrada por los CDC.

Según los expertos, las personas con mayor riesgo de sufrir enfermedades graves y hospitalizaciones son las que no están vacunadas. Por ello, no se registraron récords entre los ancianos: si bien son más vulnerables, tienen una tasa de inoculación mucho mayor que los adultos jóvenes.

A nivel nacional, sólo el 51% de la población está totalmente vacunada contra el virus, según los CDC, pese a la amplia disponibilidad de dosis.

Protesta contra el uso obligatorio de vacunas en Ohio (Reuters)
Protesta contra el uso obligatorio de vacunas en Ohio (Reuters)

Los sistemas sanitarios estatales se ven cada vez más comprometidos en esta nueva ola. En Oregon, apenas quedaban 41 camas de cuidados intensivos el miércoles.

Pero el foco más grande del país sigue siendo Florida, con más de 23.000 nuevos casos diarios, más 17.000 hospitalizaciones y con cerca del 92% de las camas para el cuidado intensivo ocupadas.

A diferencia del repunte de invierno, en esta ocasión los hospitales ya operaban cerca del límite de sus capacidades debido a que la actividad en las salas de emergencia había vuelto a los niveles previos a la llegada de la pandemia y los pacientes están sometiéndose a tratamientos que habían aplazado.

“Vemos pacientes de COVID y vemos accidentes vehiculares y vemos a niños que llegan con infecciones virales estacionales. Y vemos las cosas habituales en el departamento de emergencias junto al repunte de pacientes de COVID, lo que está provocando una crisis”, dijo el doctor Mark Rosenberg, presidente del Colegio Americano de Médicos de Emergencias.

Muchos hospitales cuya capacidad ha quedado rebasada y que se han quedado sin camas disponibles están colocando a pacientes graves de COVID-19 en aviones, helicópteros y ambulancias para enviarlos a cientos de kilómetros de distancia para que sean atendidos en otros estados.

Desinfección de una ambulancia en Memphis. Los tiempos de espera se han multiplicado (Reuters)
Desinfección de una ambulancia en Memphis. Los tiempos de espera se han multiplicado (Reuters)

La propagación de la variante delta del coronavirus, combinada con las bajas tasas de vacunación, ha llevado a los hospitales al límite en varias entidades, lo que ha resultado en una búsqueda desesperada de camas disponibles.

El problema es que los hospitales grandes en zonas urbanas ya se estaban quedando sin espacio y sin personal por procedimientos no relacionados al COVID, como biopsias para la detección de cáncer y reemplazos de cadera, al momento en que inició el repunte del verano.

Eso significa que tienen muy pocas camas disponibles para pacientes de pequeños hospitales rurales que no cuentan con pabellones de terapia intensiva o para los centros médicos en lugares con altas tasas de contagio del coronavirus.

En Arizona, una línea telefónica especial para COVID-19 recibe llamadas desesperadas de hospitales en Wyoming, Arkansas, Texas y California que buscan camas disponibles. Difícilmente las encuentran.

“Simplemente no podemos sacarlos”, se lamentó Dennis Shelby, director general del Centro Médico Wilson, en Neodesha, Kansas, una pequeña clínica con capacidad de 15 camas. Los directivos del hospital llamaron recientemente a otras 40 instalaciones en distintos estados en busca de una cama para un paciente de COVID-19 antes de finalmente encontrar una más de 24 horas después y a unos 350 kilómetros de distancia. Seis de sus siete pacientes tienen COVID-19, su cifra más alta en lo que va de la pandemia.

La propagación de la variante Delta, altamente infecciosa, que según los datos de los CDC representó el mes pasado más del 80% de las nuevas infecciones en Estados Unidos, ha complicado los esfuerzos para combatir la pandemia en el país y en el mundo.

El Gobierno de Estados Unidos anunció este miércoles que tiene intención de comenzar a administrar la tercera dosis de la vacuna contra el COVID-19 a partir del próximo 20 de septiembre para aquellas personas que hayan recibido la segunda inyección ocho meses antes.

Las autoridades sanitarias han tomado la decisión debido a que han reportado una reducción de la efectividad de las vacunas con el paso del tiempo, aunque las tasas se mantienen por encima del 50%, el umbral recomendado por la OMS, que insta en cambio a ayudar a los países que no cuentan con vacunas en lugar de aplicar terceras dosis en naciones desarrolladas.

(Con información de AP, EFE, AFP)

SEGUIR LEYENDO:

Guardar