Probablemente muchas personas en Estados Unidos nunca han oído hablar de la enfermedad de Chagas, pero de acuerdo con los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), aproximadamente 8 millones de personas en México, Centroamérica y Sudamérica lo padecen. Y se estima que unas 10,000 personas mueren al año por esta enfermedad.
Además, según los CDC, unas 300,000 personas que viven en los Estados Unidos también padecen esta enfermedad. Sin embargo, ha sido ampliamente ignorada porque los más afectados suelen ser hispanos pobres que viven en Texas, California y Florida. Ese fue precisamente uno de los hallazgos más reveladores que hizo la autora Daisy Hernández en su último libro The Kissing Bug: A True Story of a Family, an Insect, and a Nation’s Neglect of a Deadly Disease.
“(La enfermedad) seguía siendo muy desatendida por las facultades de medicina, las instituciones médicas y los funcionarios de salud pública. Eso fue un shock”, dijo la autora durante una entrevista para NBC News.
El primer contacto de la autora colombiana-estadounidense con esta enfermedad se produjo cuando su tía murió por complicaciones asociadas a este padecimiento, provocado por un parásito transmitido por la “chinche del beso”. (Su nombre coloquial se debe a su hábito de morder a las víctimas en la cara cuando están dormidas, según USA Today).
Por esa vía puede transmitir la conocida enfermedad de Chagas, causada por el parásito Tripanosoma cruzi, que se transmite originalmente mediante las heces de insectos, denominados vinchucas, chinches, pitos, entre otros nombres adoptados según las diferentes regiones donde habita, desde el sur de los Estados Unidos a todo el continente americano.
La mayoría de las muertes se deben a que el parásito hace estragos en el corazón y el sistema digestivo del paciente.
Asociada a la pobreza extrema y endémica en 21 países de América Latina, la enfermedad de Chagas afecta aproximadamente a 8 millones de personas en el mundo, de las cuales 1,2 millones son mujeres en edad fértil. Según la Organización Mundial de la Salud, más del 95 por ciento de ellos desconocen su estado.
La transmisión de madre a hijo es uno de los modos de contagio más importante. Es decir que una madre infectada puede transmitir el chagas a su hijo durante el embarazo. También existe la transmisión por donación sanguínea o de órganos, pero esto ya es poco probable.
Se estima que 7 de cada 10 personas con Chagas ignoran que padecen la enfermedad, debido a la ausencia de síntomas clínicos (si lo hacen, a menudo implican “fiebre, fatiga, agrandamiento de los ganglios linfáticos” y otros síntomas “parecidos a la gripe”) y apenas un 1% recibe la atención adecuada.
Cuando finalmente se manifiesta, los efectos suelen ser catastróficos: entre el 20% y el 30% de los pacientes experimentan complicaciones cardíacas y gastrointestinales, como fue el caso de la tía de Hernández.
Los medicamentos antiparasitarios pueden ayudar a prevenir la propagación, pero solo si la infección se detecta a tiempo.
Sin embargo, aquello puede llegar a ser una tarea difícil dada la falta de acceso a la atención médica en muchos enclaves de inmigrantes latinoamericanos, sin mencionar que los latinos representan las tasas más altas de personas sin seguro entre cualquier grupo racial o étnico en los Estados Unidos, según NBC.
El aspecto positivo es que últimamente las actitudes hacia esta enfermedad están comenzando a cambiar, pues el Chagas ya se está empezando a propagar a otras zonas que no solían estar afectas por esta enfermedad.
Hace dos años, una niña de Delaware fue mordida por una chinche del beso por primera vez, lo que indica que el vector patógeno estaba migrando más al norte. Mientras tanto, el primer caso en Nebraska se informó a principios de este verano, de acuerdo con un comunicado de prensa de la Universidad Estatal de California, Fullerton.
“No tenemos vacunas ni buenos medicamentos para tratarlo, por lo que el desarrollo de nuevos fármacos es una prioridad”, aseguró a NBC Verónica Jiménez, profesora asociada de ciencias biológicas.
La enfermedad fue descubierta por primera vez en 1909 gracias al médico brasileño Carlos Chagas. Sin embargo, la enfermedad tiene una historia tensa en los Estados Unidos. En la década de 1940 un investigador de Texas experimentó los efectos de la Chinche del beso en un joven paciente negro.
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