“La influencia de Pekín en la región es cada vez mayor, desde la infraestructura informática hasta los activos espaciales... los centros culturales y la asistencia de Covid…”, alertó con preocupación Craig Faller, jefe del Comando Sur de los EEUU. Sus advertencias no son nuevas, hace tiempo que el estadounidense sigue de cerca el avance arrollador del régimen de Xi Jinping y estableció como meta para sus últimos meses de gestión -se jubilará a finales de este año- a señalar esos peligros con la firme intención de frenarlos.
En una entrevista con la sección especializa en las relaciones EEUU- China del medio norteamericano Politico, Faller además hizo foco en un tema recurrente: la profundización de la influencia china en nuestra región.
“Tengo una sensación de urgencia respecto a las actividades de China en el hemisferio occidental”, dice y señala que las empresas estatales y privadas de la República Popular China suelen aprovechar la corrupción generalizada en la región para socavar las prácticas de contratación justas y eludir el cumplimiento de las normas medioambientales. “Una táctica habitual que utilizan es la de ofrecer lucrativos sobornos a los funcionarios locales a cambio de acuerdos favorables”.
Así, explica, China está tratando de aumentar drásticamente el comercio y la inversión en América Latina. El asunto, remarca, es que que China no busca una competencia justa basada en reglas. Busca crear dependencias, no asociaciones de confianza. A través de la profundización de sus vínculos económicos y su influencia coercitiva, Pekín está compitiendo por el apoyo clave de los socios regionales en las votaciones de la ONU y el respaldo a los nombramientos chinos en las instituciones multinacionales.
“Pekín quiere crear un sistema mundial en el que los regímenes autoritarios se consideren formas legítimas de gobierno. Un sistema en el que el Estado de Derecho, los derechos humanos y la libertad de expresión sean sofocados. Un sistema en el que las normas internacionales se manipulan en su propio beneficio, y ya está ocurriendo”, denuncia Faller.
Señala que Pekín se siente más cómodo tratando con regímenes autoritarios como el suyo. “El comportamiento China en Venezuela es un ejemplo de ello. No es casualidad que las empresas chinas proporcionen regalos y sobornos para engrasar las ruedas mientras hacen negocios con el régimen de Maduro, que al igual que el suyo, abusa sistemáticamente de los derechos humanos”.
Pero no son solo acusaciones las del jefe del Comando Sur, los frutos del crecimiento de esa influencia se ven en toda la región: “Cuando viajo, veo docenas de proyectos portuarios de la República Popular China de diversas formas y tamaños. Pekín está buscando puertos de aguas profundas en Jamaica, República Dominicana, El Salvador, Argentina y otros lugares. La presencia de empresas chinas cerca del Canal de Panamá y de la Zona Franca de Colón es cada vez mayor”.
E insiste en que estos puertos están diseñados para ayudar a alimentar el apetito de China por los recursos. “Lo que está haciendo un verdadero daño al medio ambiente de la región. Contribuye a la deforestación de la Amazonia, a la minería y la tala ilegales con una supervisión medioambiental poco rigurosa, y a la sobrepesca. De hecho, estamos en la temporada en la que cientos de barcos pesqueros chinos se posicionan frente a las costas de Ecuador, incluyendo la Reserva Marina de Galápagos, Perú, Chile y Argentina, dejando caer sus redes y agotando la pesca de los lugareños”.
Y advierte directamente a los líderes latinoamericanos: “Lo que China busca en esta región es el agua. Con sólo el 8% de la población mundial, América Latina y el Caribe tienen el 30% del agua dulce del mundo. En cambio, China tiene más del 18% de la población mundial, pero sólo el 8% del agua dulce del planeta. Esto ayuda a explicar el creciente interés de China por América Latina y el Caribe: la región proporciona el agua y la tierra cultivable que tanto necesita y que puede ayudar a China a alimentar a su población”.
Faller, además, desnuda la táctica de Xi Jimping: “Utiliza su influencia económica y tecnológica para crear condiciones que obliguen a sus socios a elegir un bando”.
El norteamericano advierte que la ventaja histórica de su país - valores democráticos y cultura- “se está perdiendo” y aspira a que el Gobierno de Biden amplíe los esfuerzos de educación y entrenamiento militar internacional. “Debemos encontrarnos con nuestros socios en el punto de sus necesidades, y trabajar con todos ellos para perseguir juntos amenazas globales comunes como las organizaciones criminales transnacionales, el cambio climático y la influencia china”
“Cuando hablo con mis homólogos regionales, no les pido que elijan entre Estados Unidos y China. Pero sí hablamos de valores: la libertad de expresión, el Estado de Derecho, el respeto a los derechos humanos, la igualdad de género y racial. Lo que sí les digo a mis socios es: ‘¿Dónde quieres estar con respecto a esos valores, y cómo crees que se encuentra China en esa escala?’”, reveló.
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