A 11 meses de los caucus de Iowa, que marcaron el comienzo de las primarias presidenciales, el ciclo electoral más accidentado de la historia reciente de los Estados Unidos llega a su fin este miércoles. Los integrantes de las dos cámaras del Congreso se reunirán a partir de la 1 pm de Washington DC (6 pm GMT) en una sesión conjunta que tiene un único propósito: contar los votos emanados del Colegio Electoral el 14 de diciembre y proclamar formalmente al ganador como presidente electo.
En comicios normales, se trata de un evento protocolar, que pasa bastante desapercibido. La expectativa está depositada en la jura y asunción del nuevo mandatario, pautada para el 20 de enero. Pero estos no fueron comicios normales.
El proceso está atravesado por la inédita negativa del presidente Donald Trump a reconocer como ganador a Joe Biden, a pesar de que todos los estados certificaron los resultados de las elecciones y de que no prosperó ninguna de sus presentaciones judiciales para revertirlos. La conversación telefónica de este sábado en la que Trump le solicitó a Brad Raffensperger, secretario de estado de Georgia, que encuentre los votos necesarios para declararlo ganador a él y no a Biden, sirvió para sumar aún más dramatismo a lo que suceda mañana.
Los pasos de la sesión están estipulados en la Ley de Recuento Electoral, aprobada en 1887, para ordenar un procedimiento que hasta ese momento era algo desordenado. Si bien el encuentro es el estreno de la nueva composición del Parlamento, surgida de los comicios del 3 de noviembre, lo preside el vicepresidente saliente —en su condición de titular del Senado—, ya que su sucesor debe ser ratificado por esta misma sesión, al igual que el presidente. Es decir que la incómoda tarea recaerá sobre Mike Pence.
Para Trump y sus seguidores, esta es la última oportunidad de revertir un resultado que ya parece sellado. Y su principal apuesta está depositada en lo que pueda hacer Pence. “El Vicepresidente tiene el poder de rechazar a los electores elegidos fraudulentamente”, tuiteó Trump este martes a la mañana, en un intento de presionar a quien lo acompañó durante sus cuatro años de gobierno.
La sesión
Una vez que se da por comenzada la jornada parlamentaria, funcionarios llevan al recinto los certificados con los votos del Colegio Electoral. Es necesario entender en este punto que los 538 electores del Colegio nunca se reúnen todos en un mismo lugar. El 14 de diciembre pasado, los electores de cada estado se juntaron en sus respectivas capitales para oficializar sus votos, que quedaron registrados en actas. Estos documentos fueron enviados a Washington y serán presentados mañana en el recinto legislativo, dentro de sobres guardados en cajas de caoba.
Senadores y congresistas de ambos partidos son entonces designados para contar los votos. Por orden alfabético, se van abriendo las cajas y los sobres correspondientes a cada estado. Uno de los legisladores encargados debe leer en voz alta los resultados que constan en el acta, mientras que otro los anota.
Cuando se terminan de leer los votos de los 50 estados, se procede al recuento final. En este caso, 306 para Joe Biden y 232 para Donald Trump. Finalmente, el vicepresidente ratifica el resultado y proclama formalmente al ganador.
Pence no sería el primero en tener la desagradable tarea de anunciar su propia derrota. Para algunos de sus antecesores fue incluso peor, ya que ellos eran al mismo tiempo vicepresidentes en ejercicio y candidatos a presidente derrotados. Le pasó a Richard Nixon en 1960, cuando tuvo que proclamar el triunfo de John F. Kennedy.
Y es lo que le ocurrió a Al Gore en el 2000, en uno de los momentos más recordados de la historia política estadounidense, ya que Gore estaba protestando ante la Justicia el resultado de los comicios. Pero como la Corte Suprema rechazó su petición de contar manualmente la totalidad de los votos de Florida —que se había resuelto por apenas 537 sufragios a favor de George W. Bush—, el entonces vice de Bill Clinton declaró ganador a su rival y le deseó lo mejor.
La última apuesta de Trump
Si Trump y sus seguidores tienen ciertas expectativas depositadas en lo que suceda esta miércoles en el Congreso es porque hay una instancia en la que los legisladores pueden impugnar los resultados. Cada vez que se anuncian los votos de un estado, el vicepresidente pregunta si alguien tiene alguna objeción. Basta que un senador y un congresista se pongan de acuerdo para que se interrumpa el recuento y la queja sea analizada. Cuando eso ocurre, los miembros de cada cámara se reúnen por separado para discutir.
La última vez que sucedió esto fue en 2005, cuando la congresista Stephanie Tubbs Jones, de Ohio, y la senadora Barbara Boxer, de California —ambas demócratas—, objetaron los resultados de Ohio, alegando irregularidades. Pero ambas cámaras desecharon sus planteos, así que la sesión continuó normalmente tras la interrupción.
Todos los recursos judiciales presentados por Trump fueron rechazados por falta de evidencias de fraude o de irregularidades. Hasta Mitch McConnell, líder republicano en el Senado, reconoció la victoria de Biden. Sin embargo, hay un grupo de legisladores de ambas cámaras que anunció en las últimas horas que iba a presentar objeciones a los resultados en estados como Georgia, Arizona y Wisconsin, que se resolvieron por un margen muy estrecho.
La iniciativa está liderada por los senadores Josh Hawley (Missouri) y Ted Cruz (Texas). Este sábado anunciaron que, a menos que el Congreso designe una comisión especial para realizar una auditoría sobre el proceso, tratarán de impugnar los votos de varios estados. Dicen tener el apoyo de otros diez senadores y de hasta 140 congresistas republicanos.
Sería algo sin precedentes, sobre todo si las objeciones se plantean contra la elección en múltiples distritos. Sin embargo, es casi imposible que puedan cumplir el objetivo que se proponen. Para que el Congreso rechace efectivamente el resultado en un estado y fuerce un recuento es necesario que tanto la Cámara de Representantes como el Senado aprueben la moción por mayoría simple.
En la cámara baja, los demócratas tienen mayoría, así que no hay posibilidad de que prospere el intento. Pero ni siquiera parece posible en el Senado, porque son muchos los senadores republicanos que anticiparon que votarán en contra. Mitt Romney, de Utah; Lisa Murkowski, de Alaska; y Pat Toomey, de Pensilvania, son algunos ejemplos.
Romney, ex candidato a presidente por el Partido Republicano, dijo que era “una atroz estratagema” que “amenaza peligrosamente a la república democrática”. Toomey dijo que el intento de Hawley y Cruz “socava directamente” la capacidad de la gente para elegir a sus propios líderes.
El enigma Pence
El papel del vicepresidente en el proceso de este miércoles es puramente protocolar. Que presida la sesión significa que tiene que poner orden en caso de que se produzca algún conflicto entre los legisladores y pronunciar el resultado final. No mucho más que eso.
No obstante, la presión que Trump está ejerciendo sobre él genera una incógnita respecto de lo que pueda llegar a intentar. El lunes a la noche, en el acto de cierre de campaña de los comicios senatoriales en Georgia, Trump se dirigió directamente a su vice en un momento.
“Espero que Mike Pence nos ayude, tengo que decirlo”, afirmó el presidente. Luego, habló del aprecio que siente por su compañero de fórmula. Aunque aclaró: “Por supuesto, si no lo logra, no me gustará tanto”.
Pence, que también habló anoche en Georgia, se mantiene desde hace varios días con un discurso enigmático. “Sé que todos tenemos nuestras dudas sobre las últimas elecciones (...) Quiero asegurarles que comparto la preocupación de millones de estadounidenses por las irregularidades en la votación. Les prometo que si vienen este miércoles, tendremos nuestro día en el Congreso”, dijo.
Pero el gran problema que tiene es que carece de herramientas legales para interferir en el proceso. Puede preguntar si hay objeciones y habilitar que estas sean discutidas. Pero el Congreso se rige por el sistema de mayorías y minorías. Si no están los votos necesarios, no hay forma de que se impugnen los resultados.
Incluso si tomara la decisión de proponer una comisión como la reclamada por Hawley y Cruz, tendría que ser votada por las dos cámaras. Como los leales a Trump no tienen el número, cualquier intento está destinado a fracasar.
¿Se negará a Pence a proclamar ganador a Biden una vez que los votos terminen de ser contados? Es una posibilidad, ya que si lo hace se ganará la antipatía del presidente y de sus seguidores. Pero sería muy arriesgado, porque se expone a recibir algún tipo de represalia, ya que no tiene la potestad de desconocer lo que dictaminó el Colegio Electoral y ratificaron los congresistas y los senadores.
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