Dieciséis pisos, 2.465 escalones, 80 descansos y vistas al río Hudson y Manhattan. Cuando fue proyectado en el 2016 por Heatherwick Studio, Vessel se soñaba como una estructura futurista que transformaría el skyline de Hudson Yards en Nueva York. Sería un monumento épico y el mayor desarrollo arquitectónico en Manhattan desde el Rockefeller Center. Nadie imaginaba que iba a ser el epicentro de una serie de tragedias. O quizás sí.
Lo cierto es que este proyecto fue polémico desde el comienzo. Los críticos apuntaron contra su exorbitante costo (200 millones de dólares), su casi nula accesibilidad para personas con discapacidades motrices, y su “fealdad”, además de bromear con que parecía “un shawarma gigante”. El New York Times lo llamó “una escalera hacia ningún lado” y el Chicago Tribune lo calificó de “deliberado y artificial”.
Pero este impetuoso laberinto de escaleras salido de un grabado de M. C. Escher en poco tiempo pasó de ser una estructura tildada de vulgar o ridícula a una verdadera pesadilla: desde que se inauguró en marzo del 2019, cuatro personas se suicidaron arojándose al vacío por encima de sus barandas.
El 1 de febrero de 2020 ocurrió la primera tragedia. Un joven de 19 años saltó desde el sexto piso de la estructura. El 22 de diciembre, una mujer de 24 años hizo lo mismo. El tercer suicidio fue tan sólo un mes después, el 11 de enero de 2021. Esta vez fue un hombre de 21 años. El desarrollador del Vessel, Related Companies, lo cerró de forma indefinida, y anunció que consultaría a expertos para prevenir casos futuros.
Reabrió a fines de mayo de 2021, sin haber implementado un cambio físico en la estructura, aunque todos los visitantes debían estar acompañados por al menos otra persona, además de pagar una entrada de 10 dólares que serviría para financiar mejoras adicionales de seguridad. Sin embargo, el 29 de julio de 2021, hace menos de un mes, un niño de 14 años saltó y murió.
“Estamos desconsolados por esta tragedia y nuestros pensamientos están con la familia del joven que perdió la vida”, declaró la portavoz de Hudson Yards, Kimberly Winston, en un comunicado. “Llevamos a cabo una investigación completa”.
Después de este cuarto suicidio, Vessel cerró nuevamente, y Stephen Ross, el multimillonario CEO de Related Companies, reconoció que estaba pensando en clausurarlo de forma definitiva. Muchas voces se alzaron en acuerdo y algunos especialistas incluso sugirieron demolerlo.
Una opinión profética
Las recomendaciones de la junta de la comunidad local y los expertos en prevención del suicidio para elevar las barreras a al menos dos metros habían sido ignoradas completamente, según reveló el New York Times, que también informó que un miembro del personal de Heatherwick Studio dijo que la firma había diseñado barreras más altas, pero que no habían sido instaladas.
“A medida que uno sube por Vessel, las barandillas permanecen justo por encima de la altura de la cintura hasta la parte superior de la estructura, pero cuando se construye alto, la gente salta”, había escrito la planificadora urbana Audrey Wachs en el 2016, en un artículo que ahora resuena no sólo como premonitorio, sino como prueba de que los hechos eran prevenibles.
Wachs relató el caso de la Biblioteca Bobst de la Universidad de Nueva York, de cuyo atrio principal había saltado un alumno siete años antes. Luego de ese suceso, la facultad instaló cercas metálicas, encima de las barreras de plexiglás que había colocado años antes en respuesta a otros suicidios. “Philip Johnson y Richard Foster no vieron la muerte en el diseño que descubrió la idea morbosa del público, pero Ross y Heatherwick no parecen haber aprendido de Bobst, ni de los puentes de la ciudad o los icónicos rascacielos. Si se instalan barreras, ¿cómo afectarán a las vistas, el principal punto de venta de Vessel?”, reflexionó en ese momento.
Con cuatro suicidios en menos de dos años, Heatherwick Studios se encuentra en plena búsqueda de una solución estructural para salvar al Vessel neoyorquino. En un comunicado, un portavoz dijo que el estudio estaba “angustiado” por las muertes más recientes y, junto con Related, “ha explorado exhaustivamente soluciones físicas que aumentarían la seguridad. “Aunque aún no hemos identificado una, seguimos trabajando para encontrar una solución que sea factible en términos de ingeniería e instalación”.
Vértigo y vacío en un organismo complejo
“Las grandes metrópolis como Nueva York son organismos extremadamente complejos”, dice en diálogo con Infobae Julio Santana, arquitecto y director de la Casa Curutchet, Patrimonio de la Humanidad proyectado por Le Corbusier. “¿Qué debe hacer la administración de una ciudad para resolver distintas tensiones? Según mi criterio tres cosas: tener como objetivo principal el bien común, evaluar diferentes alternativas que articulen esas tensiones y necesidades y activar mecanismos de participación y consulta ciudadana. No es esto lo que parece haber sucedido en Hudson Yards”.
Para Santana es importante entender el contexto porque no cree “que los espacios arquitectónicos tengan la capacidad de inducir suicidios, sino que son determinadas condiciones -psicológicas desde lo individual, sociológicas desde lo colectivo- las que los facilitan o promueven. El hecho que la Torre Eiffel, el Empire State o el Golden Gate hayan sido sitios históricamente elegidos por personas para quitarse la vida se debe menos a sus características arquitectónicas que a su valor social de representación”.
“El diseño de Vessel es muy singular”, opina el arquitecto. “Más que una obra de arquitectura genera la sensación de ser una escultura recorrible. Parece inspirada en los laberintos espaciales imaginados por Maurits Cornelis Escher; aunque, en lugar de las ascéticas superficies de estuco del grabador holandés, Vessel está revestido de perfectas y pulidas placas de bronce brillante, al modo de las esculturas de Jeff Koons. Todo esto le da un aspecto que, antes que un espacio público, parece un tributo escultórico a Stephen Ross”.
Según la psicoanalista y arquitecta Gabriela Goldstein (MN 25680), presidente de la Asociación Psicoanalítica Argentina, “en la imagen de Vessel hay algo de atracción del vacío, como de vértigo. Escaleras que no llevan a ningún lado y un vacío en el medio. Es como si fuera un juego prohibido. En general, son elementos que producen efectos ópticos que pueden afectar la percepción, por lo que habría que investigar sus efectos y tener mucho cuidado”.
“¿Será una íntima e inconsciente reacción ante un escenario de impostada ostentación la que lleva a muchas personas a elegir ese lugar para realizar su trágico último acto?”, se pregunta Santana. “¿Será una especie de rebelión final frente a un espacio que dice que ‘acá todo está bien’ cuando dentro de esas personas ‘todo está mal’? Realmente no lo sabemos”.
La especialista en psiquiatría María Poulisis (MN 82294) opina que “el suicidio es un fenómeno raro, no frecuente. Observando la edad de las personas que se suicidaron en este edificio podemos pensar que funciona como un modelo de suicidios jóvenes con vulnerabilidades y factores de riesgo. No hay algo específico en un edificio que llame a esto. Las personas muy jóvenes hoy en día muestran su vida en redes y quizás tenga que ver hacerlo en un lugar donde la gente se saca selfies”.
“No es casual que sea durante la pandemia”, observa Goldstein. “Las condiciones del suicida son muy singulares, y estamos en un momento del mundo en el que no estamos para cualquier cosa. Los suicidios no fueron por eso, hay que estudiar cada caso, pero cuando un lugar se convierte en tabú es peligroso. El sujeto es sensible a estos efectos del simbólico y también a una irradiación o contagio de efectos”.
La ética por sobre la estética
“La demolición es un acto fuerte”, cree Goldstein. “Habría que resignificarlo”.
Coincide en este sentido Fabio Grementieri, arquitecto e historiador: “Me parece que, eventualmente, antes que demoler la estructura o desarmarla se puede adaptar y reutilizar para que sea más segura pero que quede como envolvente de otro agregado. No tiene mucho sentido demoler una estructura moderna. Hay que pensar en un reciclaje con medidas de seguridad para evitar estas y otras tragedias”.
“Este edificio se ha transformado en un polo conocido no porque el edificio (al menos desde el psicoanálisis) propicie semejante acto sino que hay algo de identificación colectiva entre los casos que se ponen en juego”, explica a este medio Jorge Catelli (MN 19868), psicólogo miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina. “Pero es un gravísimo error generalizar o aventurar una interpretación única para todos los casos.
“Yo pienso que nunca está de más poner salvaguardas físicas en vez de cerrar el edificio. Clausurarlo es transformarlo en un ícono. Es una decisión que produciría un efecto paradojal; se transformaría en el edificio prohibido, y, como está comprobado, la prohibición instaura el deseo”.
Goldstein está de acuerdo con que la necesidad de los elementos de seguridad es imperante: “En un edificio alto es importante que haya salvaguardas. En estos casos debe prevalecer la ética sobre la estética o cualquier interés”.
Limitar el acceso
Según un estudio publicado en BMC Public Health, hay cuatro enfoques principales para prevenir suicidios en sitios críticos: restringir el acceso (mediante la instalación de barreras físicas); fomentar la búsqueda de ayuda (mediante la colocación de carteles y teléfonos); aumentar la probabilidad de intervención de un tercero (a través de la vigilancia y la formación del personal); y alentar a los medios de comunicación a informar de manera responsable sobre el suicidio (a través de directrices para periodistas). El primero y principal, el físico, nunca fue implementado en Vessel.
“Existe evidencia relativamente sólida de que reducir el acceso físico puede evitar suicidios en puntos críticos sin efectos de sustitución”, aseguran los investigadores.
Como explica en la misma línea Louis Appleby, director del Grupo Asesor Nacional de Prevención del Suicidio en Inglaterra, “cada persona que se pierde por suicidio es una tragedia que afecta a familias, amigos, colegas y la comunidad en general. El suicidio no es inevitable. Limitar el acceso a los medios del suicidio puede interrumpir la intención suicida, ganando tiempo y dando a las personas la oportunidad de reconsiderar. También puede aumentar la posibilidad de que les llegue ayuda”.
“Siempre debe prevalecer el cuidado de lo humano, y la singularidad de cada quien debe ser resguardada comunitariamente”, advierte Goldstein. “El cuidado de la vida y el valor de cada vida debe prevalecer a cualquier otro interés. Esta es la función de la vida en sociedad”.
Si usted, o algún familiar o allegado suyo, está atravesando una crisis emocional de cualquier tipo, siente que nada tiene sentido o se encuentra atrapado en una situación a la que no le encuentra salida, recurra a la Línea de Prevención del Suicidio - Ayuda a Personas en Crisis de su país:
Argentina: 135 (línea gratuita desde Capital y Gran Buenos Aires); (011) 5275-1135 o 0800 345 1435 (desde todo el país)
Bolivia: 2248486
Chile: (00 56 42) 221200
Colombia: (57-1) 323 2425
Ecuador: (593) 2 6000477
Honduras: 150
México: (55) 5259-8121
Perú: (00 51 1) 273 8026
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