Pasaba la media noche el 10 de julio de 1912, un asesino agazapado en las sombras levantaba el pestillo de la puerta trasera de una casa de madera de dos pisos en la pequeña ciudad de Villisca, en Iowa (Estados Unidos). La puerta no estaba cerrada con llave así que el asesino pudo entrar silenciosamente y cerrarla tras de sí. Adentro estaban seis niños y dos adultos, todos murieron esa noche, el arma homicida fue un hacha y el perpetrador nunca fue atrapado, iniciando así una leyenda que ha perdurado por más de 100 años y es que según los habitantes de ese pueblo, las almas de los que murieron esa noche, nunca dejaron el lugar.
El lugar hoy es conocido como “La Casa del Asesino del Hacha”, y funciona como un museo para los interesados en la historia de los asesinatos, estudiantes de medicina o criminalística que llegan a recrear lo sucedido, personas de la tercera edad que llegan en actividades de geriátricos a tratar de resolver el misterio, turistas ocasionales aficionados de lo paranormal buscando irse con algún susto y muchos investigadores paranormales que documentan sus experiencias pasando noches en la casa.
La propietaria de la casa es Martha Linn, la compró junto con su difunto esposo Darwin en 1994 cuando salió a la venta en oferta pública. Ella se opuso al principio, pues conocía la historia de los asesinatos, además para ese entonces la pareja dirigía un museo sobre la historia de Villisca, que Martha vendió en 2011 después de la muerte de Darwin para poder concentrarse únicamente en la administración de la casa.
Darwin no solo compró la casa, sino que se dedicó a restaurarla lo más cercanamente posible a su estado original, pues entre 1912 y 1994 el lugar sufrió diferentes remodelaciones y modernizaciones que buscaban alejarla de su pasado. Le agregaron un baño, eliminaron su porche para ampliar la cocina, y otras modificaciones más que obligaron a la pareja de esposos a utilizar fotos y registros judiciales para llevarla al momento en que ocurrieron las muertes.
“Todo estaba en nuestros bolsillos y en el ingenio de Darwin. Entonces, se nos ocurrió lo que pensamos que era un facsímil razonable de cómo se veía en 1912”, le dijo Linn al Daily Iowan el año pasado.
Para la propietaria, el tiempo de la compra fue muy oportuno pues películas como “El Sexto Sentido” y “Candyman” habían creado un revuelo por lo sobrenatural entre el público americano, y gracias a la historia de la casa, la cual se mantenía vigente, los investigadores paranormales comenzaron a llegar de día y de noche, en busca de pruebas de la existencia de sus fantasmas.
El origen de la “maldición”
Cuando el asesino entró a la casa tomó una lámpara de aceite de un tocador, dobló la mecha en dos para minimizar la llama, encendió la lámpara, y la bajó tan bajo que solo arrojaba una tenue luz dentro de la casa donde todos dormían.
También tomó un hacha que probablemente encontró en el cobertizo de carbón de la casa y la cargó por todo el pasillo. Pasó junto a una de las habitaciones donde dormían dos niñas, de 12 y 9 años, y subió las escaleras de madera haciendo el menor ruido posible para llegar a las otras dos habitaciones.
En una de ellas había cuatro niños pequeños más, pero los ignoró en un primer momento, porque su primer objetivo era la habitación en la que Joe Moore, de 43 años, y su esposa, Sarah dormían.
Al llegar al borde de la cama el asesino alzó el hacha de Joe tan alto que rajó el techo y le descargó con toda su fuerza la parte plana del arma en el cráneo, probablemente matándolo instantáneamente. De inmediato le propinó un terrible golpe a Sarah antes de que esta pudiera incorporarse.
Dando por muerta a la pareja, el asesino fue a la puerta de al lado y con la misma hacha, mató a los cuatro niños de los Moore mientras dormían. No existe evidencia, dicen las reconstrucciones judiciales del caso, de que los niños Herman, 11; Katherine, 10; Boyd, 7; o Paul, de 5 años, se hayan despertado antes de morir.
El agresor ni ninguno de los cuatro niños hicieron suficiente ruido como para molestar a las dos amigas de Katherine, Lena e Ina Stillinger, mientras dormían abajo. Luego, el asesino bajó las escaleras y tomó su hacha hacia las chicas Stillinger, la mayor de las cuales finalmente pudo haber despertado un instante antes de que ella también fuera asesinada.
Lo que pasó después fue tan escalofriante que los locales creen que por eso las almas de los niños y sus padres aún habitan la casa. El asesino, hacha en mano, volvió a subir y hachazo a hachazo redujo las cabezas de los Moore a pulpa sanguinolenta.
Tal fue la violencia del ataque que los rostros de los Moore quedaron irreconocibles. Luego preparó la ropa de cama para cubrir las cabezas de Joe y Sarah, colocó una camiseta de gasa sobre el rostro de Herman y un vestido sobre el de Katherine, cubrió a Boyd y Paul también, y finalmente administró el mismo terrible castigo post mórtem a las chicas de la planta baja antes de recorrer la casa colgando telas sobre cada espejo como en una especie de ritual mórbido.
En algún momento, el asesino también tomó un trozo de tocino crudo de dos libras de la nevera, lo envolvió en una toalla y lo dejó en el piso del dormitorio de la planta baja cerca de un pequeño llavero que, aparentemente, no pertenecía a los Moore.
No fue hasta que el sol del día siguiente se elevó sobre Villisca que el asesino salió de la casa, cerrando la puerta tras de él y llevándose consigo las llaves. Pasaron horas antes de que los cuerpos fueran encontrados, y aunque causaron un gran impacto en todo el pueblo y en las poblaciones cercanas, el asesino nunca fue encontrado.
Otra noche de terror paranormal
Era la noche del 7 de noviembre de 2014 y Johnny Houser, cuidador de “La Casa del Asesino del Hacha”, recibió a un huésped que esa noche se quedaría con sus padres en la casa. Era algo de rutina, muchas personas se habían quedado en el lugar en los años que llevaba cuidándolo, era una de las ‘atracciones’ que ofrece, una noche en una verdadera ‘casa embrujada’.
El propio Johnny, que es fanático de la historia, había dormido varias noches ahí, nunca con mayores sustos que algunos ruidos extraños o voces que escuchaba en las noches y que si atribuía al alma de los niños muertos, ciertamente no eran suficiente para espantarlo.
Sin embargo, lo que vivió esa noche no tenía comparación y desde entonces nunca más se volvió a quedar a dormir en la casa.
Esa noche comenzó como cualquier otra, Johnny estaba en el granero esperando el coche de los huéspedes cuando vio a un hombre de pantalones de camuflaje y un cuchillo de caza atado al cinturón.
Al principio no se sorprendió pues, salvo el cuchillo, es una atuendo común de la gente del lugar. Lo que sí le pareció extraño era que un hombre mayor, de unos 50 años, se hospedara en una casa embrujada junto con sus padres que eran bastante ancianos. Cuando se despidieron el hombre, que era un “cazafantasmas”, le dijo a Johnny que “le daría su merecido a la casa”, una sentencia bastante irónica para lo que pasaría a continuación.
Cuando Johnny despertó se dio cuenta que había cientos de publicaciones en redes sociales donde lo etiquetaban. Todos los titulares decían algo similar: “Hombre se apuñala en la Casa del Asesino del Hacha”. Al llegar a la casa Johnny encontró en el piso de la cocina una manta envuelta y una patita de oso de peluche que sobresalía de ella. Algo común entre los visitantes de la casa es dejar osos de peluches y todo tipo de muñecos como regalo para los niños que murieron, pero ese osito estaba cubierto en sangre así que de entrada pintaba una escena tenebrosa.
“No de nuevo, no otra vez en esta casa”, pensó Johnny. El cuidador entró con una botella de lejía y una toalla, algo que había visto que hacían en Los Sopranos, esparció la lejía por el suelo y trapeó con una toalla que pisó con el pie.
“Se supone que esto debería ser divertido. ¿Deberíamos cerrar?”, cuenta que le dijo Martha Linn, la dueña de la casa al entrar y presenciar la escena. Pero Johnny se negó y le dijo que si cerraban era aceptar que la casa estaba embrujada y muchas personas irrumpirían por siempre en el lugar.
Juntos entraron al cuarto de los niños, donde el cazafantasmas del cuchillo fue encontrado por sus padres con el pecho atravesado, al parecer se había auto infringido la herida después de estar haciendo una especie de investigación paranormal en el dormitorio.
Años después Johnny volvió a encontrarse con aquel hombre, fue durante la grabación de un programa de televisión que llegaron a hacer en la casa llamado Kindred Spirits, cuyos productores habían convencido al apuñalado para que volviera al lugar donde casi pierde la vida.
Al verlo Johnny aprovechó para hacerle todas las preguntas que le habían estado dando vueltas por la cabeza todo ese tiempo. ¿Por qué traía un cuchillo? ¿Qué pasó exactamente esa noche?
El hombre le dijo que siempre iba armado por protección, pero que al no conocer las leyes de Iowa sobre porte de pistolas decidió llevar solamente un cuchillo. La noche del incidente había estado solo en el dormitorio, invocando fantasmas y tratando que estos lo atacaran.
Quebrantado, dijo que esa noche su vida se había arruinado, pues todo el mundo pensaba que estaba loco o que lo había fingido todo para ganar dinero o fama, pero que la verdad era que no recordaba nada, pues después de haber estado en el cuarto retando a los espíritus lo siguiente que recuerda es despertar en el hospital con la herida de cuchillo en el pecho.
Ese día, aquel hombre tuvo el chance de redimirse y pedirle perdón a la casa por provocar a sus espíritus.
La Casa del Asesino del Hacha, sigue abierta al público, recibiendo visitantes curiosos y arriesgados constantemente, aunque a causa de las restricciones del COVID-19 tuvo que cerrar sus puertas temporalmente y después adaptarse a las restricciones del distanciamiento social.
Todavía hay muchas personas interesadas en visitarla y es una parada obligada en los tours sobre lo paranormal en Estados Unidos. Los más valientes que se han atrevido a pasar allí sus noches tienen cada uno una historia que contar, aunque no ha vuelto a pasar algo tan tenebroso como la historia de aquel hombre que se apuñaló en el pecho con su propio cuchillo, así como el asesino de los Moore mató a toda la familia con el hacha del propio Joe. Tal vez la lección de todo esto es que si vas a pasar una noche en una casa embrujada, no lleves contigo ningún objeto que pueda matarte.
SEGUIR LEYENDO