Una rama de olivo en la nueva diplomacia entre Washington y Teherán

EEUU comunicó esta semana estar listo para reunirse y hablar con Irán, que respondió afirmativamente pero exige como condición sine qua non el levantamiento de las sanciones antes de cualquier reunión. La exigencia iraní a la administración Biden parece ser innegociable

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El presidente de Estados Unidos, Joe Biden
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden

Estados Unidos reconoció haber recibido un documento firmado por el ministro de Relaciones Exteriores Javad Zarif, dirigido al Departamento de Estado, donde informa la predisposición de Teherán para dar comienzo a una serie de reuniones de forma inmediata a efectos de iniciar el dialogo directo entre ambos países junto a la voluntad de Irán de que ello sucederá una vez que se liberen los miles de millones de dólares retenidos en diferentes bancos internacionales y se levanten las sanciones estadounidenses vigentes.

Según una publicación del día martes pasado, la agencia oficial de noticias iraní confirmó el documento diplomático enviado e indicó que Teherán se compromete a revertir de forma inmediata cualquier acción que contradiga el acuerdo nuclear firmado en 2015 por el ex-presidente Obama y que fuera dejado sin efecto por su sucesor, Donald Trump, en 2018.

Parte de la carta remitida recientemente por Zarif la publicó el propio ministro en su cuenta de Twitter tiempo atrás cuando dijo: “Es simple, cuando se levanten las sanciones, revertiremos de inmediato todas las medidas activas”, publicó Zarif en su cuenta de Twitter a mediados de febrero, la misma idea está incluida en la misiva enviada esta semana a Washington por el Canciller iraní.

Fuentes cercanas a la administración Biden confirmaron a la agencia Reuters que el presidente está considerando medidas concretas y directas para avanzar en el dialogo, bajar las tensiones existentes y resolver una crisis mas compleja en materia de herencia de su administración, dado que el programa nuclear iraní impacta de forma directa en los socios de Washington en la región.

Ante la noticia, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas también podría extender “una rama de olivo diplomática” descomprimiendo las medidas restrictivas que hoy pesan sobre los diplomáticos iraníes acreditados en la sede neoyorquina de la ONU respecto de sus movimientos y actividades diplomáticas.

En los pasillos de Naciones Unidas esta semana trascendió que la administración Biden informó que una serie de aproximaciones y diálogos -no oficiales- han comenzaron de parte de funcionarios iraníes y están avanzando dado que Teherán está considerando la oferta de Washington de hablar de forma directa sobre la reactivación del acuerdo dentro de los próximos 30 días.

Según funcionarios de la cancillería iraní hay consenso hacia el interior del régimen pero la condición de discutir un mecanismo para sincronizar el regreso al acuerdo de 2015 debe recorrer los pasos previos que den lugar al levantamiento de las restricciones. Estos acercamientos y una serie de movimientos que han tenido lugar desde la asunción del presidente Joe Biden muestran un cambio de tono respecto de las relaciones entre Washington y Teherán.

Muchos diplomáticos europeos señalan que se aprecia un cambio en el curso de las relaciones y un esfuerzo estadounidense por remediar lo actuado por la gestión anterior que había adoptado una línea extremadamente dura con Irán cuando el presidente Trump acusó al régimen de fomentar y financiar la violencia extremista en Oriente Medio y de intentar desarrollar armas nucleares, acusaciones que Teherán ha negado constantemente. Sin embargo, en mayo de 2018, Trump abandonó el acuerdo nuclear con Irán de 2015 e impuso un nuevo paquete de sanciones mucho más duro que las vigentes a ese momento. A su vez, Irán comenzó a violar los términos del acuerdo.

El presidente Biden ha expresado su voluntad de volver a comprometerse con Teherán, aunque insistió en que se debe volver a los términos del acuerdo original antes de discutir la posibilidad de aliviar las sanciones.

El Departamento de Estado respondió al ministro Zarif diciendo que aceptaría una invitación de la Unión Europea (UE) para asistir a una reunión en la que también participen los firmantes del acuerdo de 2015. Washington no ha tenido reuniones de tal naturaleza desde que Trump se retiró del acuerdo. De todos modos, todavía no se ha emitido una invitación formal pero se espera que eso ocurra en breve en virtud de conversaciones que se llevan adelante por estas horas entre los diplomáticos estadounidenses, británicos, franceses y alemanes.

Sin embargo, la misión estadounidense ante la ONU expresó que Estados Unidos está aliviando las restricciones impuestas por la administración Trump a los movimientos de los diplomáticos iraníes dentro de Naciones Unidas. En tal sentido, el vocero del Kremlin, Dmitry Peskov, dio a conocer un comunicado a la prensa de Moscú indicando que es una muy buena decisión de Washington no pedir más sanciones internacionales contra Irán, aunque todavía queda mucho trabajo por hacer para recuperar la plena adhesión al acuerdo revisando ciertas modificaciones que pretende la administración Biden sobre el. Restaurar el régimen JCPOA (por sus siglas en inglés) es lo importante, dijo Peskov refiriéndose al Plan de Acción Integral Conjunto como se conoce formalmente el acuerdo con Irán. “El hecho de que se hayan levantado las restricciones impuestas por Trump en 2019 cuando prohibió a los diplomáticos iraníes entrar en ciertas oficinas de la sede de la ONU en Nueva York, es un gran avance”, declaró el vocero del Kremlin.

El presidente iraní, Hasan Rohaní.
El presidente iraní, Hasan Rohaní.

Por su parte, el Departamento de Estado indicó que todavía los diplomáticos iraníes siguen sujetos a las restricciones para los países con malas relaciones con Estados Unidos al igual que los representantes de Corea del Norte, y necesitan de una autorización para viajar o movilizarse más allá de un radio de entre 30 y 40 kilómetros desde la sede de Naciones Unidas.

En la misma línea de acompañamiento a los gestos tendientes a flexibilizar las posiciones estadounidenses, el Secretario de Estado Antony Blinken declaró el martes que la administración trabaja fuertemente para desescalar ese tipo de restricciones administrativas y preparar un escenario de confianza que da lugar a un acercamiento bilateral tendiente a resolver el controversial de forma completa y positiva para todos los países involucrados de la región. “Las piezas se están acomodando y ahora se van posicionando como creemos que debe suceder”, declaró Bliken al New York Times.

“La desescalada y un aggionamiento del acuerdo nuclear que se enfoque positivamente tanto para Washington como para Teherán debe ser lo suficientemente atractiva para los socios de Estados Unidos del Golfo. La disminución de los ingresos petroleros significa que estas naciones pronto tendrán que tomar decisiones difíciles entre invertir en reformas económicas o librar guerras con países vecinos. Ante estos conflictos potenciales y el control estatal de las economías locales, atraer inversiones extranjeras significativas a la región no será más que una fantasía si no llegamos a un buen acuerdo, de allí la urgente necesidad de una solución rápida y completa”, indicó el Secretario Blinken

Uno de los factores relevantes para superar la crisis es que Estados Unidos sabe que debe resolver ese asunto y además buscar otro beneficio adicional que forma parte de su interés por descomprimir las tensiones entre el Golfo e Irán para que los intereses de sus socios del Golfo se vean protegidos de las organizaciones que difunden el islám wahabí en la región. Ese wahabismo ha desarrollado un doctrina ultra-conservadora brinda las bases de la ideología extremista que por años mantuvo la disputa entre los países del Golfo e Irán confrontando a su contraparte revolucionaria chiíta desde el advenimiento de la revolución Islámica iraní a finales de la década del 70 y principios de los 80.

Ante los movimientos de Biden, algunos analistas árabes de países sunnitas partidarios del statu quo del Golfo argumentan que si su administración concesiona en exceso para alcanzar un acuerdo con los khomeinistas, los líderes del Golfo se alejarán de Estados Unidos y nada indica que no elijan asociarse con China o Rusia si es que ambos se alejaran de Irán. Esa idea y su argumento no solo carece de sustentación sino que es falsa, sencillamente porque el mundo ya no vive en los tiempos de la guerra fría, Rusia tiene poco que ofrecer en la región y a medida que la demanda mundial del petróleo siga cayendo, Moscú competirá inevitablemente con los países del Golfo sólo por sus intereses geoestratégicos regionales, no por otro aspecto. Al tiempo que China seguirá buscando oportunidades económicas en la región y más allá de ella, como lo hace, pero no estará dispuesta a desempeñar un papel militar de seguridad en el futuro cercano. En consecuencia, ni Moscú ni la armada china acudirán en ayuda de un país del Golfo que fuera  atacado.

Ante el escenario actual, el controversial nuclear será resuelto por las partes involucradas de forma directa o no lo será. Cualquier acuerdo futuro debería tener el acompañamiento de los países europeos y será seguido muy de cerca por Israel por el interés en su propia  seguridad nacional.

Las negociaciones actuales parecen retornar a la vía diplomática centrada en una nueva modalidad de diálogo directo del que puede surgir un resultado positivo que brinde estabilidad y seguridad a la región y sería muy bueno que así sea. Sin embargo, si ello no sucediera no habrá ni estabilidad ni seguridad, y todo habrá quedado en diálogos que no serán más que la exteriorización vacía de un puñado de supuestas buenas intenciones.

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