“Stacey Abrams es una diosa”, tuiteó en letras mayúsculas la cantante Cher. “Es una verdadera superheroína”, agregó el actor Mark Ruffalo. “¿Cuándo le le vamos a levantar una estatua?”, dijo la futbolista Megan Rapinoe. Al menos la mitad de Estados Unidos se rinde a los pies de esta mujer voluminosa, de una personalidad expansiva y risa fácil a quien señalan como la persona que hizo posible que el presidente electo Joe Biden tenga el control del Senado y de esa manera pueda desmantelar buena parte del tinglado de sinrazones construido por Donald Trump.
Abrams estuvo trabajando para este propósito durante los últimos diez años. Fue cuando lanzó The New Georgia Proyect, un plan para inscribir a decenas de miles de ciudadanos negros de este estado sureño que no estaban en los padrones y que no iban a votar. Eso hizo posible, en noviembre, que Biden haya sido el primer demócrata en ganar el estado desde 1992. Y el último martes que dos demócratas ganaran la segunda vuelta de las elecciones para senadores. Raphael Warnock se convirtió en el primer senador negro elegido en Georgia junto a su correligionario Jon Ossoff. Esto hizo que el Senado quede dividido en 50 bancas para los republicanos y otras 50 para los demócratas, dejando a la vicepresidenta Kamal Harris para cualquier desempate. De esa manera, los demócratas de Biden se quedaron con el control de la Casa Blanca, la Cámara de Representantes y el Senado.
“No esperes. Tu voto tiene el poder de determinar el futuro de Georgia y de nuestro país. Es hora de asegurarte de que tu voz sea escuchada”, les dijo Abrams a los georgianos en una publicidad electoral que apareció en la televisión de Atlanta durante tres meses sin parar. No hay una cifra exacta, pero se calcula que la ex congresista logró que fueran a votar más de 800.000 negros, hispanos y asiáticos que nunca lo habían hecho antes y que esos fueron los votos cruciales que dieron las ajustadas victorias a los demócratas.
Abrams es oriunda del estado de Misisipi, que al igual que Georgia, forma parte de lo que se conoce como el Deep South (Sur Profundo), una subregión de los Estados Unidos que se resistió a la abolición de la esclavitud durante el siglo XIX, y que hasta mediados y finales del siglo XX fue testigo de la supremacía blanca, la segregación racial, la represión generalizada de los votantes y la violencia contra los afroamericanos.
Abrams tiene 47 años, es abogada graduada de la Universidad de Yale, empresaria y novelista, además de ser activista política. Se convirtió en la líder de la minoría (equivalente al líder de la oposición) en la cámara baja de Georgia en 2011, y se dedicó a fortalecer la base del partido demócrata en el estado desde entonces. En 2014, un año después de que la Corte Suprema estadounidense debilitara la histórica Ley del Derecho al Voto al eliminar varias de sus enmiendas y reduciendo la supervisión federal, Abrams inició el Proyecto Nueva Georgia, que se centró en inscribir a los votantes de las minorías, los jóvenes y las mujeres solteras. Denominó a ese movimiento de militancia de base como la “Nueva Mayoría Americana”. Cuatro años más tarde, Abrams se presentó a las elecciones para gobernador de Georgia, convirtiéndose en la primera mujer afroamericana en hacerlo en la historia, pero perdió ante el republicano Brian Kemp, que entonces era el Secretario de Estado en el gobierno local y estaba a cargo de supervisar la organización del escrutinio. El recuento final tomó diez días a causa de las irregularidades y, finalmente, Kemp ganó por 50.000 votos. Abrams denunció las restricciones que dificultaron, según ella, el voto de las minorías: horas de colas en los barrios de ciudadanos negros y miles de inscripciones erróneas. Y lo hizo con un discurso apasionado que la impulsó a la escena nacional. “Debería ser estoica en mi indignación y callar en mi rechazo. Pero el estoicismo es un lujo y el silencio es un arma para quienes quieren silenciar la voz del pueblo”, expresó en ese momento. Irónicamente, hasta Donald Trump quedó impresionado por su campaña a la que calificó de “hermosa y dura”, que le permitía ver un “futuro político brillante”. Dos años después, la activista fue fundamental en la derrota del multimillonario.
Durante las primarias demócratas el nombre de Abrams sonó muchas veces. Incluso, estuvo en la lista corta de las posibles acompañantes de fórmula de Biden, un puesto que finalmente logró Kamala Harris. Cuando le preguntaron en la CNN en ese momento cómo veía la posibilidad de ser la vicepresidenta, dijo: “Como joven mujer negra que creció en Misisipi, aprendí que, si uno no levanta la mano la gente no nos ve. Pero no se trata de llamar la atención para poder ser el compañero de fórmula (presidencial), se trata de asegurarme de que no se cuestionen mis calificaciones porque no es justo para mí que hablamos con mujeres negras jóvenes, mujeres jóvenes de color, quienes se preguntan si ellas también pueden ser vistas”, subrayó.
Abrams tiene otra identidad: la novelista Selena Montgomery, una escritora de romance y thriller que ha vendido más de 100.000 copias de sus ocho novelas. Cuando estaba en su tercer año en la Escuela de Derecho de Yale, inspirada después de leer la tesis doctoral de su ex-novio en física química, escribió su primer libro de ficción. En ese momento, lo que quería era escribir una novela de espías. “Para mí, como para otras jóvenes negras, quería escribir libros que las mostraran tan aventureras y atractivas como cualquier mujer blanca”, escribió en sus memorias, “Minority Leader”. Pero después de que los editores le dijeran repetidamente que las mujeres no leen novelas de espías, y que los hombres no leen novelas de espías de mujeres, los juntó e hizo que sus espías se enamoraran. “Rules of Engagement”, su debut, se publicó en 2001. Cuenta las aventuras de la agente encubierta Raleigh que se asocia con el guapetón Adam Grayson para infiltrarse en un grupo terrorista que robó tecnología medioambiental mortal.
Abrams publicó la novela bajo un seudónimo “para separar mi ficción de publicaciones más académicas sobre política fiscal”. Continuó con otras siete novelas, entre ellas “Never Tell”, en la que la psicóloga criminalista Erin Abbott se enfrenta a un asesino en serie de Nueva Orleans con la ayuda del periodista Gabriel Moss; “Hidden Sins”, que sigue a Mara Reed cuando se reúne con el científico cuyo corazón rompió una vez en su ciudad natal; y “Reckless”, en la que la prestigiosa abogada Kell Jameson se enfrenta a su pasado cuando el director del orfanato de su infancia es acusado de asesinato.
“Tanto si escribo sobre un etnobotánico como sobre una mujer que está criando huérfanos en Georgia, el reto de contar sus historias es el mismo al que me enfrento como legisladora que tiene que hablar con alguien sobre la aprobación de un proyecto de ley sobre el cuidado de familiares, ayudar a los abuelos a criar a los nietos o bloquear un proyecto de ley de impuestos”, dijo en una entrevista de 2018, cuando se había postulado a la candidatura para la gobernación. “Me encanta haber podido formar parte de un género que es leído por millones y millones de mujeres, en parte porque respeta quiénes son. Respeta la diversidad de nuestras experiencias, y crea un espacio para conversaciones más amplias”.
La fama de Abrams de los últimos días disparó la venta de sus libros. La librería Ripped Bodice especializada en novelas románticas, vendió 100 copias en una mañana. Y como adelantaron en Twitter, “mientras estaba ocupada convirtiendo Georgia en azul (el color de los demócratas), Stacey escribió una nueva novela de suspenso”. “While Justice Sleeps” (Mientras la justicia duerme), que saldrá en mayo, sigue a un joven secretario judicial, Avery Keene, que trabaja para el legendario pero malhumorado juez Wynn. Cuando Wynn cae en coma, Avery descubre una conspiración que se infiltró en el corazón de la política estadounidense.
“Hace una década, escribí el primer borrador de una novela que exploraba un aspecto intrigante de la democracia estadounidense: los nombramientos vitalicios en la Corte Suprema de Estados Unidos”, explicó Abrams. “Basándome en mis propios antecedentes como abogada y política, While Justice Sleeps bucea dentro del tribunal supremo, la Casa Blanca y la intriga internacional para ver qué sucede cuando un humilde secretario de la ley controla el destino de una nación”.
Casi una novela de actualidad. Con un Trump apoyado por setenta y cinco millones de votantes que, en su mayoría, creen en las conspiraciones del mismo tipo de las descriptas por Abrams en su libro, no le faltarán lectores. Tampoco votos.
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