El saliente presidente Donald Trump, en uno de sus últimos actos de gobierno, liberó a los miembros actuales y anteriores de su administración de los términos de su compromiso ético instaurado en el inicio de su gobierno, que incluía la prohibición de ejercer presión sobre sus antiguos organismos durante cinco años.
Trump, quien llegó a la Casa Blanca como la promesa de “drenar el pantano” de corrupción, firmó en enero de 2017, en sus primeros días de gobierno, un decreto en el que exigía que los miembros de su Administración acepten un código de conducta en el que se les prohíbe el cabildeo por cinco años tras dejar sus puestos, y comprometerse de por vida a no realizar trabajos que requirieran que se registraran como “agentes extranjeros”. Ahora, tales normas quedaron eliminadas.
Trump firmó la revocación del decreto el martes, y el documento de una página fue publicado por la Casa Blanca poco después de la medianoche, a horas de que termine su mandato. La orden dice: “Los empleados y ex-empleados sujetos a los compromisos de la Orden Ejecutiva 13770 no estarán sujetos a esos compromisos después del mediodía del 20 de enero de 2021”. A esa hora, Joe Biden tiene programado jurar como nuevo presidente estadounidense.
Con ello, los funcionarios del gobierno de Trump quedan con las puertas abiertas para firmar lucrativos contratos con vistas a utilizar la influencia adquirida en Washington para favorecer ahora al sector privado o a agencias extranjeras.
La orden de Trump de 2017 autorizaba al fiscal general a investigar cualquier incumplimiento del compromiso ético y a entablar demandas civiles si fuera necesario.
Es probable que Biden firme un nuevo decreto con normas similares. Por ejemplo, Trump anunció el levantamiento de algunas restricciones de viajes a partir del 26 de enero, pero el equipo demócrata adelantó que esa medida no entrará en vigor.
Según adelantó su equipo de transición, Biden busca que todos los miembros del Poder Ejecutivo firmen un compromiso ético. Según trascendió, las normas apuntan a mantener la independencia del Poder Judicial, un área delicada durante el último gobierno republicano.
En sus últimas horas como presidente, Trump también firmó 73 indultos y 70 conmutaciones de penas. Entre otros, el perdón presidencial de último minuto benefició a Steve Bannon, su ex jefe de campaña, acusado el año pasado de estafar a los propios partidarios del presidente en un esfuerzo por recaudar fondos privados para construir el muro del presidente en la frontera entre Estados Unidos y México.
El poder de indulto, que proviene de la Constitución de los EEUU, es uno de los más amplios disponibles para un presidente. Si bien los perdones suelen concederse a personas que han sido procesadas, también pueden abarcar casos en los que todavía no se ha celebrado un procedimiento judicial.
El indulto no es revisable por otros poderes de la Administración y el presidente no tiene que dar una razón para concederlo. Sin embargo, la facultad de indulto no es absoluta; solo se aplica a los delitos federales.
(Con información de AP)
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