(Desde Washington D.C.) Los carteles en las autopistas cercanas a Washington DC le advierten a los automovilistas que continúen manejando hacia el centro de la ciudad, que no se acerquen a la Casa Blanca y menos aún al Capitolio.
El escenario se muestra cada vez menos habitual a medida que uno se acerca al Congreso. La Guardia Nacional está por todas partes. Vehículos militares cortan algunos accesos claves, formando varios anillos que rodean la sede del Poder Legislativo en la víspera de la toma de posesión de Joe Biden.
Los uniformados se han hecho cargo de la seguridad de la capital al punto que parecen haber tomado el lugar de los policías de tránsito en esas zonas.
Incluso cuando los tachos de basura con bolsas transparentes cerca de su puesto de control se llenan, son ellos quienes se encargan de sacarlos. Los servicios de Inteligencia mantienen su nivel de alerta para evitar una situación similar a la que se dio el 6 de enero, cuando cientos de partidarios de Donald Trump invadieron el Congreso mientras el Senado llevaba a cabo la certificación de la victoria del presidente electo.
Los medios internacionales comienzan a verse en distintas esquinas. En noviembre, los corresponsales se congregaban frente a la Casa Blanca para cubrir el proceso electoral; ahora, la prensa tiene más esquinas para buscar la mejor toma del majestuoso edificio del Congreso, donde tendrá lugar la ceremonia de traspaso de mando.
Hace solo dos meses los medios internacionales destacaban las imágenes de comercios tapiados en el corazón de Washington y otras ciudades, pues ya en ese momento se temían enfrentamientos y saqueos en una nación extremadamente polarizados. Por estas horas las fachadas de los negocios volvieron a ser cubiertas con las típicas planchas de madera, como si se prepararan para hacer frente a un huracán. A metros de esos negocios, en muchos casos cerrados o con un cartel que indica si es un café o un lugar de venta de ropa, está la Guardia Nacional.
Incluso en algunos de los hoteles ubicados a unas cuadras del escenario montado para la juramentación de Biden, quienes llenan las habitaciones no son solo turistas sino también miembros de la Guardia Nacional.
La idea de la comisión encargada del evento es que la gente no concurra en persona, más allá de los invitados especiales y la puesta en escena para mostrar una fiesta. Sus miembros buscan que la participación sea virtual, tal como sucedió durante los eventos en las convenciones partidarias.
Aún así todo está listo para el gran día. En un clima frío, pero sin nieve, lo que también se respira son los nervios ante un escenario desconocido.
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