El presidente de los Estados Unidos Joe Biden dijo el martes que el país contará con vacunas contra el COVID-19 suficientes para todos los adultos del país para finales de mayo, dos meses antes de lo previsto. También destacó el anunció sobre el acuerdo para que el fabricante de medicamentos Merck & Co. ayude a producir la vacuna recién aprobada por su rival Johnson & Johnson.
Con el suministro reforzado, Biden también anunció que utilizará los poderes del gobierno federal para ordenar a todos los estados que den prioridad a la vacunación de los maestros, y dijo que el gobierno federal proporcionará las dosis directamente a través de su programa de aplicación en farmacias. En esa línea, instó a los estados a administrar al menos una dosis de la vacuna a todos los profesores para finales de marzo como parte de los esfuerzos de su administración para reabrir más escuelas en todo el país.
“Ahora estamos en camino a tener un suministro de vacunas suficiente para todos los adultos de Estados Unidos para finales de mayo”, dijo Biden, quien además destacó la asociación entre las dos compañías farmacéuticas y la comparó con el espíritu de cooperación nacional durante la Segunda Guerra Mundial.
El anuncio se produjo en un momento en que la Casa Blanca pretende acelerar la producción de la vacuna de dosis única de J&J para continuar su camino a la “inmunidad de rebaño”.
Por ello, el gobierno de Biden dijo el martes a los gobernadores que se preparen para que sus suministros de vacunas sigan aumentando en las próximas semanas. Las dosis adicionales también se dirigen a un programa respaldado por el gobierno federal para administrar las dosis en farmacias minoristas más accesibles.
“Tratemos el aprendizaje en persona como el servicio esencial que es”, dijo Biden.
No obstante, el mandatario se mostró reticente a la hora de predecir cuándo volverá la nación a la normalidad. “Mi esperanza es que el año que viene, por estas fechas, volvamos a la normalidad”, expresó, aunque se mostró esperanzado de que esto suceda antes.
Las autoridades han dicho que J&J se enfrentó a problemas de producción inesperados con su vacuna y produjo sólo 3,9 millones de dosis antes de recibir la autorización de uso de emergencia el sábado. La compañía ha prometido entregar 100 millones de dosis para finales de junio.
La secretaria de prensa de la Casa Blanca, Jen Psaki, también anunció el martes que el gobierno federal iba a aumentar el suministro de las vacunas de Moderna y Pfizer a los estados la próxima semana hasta 15,2 millones de dosis por semana, en comparación a los 14,5 millones anteriores. Los estados también recibirán un porcentaje de las 2,8 millones de dosis de la vacuna de J&J que se comenzarán a estar disponibles esta semana.
En una llamada con los gobernadores el martes, Jeff Zients, asesor de la Casa Blanca sobre el coronavirus, dijo que los estados deberían prepararse para administrar un total de 16-17 millones de dosis semanales de vacunas Pfizer y Moderna a finales de marzo, y que la cantidad aumentará a 17-18 millones semanales a principios de abril. El suministro de dosis de J&J a los estados, que se espera que disminuya tras el envío inicial de esta semana, aumentará a 4-6 millones de dosis semanales a finales de marzo y a 5-6 millones de dosis semanales hasta finales de abril.
Más de 800.000 dosis de la vacuna J&J también se distribuirán esta semana a las farmacias. El programa también incluye 2,4 millones de dosis de las otras dos vacunas. Se espera que ambas cifras aumenten constantemente, ya que la Casa Blanca recurre cada vez más a la capacidad de cadenas de farmacias como CVS y Walgreens para ayudar a acelerar la campaña de vacunación masiva del país.
Frente a las preguntas sobre el retraso en el calendario de entregas de la compañía, el vicepresidente de J&J, Richard Nettles, dijo a los legisladores en el Capitolio la semana pasada que la compañía se había enfrentado a “retos significativos” debido a su proceso de fabricación “altamente complejo”.
Se espera que la asistencia de Merck ayude a J&J a cumplir sus compromisos de producción y a ampliar aún más el suministro, pero la administración no dio detalles inmediatamente.
Psaki dijo que fue necesario un “esfuerzo de toda la administración” para conseguir que los dos rivales históricos trabajaran juntos en las vacunas, aunque las conversaciones entre las dos compañías han estado en marcha durante meses. “Hay una diferencia entre las conversaciones y el avance”, dijo.
La Casa Blanca dijo que Merck dedicaría dos plantas al proceso de producción. Una fabricaría la vacuna y la otra se encargaría de introducirla en viales y de garantizar estrictos controles de calidad. Psaki dijo que la administración Biden estaba utilizando sus poderes bajo la Ley de Producción de Defensa para ayudar a Merck a reequiparse para trabajar en la producción. La noticia fue reportada por primera vez por The Washington Post.
En comparación con las versiones de dos dosis producidas por Moderna y Pfizer, la vacuna de J&J requiere menos recursos para su distribución y administración, lo que la convierte en una pieza fundamental para los planes de Estados Unidos de extender las vacunas por todo el mundo, pero sólo una vez que los estadounidenses hayan sido inoculados. La vacuna de J&J puede almacenarse durante meses a temperaturas refrigeradas, en lugar de congeladas, y no requiere que los pacientes vuelvan a recibir una segunda dosis tres o cuatro semanas después.
J&J ha creado una red de producción mundial que incluye la elaboración de la vacuna a granel en sus instalaciones de Janssen en los Países Bajos, y con una empresa en los Estados Unidos, Emergent BioSolutions, y otra en la India, Biological E. Ltd. Hay otros fabricantes contratados para ayudar en los pasos posteriores, como la introducción de la vacuna en viales, en Estados Unidos, Italia, España y Sudáfrica.
En la pugna por crear vacunas contra la enfermedad del COVID-19, los tres fabricantes occidentales de medicamentos que han dominado la industria de las vacunas durante décadas -Merck & Co, Sanofi y GlaxoSmithKline- sorprendentemente se quedaron cortos. Merck interrumpió sus propios planes de desarrollo de una vacuna contra el coronavirus a principios de este año, al comprobar que sus candidatas generaban una respuesta del sistema inmunitario inferior a la de otras vacunas. Dijo que, en su lugar, centraría su trabajo en el desarrollo de tratamientos para el COVID-19.
Ahora, en medio del clamor mundial por más dosis de vacunas, esos pesos pesados están ayudando a fabricar dosis para rivales menos experimentados cuyas vacunas obtuvieron las primeras autorizaciones de emergencia de los reguladores.
Merck ha dicho desde entonces que estaba en conversaciones para ayudar a otras compañías farmacéuticas con la producción de vacunas, pero no quiso decir el martes si otros acuerdos son inminentes.
“Merck sigue firme en su compromiso de contribuir a la respuesta global a la pandemia y de prepararse para hacer frente a futuras pandemias”, dijo la compañía con sede en Kenilworth, Nueva Jersey, en un comunicado.
Sanofi Pasteur, que lleva el nombre del pionero biólogo francés Louis Pasteur, produce más de mil millones de dosis de vacunas al año y es líder en vacunas pediátricas, contra la gripe y la polio. También ha sufrido retrasos con sus candidatas a vacunas COVID-19. Mientras intenta resolver esos problemas, Sanofi ha acordado embotellar y envasar unos 125 millones de dosis de la vacuna de Pfizer y su socio alemán BioNTech, así como unos 12 millones de dosis mensuales de la vacuna de J&J.
GlaxoSmithKline, que fabrica vacunas contra el herpes zóster, la hepatitis, la meningitis y muchas enfermedades infantiles, ha centrado sus esfuerzos en la combinación de su tecnología de adyuvantes con las vacunas de las empresas rivales. Los adyuvantes aumentan la respuesta del sistema inmunitario a las vacunas, lo que significa que podrían utilizarse dosis más pequeñas y ampliar el suministro.
Por ZEKE MILLER, LINDA A. JOHNSON y JONATHAN LEMIRE (Associated Press)
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