En 2016, un hombre abrió fuego en una pizzería de Estados Unidos tras leer una noticia falsa. Aquel incidente fue causado por una teoría de conspiración denominada como el Pizzagate y solo fue el precursor de algo todavía peor: el QAnon.
El pasado 6 de enero, un turba de seguidores asaltó el Congreso en un episodio que dejó cinco personas muertas. Hay sectores en Estados Unidos que consideran que este evento violento sería uno de varios que podrían surgir, incluso sin un detonador específico.
Las fake news que han circulado por años han encontrado eco en miles de personas que creen firmemente en teorías conspirativas. Mezcladas con un poco de verdad, han sido la inspiración de ciudadanos para cometer actos terroristas.
Así ocurrió hace cuatro años cuando Edgar Maddison Welch fue a la pizzería Comet Ping Pong el 4 de diciembre de con un rifle AR-15, una escopeta y un revólver, él creía que iba a salvar a niños de una red de pederastas presuntamente protegida por políticos, sin embargo encontró el sótano totalmente vacío.
Los rumores en las redes sociales crearon el denominado Pizzagate, la teoría conspirativa que se volvió viral en octubre de 2016, un mes antes de las elecciones en las que Donald Trump derrotó a Hillary Clinton, el popular restaurante ubicada en el barrio Chevy Chase de Washington D.C. apareció mencionado en muchos de los mails de John Podesta, director de la campaña demócrata, que habían sido difundidos por WikiLeaks.
Algunos de los correos eran intercambios entre Podesta y James Alefantis, el dueño del lugar, y versaban sobre la organización de eventos para recaudar fondos. Nada particularmente escabroso, sin embargo, fue el origen de esta insólita teoría llamada Pizzagate. Inventada en páginas web marginales, y luego propagada por comunicadores muy controversiales, como Alex Jones —fundador de InfoWars—, quien sostenía que dirigentes demócratas realizaban en el sótano de Comet Ping Pong rituales satánicos en los que abusaban de niños.
Convencido de que la denuncia de la que leía todos los días en distintos foros era cierta, y de que tenía que hacer algo para detener lo que estaba ocurriendo, Edgar Maddison Welch llegó ese día a la pizzería, tras ahuyentar a clientes y empleados. Así, fuertemente armado, bajó a buscar al sótano. No encontró ningún niño porque nunca existió tal hecho. Sí había una puerta cerrada con llave, que abrió a balazos. Al ver que no era más que un depósito de cosas viejas, se entregó a la Policía.
Maddison Welch, de entonces 28 años, fue condenado a cuatro años de prisión. En el juicio, sus conocidos lo describieron como un cálido padre de familia, trabajador y muy religioso, que había ido como voluntario a Haití, tras el terremoto de 2010.
El origen de QAnon
Estas presuntas y descabelladas teorías de una red de pederastas protegida por políticos, llamada Pizzagate quedó irremediablemente desacreditada para muchos de los que creían en él, luego de que Maddison Welch fuera arrestado y se comprobara que en ese lugar no había niños victimizados; pero estas ideas lograron reconfigurarse.
Un año después, empezaron a circular por los mismos canales los mensajes anónimos de un individuo identificado con la letra Q, que aseguraba tener acceso a información clasificada que confirmaría la existencia de una red global de pederastas satánicos, liderada por el Partido Demócrata.
La gran mayoría de estos mensajes que consideraban “encriptados”, fueron subidos a la plataforma 4chan, una web usada por distintas subculturas digitales como foro para discutir a partir de imágenes y, cada vez más, difundir teorías conspirativas. No tiene tanta difusión como Facebook o Twitter, ni es tan estética, pero permite publicar cosas de forma anónima, sin demasiado escrutinio por parte de nadie.
El 28 de octubre de 2017, un usuario desconocido —que luego empezaría a ser llamado Q— publicó en 4chan el mensaje fundacional de su movimiento. “Ya está en marcha la extradición de HRC (Hillary Clinton), efectiva desde ayer, con varios países, en caso de que haya una fuga cruzando la frontera (...) Se esperan disturbios masivos como resistencia y que otros huyan de Estados Unidos si sucede”, escribió Q, según la transcripción de Adrienne LaFrance en un artículo publicado en The Atlantic.
Así surgió QAnon, los seguidores de este culto consideraron a Donald Trump como el principal opositor a elementos malignos, que estarían arraigados en el “Estado profundo”.
“QAnon tiene un atractivo significativo. Por un lado, como muchas teorías conspirativas, trata de investigar al poder. Pero, en un giro interesante, defiende a Trump como si fuera una víctima. QAnon también combina diferentes elementos que le dan a la gente sentido y placer: es en parte análisis, en parte juego, en parte fe. Los miembros descifran pistas, se conectan unos con otros y se inspiran para ver una versión de la verdad que es épica, religiosa y sensacionalista. Se sienten atraídos por tener estas revelaciones y por entrar en la lucha por la verdad. Los candidatos en las elecciones son solo la punta del iceberg. QAnon se está convirtiendo rápidamente en un movimiento populista basado en internet, con matices cristianos reaccionarios”, explicó Jack Z. Bratich, profesor de la Escuela de Comunicación e Información de la Universidad Rutgers, consultado por Infobae.
Algunas de estas personas están convencidas de que los líderes que identifican con ese mundo contemporáneo que tanto rechazan, como Clinton u Obama, realmente están detrás de un plan diabólico. Es un público que está muy predispuesto a creer en conspiraciones que confirman sus sospechas. Por eso, causaron furor los mensajes crípticos de Q, con una jerga y una forma de expresarse que parecen indicar que es alguien “que entiende” y que posee información confidencial, explicó Bratich.
De hecho, el nombre proviene de la “Autorización Q” que tienen algunos pocos funcionarios militares y de inteligencia, que le permiten acceder a documentos clasificados del más alto nivel. Como es una persona anónima, la marca pasó a ser “QAnon”.
Sin embargo, nada ha sido probado, sólo han sido rumores de desconocidos que inventan cualquier rumor sin fundamento escudados en el secretismo de una conspiración, pero lejos de quedarse en internet quedan en la mente de personas que los consideran ciertos y están dispuestos a actuar en consecuencia.
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