Estados Unidos no descartó responder al ataque con misiles contra la coalición internacional liderada por las fuerzas norteamericanas, desplegadas en Erbil en el Kurdistán iraquí, una vez que determine quiénes fueron los responsables.
El ataque ocurrido el lunes dejó un contratista civil muerto y al menos nueve heridos, entre ellos un soldado estadounidense, luego de que se lanzaran hasta catorce cohetes contra las tropas, tres de los cuales impactaron en el Aeropuerto Internacional de Erbil, donde tienen su base las fuerzas de la coalición anti terrorista.
“El presidente de Estados Unidos (Joe Biden) y la Administración se reservan el derecho a responder el momento y la forma que elijamos”, indicó la portavoz de la Casa Blanca, Jen Psaki, en su rueda de prensa diaria.
Psaki precisó que, aparte del soldado estadounidense, el ataque también dejó heridos a varios contratistas estadounidenses, algo que no había confirmado hasta ahora la coalición internacional.
La funcionaria subrayó que Estados Unidos no ha determinado por ahora la autoría del ataque, y que hasta que lo haga, no tomará posibles medidas para responder al mismo, aunque afirmó que tanto el Departamento de Estado como el Pentágono han ofrecido ayuda con la investigación a las autoridades iraquíes.
En el mismo sentido, el portavoz del Departamento de Estado, Ned Price, dijo a los periodistas que la investigación está todavía en sus “etapas tempranas” y es “prematuro” hablar de posibles represalias.
El primer ministro kurdoiraquí, Masrour Barzani, habló este martes con el secretario de Estado estadounidense, Anthony Blinken, y aseguró que le había pedido “apoyar al Kurdistán y al Gobierno central en la investigación conjunta para identificar y llevar ante la justicia a los que perpetraron” la acción.
El ataque se produjo tan sólo tres semanas antes de que el papa Francisco visite Erbil, una región relativamente estable y libre de la presencia de los terroristas del Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés).
El aeropuerto de Erbil también fue atacado en septiembre pasado, con seis misiles que no provocaron daños materiales ni víctimas y cuya autoría no ha logrado ser determinada. Este martes la base aérea permaneció cerrada, mientras las autoridades evaluaban los daños, dijo su jefe, Ahmad Hoshyar, a la agencia AFP.
Tras lo sucedido, la ONU advirtió este martes que Irak podría volver a sumirse en la inestabilidad. En Twitter, la representante de la ONU en Irak, Jeanine Hennis-Plasschaert, denunció “actos atroces y peligrosos” que “constituyen una grave amenaza para la estabilidad”.
También pidió “moderación” y cooperación sobre la investigación entre Erbil, capital de la región autónoma del Kurdistán (norte), y Bagdad.
El Partido Democrático del Kurdistán (PDK), en el poder en esta región, acusó a grupos “bajo la sombra” del Hashd al Shaabi, coalición de paramilitares ahora integrados en el Estado iraquí, de estar “en el origen del ataque”.
El primer ministro iraquí, Mustafa al Kazimi, denunció un ataque dirigido a “crear el caos” en Irak y prometió impedir que su país se convierta en un “patio trasero” donde se produzcan los conflictos regionales.
Dos fuentes de inteligencia dijeron a la AFP que los cohetes fueron lanzados desde el interior de la región autónoma. El atentado, en tanto, fue reivindicado por un grupo poco conocido autodenominado Awliyaa al Dam (“Los Guardianes de la Sangre”). Funcionarios de seguridad indicaron que creen que es un nombre de fachada para ocultar a conocidas facciones proiraníes que quieren que las fuerzas de la coalición abandonen el país.
Las instalaciones militares y diplomáticas occidentales fueron blanco de decenas de cohetes en Irak desde finales de 2019, la mayoría en Bagdad. Sin embargo, se dispararon misiles iraníes hacia el aeropuerto de Erbil en enero de 2020, días después de la muerte del general iraní Qassem Soleimani por un ataque de un dron estadounidense en Bagdad, ataque que hizo temer una guerra directa entre Irán y Estados Unidos.
Luego se dispararon cohetes regularmente contra la embajada estadounidense en Bagdad, y los funcionarios estadounidenses e iraquíes culparon a las milicias proiraníes. En octubre, Washington amenazó con cerrar su embajada si no cesaban los ataques.
Más tarde, facciones iraquíes pro-iraníes aceptaron una tregua negociada bajo los auspicios del gobierno iraquí y los ataques con cohetes casi cesaron.
Desde que Irak declaró la victoria sobre el Estado Islámico a finales de 2017, las tropas extranjeras se han reducido a 3.500 militares, incluyendo 2.500 estadounidenses, casi todos en Erbil, según una fuente de la coalición.
Con información de EFE y AFP
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