El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, solicitó este jueves apoyo financiero a la comunidad internacional para poder implementar medidas que le permitan luchar contra el cambio climático en el país.
Entre las distintas acciones que el país se ha comprometido a tomar se destaca el combate a la deforestación ilegal, para lo cual, según reportó The Wall Street Journal, pidió USD 1.000 millones a la administración de Joe Biden.
Sin embargo, el gobierno de los Estados Unidos ha indicado que actualmente espera ver acciones concretas por parte de Brasilia. “Lo que queremos ver del gobierno brasileño son pasos claros y tangibles y una señal política de que quieren reducir o enfrentar el problema de la deforestación ilegal”, expresó Namita Biggins, vocera del departamento de Estado del país norteamericana.
En diálogo con Infobae, Biggins se refirió al rol que debería tener Brasil en los esfuerzos para luchar contra el cambio climático en la región, graficó las consecuencias que ya tiene en la actualidad, y describió el plan de financiamiento internacional a estos efectos anunciado por la administración de Biden.
La vocera de la cartera de Relaciones Exteriores reiteró que “está claro” que el gigante sudamericano “tiene un papel muy importante” a nivel latinoamericano en el asunto y que debe “tomar una posición de liderazgo”.
Las palabras, reiteradas durante los últimos días por funcionarios de primera línea -entre ellos el enviado climático John Kerry, quien también pidió “resultados tangibles- parecen haber tenido impacto en el gobierno brasileño.
Durante años, Bolsonaro rechazó la influencia de sus políticas en el cambio climático. Llegó a asegurar ante la ONU en 2019 que el Amazonas estaba prácticamente intacto pese a que desde su toma de posesión la deforestación alcanzó los niveles más altos en una década. El año pasado, la cifra alcanzó los 11.000 kilómetros cuadrados, un área del tamaño de la ciudad de Nueva York.
Sin embargo, reportó Reuters, “la administración de Biden parece haber forzado un realineamiento en las relaciones al poner el medio ambiente en el centro de los vínculos diplomáticos durante las últimas semanas”.
Al menos en el plano retórico, este parece ser el caso. Bolsonaro anunció durante la Cumbre Climática que adelantaría en 10 años la meta de llegar a la neutralidad de carbono. También reiteró su compromiso de terminar con la deforestación ilegal para 2030 y que el país reduciría a la mitad sus emisiones para la misma fecha.
La administración de Biden no se refirió durante la cumbre climática a los pedidos de ayuda económica cursados por el presidente brasileño, pero sí anunció durante el día una iniciativa macro a nivel internacional para “financiar la respuesta climática global de manera coordinada”.
El documento indica que Estados Unidos buscará duplicar para 2024 los fondos que dedica a proyectos de esta naturaleza, tomando como base las sumas de la segunda administración de Barack Obama (2013-2016).
“Las agencias estadounidenses, trabajando con sus socios, priorizarán inversiones climáticas, mejorarán la asistencia técnica y la capacidad a largo plazo, ajustarán su apoyo a las prioridades y necesidades de cada país, e impulsarán inversiones que tengan en el centro la adaptación y la resiliencia”, indica un párrafo.
El proyecto también pone énfasis en el esfuerzo que hará para lograr acciones similares por parte del sector privado. Entidades como Millenium Challenge Corporation, explicó -una agencia independiente del gobierno enfocada en proveer ayuda económica- “expandirá asociaciones y el uso de finanzas híbridas para catalizar el uso de capital privado en proyectos climáticos. En la misma línea actuarán otras entidades como el Export-Import Bank of the United States (EXIM) y Development Finance Corporation (DFC) , entre otros.
La secretaria del Tesoro, Janet Yellen, anunció la voluntad de su departamento de encontrar maneras de lograr por su parte la movilizacón de fondos privados en proyectos climáticos.
El plan no contiene aún provisiones específicas para las distintas regiones del mundo, pero América Latina estaría entre aquellas que más lo necesitarían. Según explicó el director del programa de América Latina del Wilson Center, Benjamin Gedan, la magnitud del colapso económico causado por la pandemia de COVID-19 generó que la mayoría de los jefes de Estado no se enfocaran en combatir el cambio climático.
“Argentina, México y Perú todavía no han destinado un solo dólar asignado a la recuperación económica a reducir los gases de efecto invernadero”, indicó junto al ex consultor del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Guy Edwards, en un artículo publicado en Project Syndicate.
“Sin el apoyo de aliados líderes como los Estados Unidos, América Latina tendrá dificultades para avanzar en una transición a energía limpia, especialmente si se enfoca en impulsar sus industrias de petroleo y gas como manera de recuperarse de la pandemia. En contraste, incentivos de Estados Unidos e interacción diplomática podrían acelerar una transformación verde que le ofrezca tanto a Estados Unidos como América Latina enormes oportunidades sociales y económicas”, concluyen ambos.
Los efectos negativos en la región, explicó Biggins, ya tienen lugar. Los graficó haciendo referencia las masivas migraciones que tienen lugar desde América Central hasta América del Norte, muchas de ellas catalizadas por desastres climáticos como huracanes.
“Lo explicó el secretario (de Estado, Antony) Blinken. Esto crea un impulso para migrar en gente que ya vive en situaciones de pobreza e inseguridad. Después de un golpe por un desastre natural se sienten empujados a buscar una vida mejor”, expresó. Y concluyó: “Por ello debemos estar atentos a las consecuencias del cambio climático y buscar soluciones juntos”.
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