La secretaria del Tesoro de los Estados Unidos, Janet Yellen, llamó este lunes a los países desarrollados a incrementar los niveles de asistencia sanitaria y económica a las naciones en desarrollo, advirtiendo que campañas lentas de vacunación en estos últimos podrían significar una amenaza no sólo para su recuperacióin económica, sino para la de todo el mundo.
En declaraciones realizadas en Chicago ante el Council of Global Affairs (Consejo de Asuntos Globales, en inglés), la funcionaria fundamentó su declaración en estadísticas que resaltan la posibilidad de que hasta 150 millones de personas caigan en la pobreza como consecuencia de las crisis económicas causadas por la pandemia.
“Esto representaría una profunda tragedia económica para esos países y deberíamos preocuparnos por ellas. Pero eso es obvio. Lo que es menos obvio -pero no por ello menos cierto- es que esa divergencia (entre la velocidad con la que los páíses están inoculando a su población) también sería un problema para los Estados Unidos”, indicó.
Y agregó: “Nuestra tarea principal claramente debe ser detener al virus asegurándonos de que vacunas, terapias y testeos tengan el mayor nivel de disponibilidad posible”.
Según estadísticas de sitios especializados en el monitoreode la producción, distribución y aplicación de los distintos inoculantes a nivel global, numerosos países recién lograrían llegar a cubrir amplias partes de sus poblaciones para 2023 o 2024.
En contraste, por ejemplo, Estados Unidos llegaría a cubrir el 75 por ciento de su población al ritmo actual de vacunación en los próximos tres meses, el Reino Unido lo haría en 5, y el total de la Unión Europea en un año.
Sin embargo, medidas que podrían contribuir más rápidamente a conseguir los objetivos mencionados por Yellen enfrentan reticencias por parte de varios países desarrollados.
La propia administración de Joe Biden hasta ahora se ha resistido a levantar las restricciones de propiedad intelectual que permitirían una mayor producción de vacunas a nivel global, pese a un reporte del 26 de marzo que indicó que la posibilidad se está estudiando dentro de la Casa Blanca.
Una iniciativa de esa naturaleza presentada ante la Organización Mundial de Comercio (OMC) por India y Sudáfrica fue rechazada por Estados Unidos, el Reino Unido y la Unión Europea, entre otros, quienes aseguraron que la medida atentaría contra el desarrollo de la industria farmacéutica al quitarle incentivos para invertir en investigación y desarrollo.
La decisión, lo mismo que la desigual distribución actual de vacunas a nivel global, ha sido calificada de “grotesca” por el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus.
“En enero declaré que el mundo estaba al borde de un catastrófico fracaso moral si no se adoptaban medidas urgentes para garantizar una distribución justa de las vacunas anticovid. Tenemos los medios para evitar este fracaso, pero es sorprendente lo poco que se ha hecho para evitarlo”, dijo en una rueda de prensa a finales de marzo.
“La brecha entre el número de vacunas administradas en países ricos y las aplicadas a través de COVAX [el mecanismo de la OMS para abastecer a países pobres] sigue creciendo, y se está tornando más grotesca cada día”, expresó entonces.
Cuatro días después, las autoridades advirtieron por demoras en la distribución de vacunas porque India, que fabrica inoculantes desarrollados por AstraZeneca y la universidad de Oxford y usados en el programa, priorizaría su demanda interna ante un aumento de casos a nivel local.
Un comunicado de la OMS señaló que COVAX ha informado a los participantes a los que se les han asignado dosis de la vacuna AstraZeneca-Oxford que algunas de las primeras entregas previstas en marzo tendrán lugar ahora en abril.
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