“Vamos a tener que movilizar todos los recursos del sector público y privado. Y necesitamos que el Congreso actúe rápido, esto es una emergencia nacional”, anticipó Jeff Zients, el hombre del Gobierno de Joe Biden a cargo de la ofensiva anticovid, en un encuentro virtual con un grupo de periodistas, entre ellos, Infobae, en el que se explicó en detalle la nueva estrategia de la Casa Blanca ante una pandemia que ya le costó 400.000 vidas al país.
Este jueves, Biden firmará diez órdenes ejecutivas “que tendrán un impacto directo en la crisis”, añadió Zients, un hombre sin formación científica, pero que en los tiempos de Barack Obama en la Casa Blanca era conocido como “el señor que todo lo arregla”. Como “zar anticovid”, Zients tendrá autoridad sobre todos los organismos federales para que la estrategia contra el virus sea uniforme en todo el país. El primer paso se resume en una frase: cien millones de vacunados en cien días. Y la mayor cantidad posible de gente usando barbijo esos cien días.
“Es una meta ambiciosa, pero alcanzable”, añadió Zients, que enseguida admitió que el país, con 330 millones de habitantes, necesita mucho más que cien millones de vacunados. “Déjeme ser claro, no va a ser fácil, cada estadounidense deberá hacer lo suyo. Pero por primera vez desde que se inició la pandemia existe un plan, aunque esto es solo el comienzo”.
El equipo de Biden describió un panorama oscuro: no hay aún suficientes vacunas, tampoco la cantidad de centros de vacunación necesarios. El país no tiene datos confiables de la pandemia y no hay coordinación a nivel nacional. El Gobierno quiere abrir las escuelas, pero las condiciones no están dadas aún. El plazo que se fija para recuperar las clases presenciales en la mayoría de las escuelas es de cien días.
“Tenemos que vacunar a la mayor parte de la población, pero no tenemos la infraestructura necesaria para hacer eso. Por eso necesitamos que el Congreso apruebe los fondos. No tenemos la capacidad para hacer todos los tests necesarios, los que nos permitan abrir escuelas y comercios”, reconoció Zients.
Si bien esa falta de fondos y coordinación es atribuible en parte a decisiones de Trump, también hay que considerar a la singular arquitectura administrativa del país, donde cada uno de los 50 estados tiene un enorme poder y autonomía. Hay, además, 3.006 condados, repartidos en uno de los territorios más grandes del mundo, que cuentan también con un amplio margen de decisión. Hay que tener en cuenta también el estatus especial de las 570 tribus americanas, ya que aproximadamente la mitad de ellas están asociadas a reservas indias.
Es por eso que Zients recalcó que se trata de un plan que es “la combinación de meses de esfuerzos de equipos en pos de lograr una estrategia nacional” y que se trabajará “en estrecho contacto con estados, condados, territorios y Gobiernos tribales”. La “ciencia, los datos y la salud pública es lo que mueve a este plan, no la política”, añadió.
La necesidad de mejorar la infraestructura
Hay críticos del plan “cien millones en cien días” que señalan que, para ser efectiva, la vacunación masiva debería alcanzar a cerca de 200 millones de ciudadanos. Zients, que se movió en los últimos años en el mundo de la consultoría y los emprendimientos, es consciente de que más gente vacunada sería mejor, pero dejó en claro que, si no se hace, es porque el país no está preparado. No hay infraestructura suficiente, y tampoco aún la cantidad de vacunas necesarias.
“Debemos incrementar la cantidad de sitios para vacunar y la cantidad de vacunas, de eso no hay dudas”, afirmó, al tiempo que evitó dar una fecha concreta para que la vacuna esté disponible en forma generalizada: “Vamos a evaluar con qué contamos en cuanto a suministros y ahí podremos ser más específicos”.
La situación en el país es ciertamente compleja. Los muertos por la pandemia superan los 400.000 y no hay suficientes vacunas. El Departamento de Salud de San Francisco anunció que espera quedarse este jueves sin dosis, en tanto que los 23.000 turnos médicos para inmunizarse en Nueva York entre este jueves y viernes fueron pospuestos debido a una demora en la llegada de las vacunas a la ciudad.
“Ya sentíamos el problema que implica no tener suficientes vacunas”, dijo el alcalde, Bill De Blasio. “Ahora la situación es incluso peor”. En Buffalo, en el estado de Nueva York, se canceló la vacunación durante siete días, y los turnos que se otorgan son “tentativos y a expensas de disponibilidad de vacunas”.
Bechara Choucair, flamante coordinador de vacunación, dijo que se trabajará desde hoy en cambiar esa situación.
“Vamos a crear la mayor cantidad de centros de vacunación posibles. Utilizaremos estadios, gimnasios y centros de conferencias. Movilizaremos todos los recursos humanos para vacunar, también con clínicas móviles para alcanzar aquellos sitios más difíciles de acceder. Y vamos a reservarnos una pequeña cantidad de vacunas, no una gran cantidad como sucedía hasta ahora”.
Carole Johnson, a cargo del programa de testeo, reconoce que Estados Unidos falla también en la cantidad de controles.
“Debemos enfocarnos en los barbijos y los testeos. Para enfrentar la pandemia debemos testear masivamente”.
Habrá más recursos para testear y nos aseguraremos de que la población pueda hacerse los tests en forma gratuita. Los barbijos serán obligatorios en aeropuertos, estaciones y medios de transporte. Las escuelas se reabrirán, y para lograrlo nos ayudará testear masivamente”.
Todas las instituciones, instalaciones y agencias que dependan del gobierno federal cumplirán desde hoy la orden de que el barbijo sea obligatorio, pero Zients y su equipo deben también persuadir a los Gobiernos estatales que dudan de la utilidad de la mascarilla de sumarse al plan de Washington.
Marcela Núñez Smith, integrante del equipo de Zients, puso el acento en otro aspecto impactante de la pandemia: la forma desproporcionada en que está afectando “a las comunidades de color o en situación precaria”.
“Ha sido devastador, la raza y el lugar en el que se vive juegan un papel fundamental en nuestro país”.
El regreso a la OMS
El nuevo Gobierno de Biden pretende también que Estados Unidos juegue un papel de liderazgo en la lucha contra la pandemia a nivel global y de asistencia a otros países. El primer paso, regresar a la OMS, ya está dado.
“Volvemos a la OMS para ser parte de un esfuerzo coordinado global”, dijo Zients. Ese esfuerzo comenzará a evidenciarse este jueves, cuando el doctor Anthony Fauci representante a Estados Unidos en el consejo ejecutivo de la OMS.
Fauci es el asesor médico jefe de Biden, además de director del Instituto Nacional para Enfermedades Alérgicas e Infecciosas. Fuentes de la Casa Blanca señalaron a Infobae que Fauci hablará por la tarde en la reunión de la OMS para “demostrar el compromiso de la administración Biden-Harris de trabajar” con sus socios para hacer de “Estados Unidos y el mundo un sitio más seguro” y “avanzar en la salud mundial y la seguridad sanitaria”.
El Gobierno de Biden no disimula sus intenciones: quiere “fortalecer y reformar la OMS”, donde en los últimos años China, el país en el que se inició a finales de 2019 la actual pandemia, adquirió un gran poder. Al retirarse del organismo multilateral, Trump había dejado todo el espacio libre para Beijing, con gran influencia en el liderazgo de la organización. Con el regreso de Washington, la situación vuelve a cambiar. Estados Unidos quiere mostrarse como un país que liderará “respuestas humanitarias, apoyará la distribución global de vacunas, la investigación y el desarrollo de tratamientos, controles y vacunas”.
Biden mencionó a China y al presidente Xi Jinping en la noche del miércoles, cuando le tomó juramento virtual a decenas de funcionarios de la Casa Blanca. Contó que años atrás el presidente chino le pidió que definiera Estados Unidos con una sola palabra, y él aceptó el desafío. “Le dije ‘posibilidades’. Estados Unidos es el país de las posibilidades”.
Washington se sumará también al Fondo de Acceso Global para Vacunas (Covax), un mecanismo que busca garantizar que los países más pobres o de desarrollo mediano dispongan de suficientes dosis para inmunizar a su población. El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (ONU) será el escenario en el que Estados Unidos buscará fortalecer los esfuerzos multilaterales en salud pública y la cooperación humanitaria a nivel global. Y Biden mira más allá del COVID: la Casa Blanca vuelve a tener un Consejo de Seguridad Global para la Salud y Biodefensa: “El objetivo es monitorear riesgos biológicos emergentes y prepararse para ellos”.
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