Diez congresistas republicanos, incluida Liz Cheney –la tercera congresista republicana más importante en rango-, votaron junto a los demócratas en el segundo pedido de juicio político contra Donald J. Trump. Hoy, a menos de diez días del voto, las consecuencias ya se sienten.
Los leales seguidores del presidente (una minoría dentro de los 70 millones que votaron por Trump en noviembre, pero muy poderosa aún), han jurado a quienes quieran oír que no olvidarán la deslealtad de estos políticos hacia el presidente. Pero más allá de las amenazas en redes sociales, hay acciones concretas que ya se sienten.
Competencia interna
En Wyoming, estado al que representa Cheney, ya han surgido voces oponiéndose a la legisladora. Bryan Miller, un oficial retirado de la fuerza aérea, aún no ha anunciado su candidatura para competir en una primaria contra la hija del ex vice-presidente, pero se ha paseado por todos los medios locales criticándola en medio de rumores de un pronto anuncio de su candidatura.
El propio colega de Cheney, el senador por Wyoming Anthony Bouchard, también la ha criticado asegurando que culpar al ex presidente por los incidentes violentos del 6 de enero “estaba fuera de lugar”.
Peter Meijer, el congresista por Michigan que también votó a favor del juicio político, ya tiene un candidato disputándole la primaria. Se trata de Tom Norton, veterano de la guerra de Afganistán, quién anunció su candidatura nada menos que en el podcast de Steve Bannon, ex asesor del presidente Trump.
El congresista por Illinois, Adam Kinzinger, también tiene un contendiente en la primaria: Gene Koprowski, un ex directivo del think tank ultra-conservador Heartland Institute.
En Ohio, la ex representante estatal Christina Hagan no descarta una primaria contra el congresista federal Anthony Gonzalez.
“Jamás había visto semejante acto de deslealtad de un miembro de la delegación republicana de Ohio”, declaró Hagan a la prensa.
Menos donaciones
Si hubo algo que el movimiento del ahora ex presidente Trump supo hacer muy bien desde un comienzo fue asegurar una red de donaciones financieras sólidas. Varios de esos donantes están descontentos.
Suzie Burke, una ejecutiva de Seattle que donó a campañas republicanas durante los últimos cuatro años, aseguró que no volverá a poner dinero para la representante Jaime Herrera Beutler, quien votó a favor del juicio político.
Hossein Khorram, quien fundó un comité oficial de finanzas pro-Trump en el estado de Washington, aseguró a la prensa que cancela sus operaciones a favor de estos diez congresistas.
El comité de acción política Courageous Conservatives envió un comunicado anunciando que centrarán sus esfuerzos en promover y financiar candidatos que enfrenten en primarias a los congresistas Cheney, Gonzalez y Tom Rice, de Carolina del Sur.
Más impresionante aún es que el ex presidente ha recaudado más de 200 millones de dólares desde la elección de noviembre, que serán utilizados en gran parte en la creación de un nuevo comité que se encargará de financiar campañas de candidatos trumpistas con miras a las elecciones de 2022.
Está claro que a esta altura hay una división en el partido republicano entre los que se consideran parte de las filas de Trump y aquellos que no. Es difícil predecir si seguir al ex presidente les traerá beneficios a largo plazo. Generalmente disputar una banca de alguien que está en ejercicio suele ser una labor muy difícil. Pero eso no implica que vaya a ser imposible.
Dentro de lo que muchos ya consideran un renacimiento del partido republicano habrá que ver qué lugar ocupará el saliente presidente.
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