El 2020 fue un año atípico que batió todo tipo de récords, desde la pandemia que todo lo cambió, hasta el mayor número de huracanes registrados en un año, pasando por millones de acres convertidos en cenizas por la enorme cantidad de incendios forestales.
A los daños materiales generados por los incendios forestales, se suma ahora un nuevo dato devastador: el efecto que pudieron tener en la salud de los residentes de las áreas que se incendiaron.
Un estudio realizado por investigadores de la universidad de Harvard, específicamente de la escuela de salud pública T.H. Chan, publicado en la revista científica Science Advances, indica que miles de casos de COVID 19 y cientos de muertes a consecuencia del virus en los estados de California, Oregon y Washington, entre marzo y diciembre de 2020, están directamente relacionados al humo de los incendios forestales.
“El año 2020 trajo desafíos inimaginables para la salud pública. La convergencia de la pandemia del COVID-19 con los incendios forestales en el oeste de los Estados Unidos fue devastadora. El cambio climático -que aumenta la frecuencia y la intensidad de los incendios forestales- y la pandemia generaron una tormenta perfecta”, indicaba una de las autoras del artículo, Francesca Dominici, profesora de bioestadística, población y data science de la universidad de Harvard.
Los investigadores utilizaron un modelo estadístico para medir la relación entre una fina partícula de polución aérea, conocida como PM 2,5, que se genera cuando hay incendios forestales y el número de casos de COVID-19 y de muertes en 92 condados afectados por este tipo de incendios.
Los científicos encontraron que durante 28 días, a diario aumentaba 10 microgramos de PM 2,5 por cada metro cúbico de aire. Durante ese mismo período de tiempo, en la misma región, se registraba un aumento de 11,7 por ciento en los casos de COVID-19, y hubo un alza del 8,4 por ciento en el número de fallecimientos a consecuencia del virus.
La conclusión fue que entre los tres estados, al menos 19.700 casos de COVID y 750 fallecimientos se pueden atribuir a esta fina partícula de polución en el aire generada por los incendios forestales.
El descubrimiento concuerda con el hecho de que los condados que más afectados se vieron fueron el de Sonoma, en California, y el de Whitman, en Washington, durante los incendios que afectaron estas zonas.
En Sonoma se sufrieron los incendio forestales conocidos como Glass Fire, donde se perdieron 67 mil acres entre los condados de Napa y Sonoma. Durante ese período los casos de COVID-19 aumentaron 65,3 por ciento en ese condado.
En Whitman, sufrieron los incendios forestales conocidos como Babb-Malden Fire en los que se prendieron fuego más de 15 mil acres. En el mismo período el aumento de casos de coronavirus en esa zona fue del 71,6 por ciento.
Se sabía ya que los altos niveles de PM 2,5 en el aire están relacionados a varios problemas de salud, como la muerte prematura, el asma, obstrucciones pulmonares y decenas de enfermedades respiratorias. Si bien se supone que al cambiar el aire baja el riesgo, la exposición por largos períodos a estas partículas a lo largo de los años puede ser sumamente dañina.
El riesgo es que cada año se ve una mayor cantidad de incendios forestales a consecuencia del calentamiento global. En lo que va de 2021, solo en California ya han ardido más de 1.400 millas cuadradas en 6.272 incendios forestales.
Si la tendencia continúa al alza, con las nuevas variantes, se pudiera llegar a ver nuevos picos de contagios en la costa oeste de los Estados Unidos durante los próximos meses.
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