Los Centros para el Control de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés) actualizaron este miércoles sus recomendaciones sanitarias referidas al uso de mascarillas para mitigar la transmisión del COVID-19: indicaron que el uso de mascarillas quirúrgicas ajustadas, o poner una de tela por sobre una quirúrgica, aumenta de manera significativa la protección contra el virus, tanto para quien las usa como a terceros.
El mensaje llega luego de que una nueva investigación de las entidades sanitarias concluyera que la transmisión del virus se puede reducir hasta en un 96,5 por ciento en los casos donde un individuo infectado y otro que no lo esté usen dos mascarillas -una quirúrgica y otra de tela- o una que esté bien ajustada.
La doctora Rochelle P. Walensky, directora de los CDC, anunció el resultado de la investigación durante la sesión informativa sobre el coronavirus de la Casa Blanca el miércoles, donde pidió que los estadounidenses usen una “máscara que les encaje bien” que tenga dos o más capas.
El presidente Joe Biden ha propuesto a los estadounidenses extender el uso de máscaras durante los primeros 100 días de su presidencia.
“Con las hospitalizaciones y muertes aún muy altos, ahora no es el momento de reducir el uso de las mascarillas” dijo, y agregó: “la conclusión es la siguiente: las mascarillas funcionan y funcionan cuando se ajustan bien y se usan correctamente”.
A principios del mes de febrero, 14 estados del país y el Distrito de Columbia habían ordenado el uso generalizado de máscaras faciales, mientras que son obligatorias en edificios públicos federales y en estaciones de transporte doméstico e internacional.
Si bien se sabe que las máscaras reducen las gotas respiratorias y los aerosoles exhalados por los usuarios infectados y protegen al usuario no infectado, su eficacia varía ampliamente debido a las fugas de aire alrededor de los bordes de la máscara.
Cuando al principio las autoridades recomendaron que la gente llevara protección facial, los tapabocas adecuados eran escasos y se animó a la gente a que usara soluciones improvisadas de tela tomadas de camisetas o bandanas. Pero estaban lejos de ser ideales.
“El buen funcionamiento de una mascarilla depende de dos cosas: la filtración y el ajuste”, explicó Linsey Marr, profesora de Ingeniería civil y ambiental en Virginia Tech, que estudia la transmisión de enfermedades por el aire.
“La buena filtración elimina tantas partículas como es posible, y un buen ajuste significa que no hay fugas alrededor por los lados de tu mascarilla, donde el aire -y los virus- pueden colarse”, señaló, añadiendo que hasta un pequeño agujero puede reducir la eficacia en un 50%.
Los mejores materiales para bloquear pequeñas partículas incluyen el polipropileno no tejido, que se usa para hacer las mascarillas N95 y varios tipos de tapabocas quirúrgicos, así como los filtros HEPA de los aviones. Entre las telas, el algodón ajustado funciona mejor, añadió.
“Si llevas una mascarilla de tela, elige una que tenga múltiples capas, idealmente una con un bolsillo en el que puedas colocar un buen material de filtro”, aconsejó Marr. “O puedes doblar el cubrebocas llevando uno de tipo quirúrgico con otro ajustado de tela encima”.
Las mascarillas quirúrgicas están hechas de un material que filtra bien, pero tienden a ser demasiado sueltas, por lo que si añades una de tela por encima sujetas los bordes y reduces las filtraciones.
Las muertes relacionadas con virus, que aumentaron bruscamente en los Estados Unidos desde noviembre y siguen siendo altas, parecen ahora estar en una disminución constante, mientras que los nuevos contagios y las hospitalizaciones comenzaron a disminuir el mes pasado.
Sin embargo, los investigadores advierten que la nueva variante del virus, más contagiosa y que fue descubierta por primera vez en el Reino Unido, tiene una prevalencia que ya se duplica aproximadamente cada 10 días, indicó una nueva investigación.
Los CDC advirtieron el mes pasado que podría convertirse en la variante dominante en el país para el mes de marzo.
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