En la pequeña ciudad de Hyattsville, en Maryland, la barbería The Shop Spa -cuya clientela es predominantemente afro-americana y latina- está ofreciendo la vacuna de una dosis de Johnson & Johnson contra el COVID-19. El combo viene con un sándwich gratis de pescado frito y un cupón por el valor de 30 dólares que se puede usar para un corte de pelo y una afeitada. Se trata de la primera clínica de vacunación en una barbería en el país y sus organizadores creen que pudiera convertirse en un modelo nacional.
El proyecto nace de una sociedad entre la comunidad afro-americana de la ciudad, los dueños de comercios, la Universidad de Maryland y el equipo de respuesta al COVID-19 de la Casa Blanca quienes decidieron contactar a barberos y peluqueros para poder llevar las vacunas a sitios en los que la población se siente cómoda. La barbería de Hyattsville es solo la prueba piloto de un programa más amplio.
A partir de hoy, el grupo organizará reuniones virtuales vía Zoom con dueños de peluquerías y barberías en todo el país para proponer la idea.
“¿Por qué no ir donde la gente tiene confianza? Como las barberías o los salones de belleza”, se preguntaba en una reunión pública Stephen B. Thomas, profesor de salud pública de la Universidad de Maryland y fundador de la iniciativa HAIR (Investigación y Alcance de Defensores de la Salud, por sus siglas en inglés en un juego de palabras con el término cabello). Durante más de diez años, el profesor Thomas ha defendido la idea de utilizar los salones de belleza y las barberías para causas sociales, por la confianza del público en estos sitios a los que suelen asistir por años. “Esta gente tiene credibilidad en la calle y pueden educar a sus clientes para que se vacunen”, argumentaba el académico.
Queda un mes para la fecha límite establecida por el presidente Joe Biden para alcanzar la meta de tener el 70 por ciento de la población adulta del país vacunada. En los 50 estados la vacuna está disponible desde hace semanas para todo aquel que la quiera.
Pero Estados Unidos se está enfrentando a la barrera de que parte de su población no quiere vacunarse. Los expertos creen que un porcentaje de aquellos que están eligiendo no vacunarse podrían cambiar de opinión si reciben información de parte de personas en las que confían, y no necesariamente de políticos o de medios de comunicación.
En parte por eso es que a nivel nacional se está decidiendo dejar atrás los grandes centros de vacunación, para concentrar los esfuerzos en pequeñas clínicas en todos los barrios. Se espera que con la cercanía y la practicidad, sumado a la confianza de recibir la vacuna en un sitio en el que la persona se siente cómoda por frecuentarlo seguido, algunos indecisos se inclinen por inocularse.
En Florida, por ejemplo, a fines de junio se cerrarán los centros de vacunación masivos que funcionan en los estadios, para concentrar los esfuerzos en centros pequeños a lo largo y ancho del estado. Además, el costo de mantener abierto un estadio como centro de vacunación es extremadamente alto.
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