A tres años del ataque terrorista de Manhattan, en el que cinco ciudadanos argentinos fueron asesinados por el terrorista Sayfullo Saipov, miembro del Estado Islámico (ISIS por sus siglas en inglés). Ana Evans de Mendoza, esposa y madre de los tres hijos del arquitecto rosarino Hernán Mendoza, una de las cinco victimas fatales del ataque, habló con Infobae en una amplia entrevista donde por primera vez una de las familias de las víctimas de ese acto terrorista describe a un medio argentino sobre el esfuerzo diario para continuar con su vida y la de sus hijos con la carga del dolor y la ausencia del ser amado ante el absurdo y la brutalidad del terrorismo yihadista.
- ¿Cuánto y en qué medida ha cambiado su vida ese evento trágico?
-Completamente. Todo, absolutamente todo cambió, en todos los aspectos. Nuestra vida se modificó para siempre. Desde lo simple a lo complejo. El 31 de octubre de 2017 se me congeló la vida, todo se detuvo, el tiempo dejó de correr, la cosas se dejaron de mover. Todo fue confusión y la angustia se apoderó de mí. Tengo muy presente cada instante de aquel día. Algunas cosas que voy recordando, otras que me van contando y otras tantas que imagino.
Durante el viaje Hernán nunca dejó de estar en contacto con nosotros, incluso hablé con él unos minutos antes del ataque, fue compartiendo conmigo cada detalle del viaje, cada lugar que visitaban me enviaba fotos, compartimos la pasión por la arquitectura por lo que tengo imágenes hasta de pequeños detalles. Pero como cambia todo en un instante ¿no? Tan tremendamente doloroso, tan inexplicablemente real, tan inevitablemente triste y tan angustiantemente cruel. Vi derrumbarse nuestros proyectos, vi nuestra vida caerse a mis pies, y yo permanecía inmóvil en medio de los escombros, atónita, perpleja, aturdida, hasta podía sentir que me hablaban y no podía escuchar pero también vi a mis 3 pequeños hijos parados en esa nube de polvo mirándome desorientados no sabiendo qué hacer con lo que les estaba sucediendo. Verlos sufrir fue tremendamente desgarrador sus miradas hablaban ¿”y ahora mami? ¿qué hacemos?”. Creo que el cariño, el amor y la contención que recibimos hicieron la diferencia ya que nos sostuvieron y ayudaron nuevamente a caminar, hoy no seríamos los mismos sin todas las personas que de una u otra manera nos acompañan. Siempre estaré inmensamente agradecida.
-El pasado 31 de Octubre se cumplieron tres años de lo que seguramente ha sido el día más desolador de su vida. ¿Cómo ha seguido adelante como madre de sus hijos Martín (15), Julia (12) y Emilia (6) después de esa terrible e inesperada experiencia que golpeó a su familia?
-Pasaron 3 años del asesinato de mi marido, 3 años desde que le quitaron su derecho a la vida. 3 años sin escuchar su voz y todo lo sigo sintiendo igual de triste y me sigue pareciendo igual de increíble, ¿cómo puede ser? Jamás imaginé tener que hablar temas como esos con mis hijos, menos aún tener que darles la noticia de la muerte de su papá y de la manera en que murió. Pienso mucho en ellos y en las herramientas que les ofrezco como mamá para ayudarlos a procesar todo. Acompañarlos en su duelo es un inmenso desafío diario, me mantengo fuerte para abrazarlos, besarlos, calmarlos y alentarlos. Hablar de terrorismo con el más grande de mis hijos fue una enorme prueba de lo que podemos ser capaces de hacer, responder las miles de preguntas de mi hija del medio fue abrumador e imaginar, con la más pequeña de la casa que a su papá le salían unas inmensas alas para elevarse alto y llegar al cielo fue otro desafío de fe.
Tres años que, en la vida de nuestros hijos es un montón; cambiaron de escuela, pasaron de jardín a primaria, de primaria a secundaria, crecieron muchos centímetros, se desarrollaron, cambiaron talles, aprendieron a andar en bicicleta, tuvieron sus primeras salidas, viajaron, descubrieron comidas, aprendieron técnicas de fútbol, de partituras y vocalización; pero para mi el tiempo fue más despacio, he podido poner las piezas de mi ser en su lugar, he logrado juntarlas pero aún no las consigo alinear. Nuevos miedos y temores aparecieron en sus vidas y pensamientos. Algunos momentos angustiantes cuando se ven sobrepasados por sus emociones y exteriorizan diciendo la falta que él les hace y sus ganas de salir corriendo a abrazarlo. Ellos lo sueñan, al igual que yo y a veces despiertan desconsolados. Ya llegará el día en el los sueños se vivan como un momento mágico de encuentro con su papá y podrán despertar encantados de haberlo visto. Otra cosa que hago con mis hijos es conversar mucho, recordar y atesorar los momentos compartidos para avanzar con cariño en el camino, para procesar el dolor y la tristeza y aprender a transformar el dolor. El tiempo vivido con él es nuestro tesoro, sus enseñanzas y valores son el mayor legado. Debemos dejar que la magia suceda, el amor que nos dábamos sigue en el aire, se convirtió en infinito y eso es irrompible y nadie nos lo podrá quitar; guardado en nuestro corazón, el alma lo sabe, lo siente , hay que dejarse llevar por eso y que la cosa fluya.
- El terrorismo islamista es un fenómeno que es visto como algo lejano en la República Argentina. Los hechos han mostrado, infortunadamente, que tal cosa no es así. Aunque no es extraño escuchar y ver adherentes locales a esas ideas violentas cercanas a esos grupos ¿Cuál es su mensaje ante esas posiciones?
-Aún estoy aprendiendo, realmente vivíamos ajenos a esta realidad que mata miles de personas en el mundo entero. Pero jamás pensé que nos atravesaría de esta manera. Para nosotros eran noticias que leíamos o veíamos por televisión, siempre con inmenso dolor. Imposible no recordar qué estaba haciendo cada uno de nosotros por ejemplo cuando fueron los atentados a la Embajada de Israel o a la Amia o el 11S, solo por mencionar algunos. Pero hoy nos toca sentirlo en carne propia, con una herida abierta que socava el alma y el corazón. Recuerdo cuando uno de mis hijos me vino a contar sobre las amenazas terroristas al mundial de fútbol 2018. Con su corta edad no sabía ni entendía qué eran ni qué significaban. Ni el propósito de los ataques terroristas. Qué fuerte fue escucharlo decir ISIS, me lo dijo muy preocupado, sus ojos expresaron asombro, sus hombros se elevaron y sus manos se acercaron a su cara manifestando espanto. Y vuelvo a sentir impotencia y ¿cómo decirle que todo va estar bien? Si para nosotros es el 100 % la posibilidad de que una cosa así suceda!
-¿Tuvo apoyo y soporte de Organizaciones privadas en este tiempo?. Más allá de su circulo de afecto cercano que siempre la ha acompañado ¿Ha sentido en estos tres años que el Estado Argentino y sus Intituciones ha estado presente acompañadola a Ud. y a su familia como víctimas del terrorismo?
-Todo, absolutamente todo el apoyo que hemos recibido ha sido del sector privado, de la solidaridad de la gente (vecinos, amigos y comunidades educativas), de organizaciones judías y diversas fundaciones. Instituciones privadas como los colegios de mis hijos nos brindaron la enorme posibilidad de que ellos puedan seguir educándose como lo venían haciendo, dándome como madre una inmensa tranquilidad. Mis hijos tienen en sus colegios la contención que necesitan, y eso es muy emocionante. Mis vecinos, amigos y las familias de los colegios tienen un lugar especial en nuestros corazones, aprendimos a recibir la cantidad de cariño infinito que nos dan; no me va a alcanzar la vida para agradecer. Organizaciones como el Congreso Judío Latinoamericano y Mundial, El Centro Simon Wiesenthal y la DAIA, nos acompañan con un inmenso amor y respeto. Me brindan un soporte emocional inmenso. Me han dado la posibilidad de compartir actividades y vivencias con sobrevivientes de otros atentados y profesionales de primera línea en los que surgieron momentos reveladores para pensar nuestro futuro. Escuchar a otros me da dimensión y me ayuda a ordenar mi mente sabiendo que el dolor de lo sucedido nos acompañará toda la vida. También el inmenso trabajo que hace nuestro abogado, el Dr. Juan Félix Marteau, que con su dedicación y profesionalismo, sin dejar de lado el ser humano, valiente y solidario, lucha por un mundo mejor, nos da la tranquilidad y el apoyo que necesitamos para este duro camino.
Junto a mis hijos estoy construyendo nuevamente esta familia, los 4 aprendimos a crecer desde el interior, a aceptar, a transformar, a secarnos las lágrimas, a levantarnos a los tumbos pero con firmeza y decisión, con AMOR y convicción. El camino es largo y nos falta mucho pero también sabemos de determinación. Agradezco cada gesto, cada mensaje, llamada e invitación. Estamos de pie, avanzamos, caminamos a paso firme, descansando y tomando aire para seguir; totalmente convencida que el amor es el que nos motoriza, con la certeza de honrar lo vivido, sin dejar de soñar e imaginar el futuro pero sobretodo viviendo el hoy.
-Con motivo del nuevo aniversario, días atrás dialogamos con su abogado y representante legal ante la Corte en los Estados Unidos, Juan Félix Marteau, quien nos impuso de las cuestiones referentes a la causa y las actuaciones jurídicas. Usted sabe que es probable que el terrorista que perpetro el ataque reciba un condena muy dura en la que no se excluye la pena de muerte ¿Que espera en lo personal de la justicia estadounidense para el caso de su esposo?
-Duelen las fechas, más aún cuando el tiempo pasa y las cosas no se resuelven. La vida puede cambiar en un segundo y así de repentino e inesperado todo se desvanece. Este año tuvimos lo que yo llamo el día que no fue. En abril debía comenzar el juicio penal al terrorista pero la pandemia puso todo en espera. He imaginado y divagado sobre el proceso judicial porque aunque Saipov se declare “no culpable” claramente para mi lo es. Luchamos con la herramientas lícitas de la ley de un sistema judicial diferente y aguardo con respeto a las instituciones, firme, atenta y expectante mientras me sigo fortaleciendo y aprendiendo. Es imperioso y absolutamente necesario re-instaurar un orden, obtener justicia y cerrar etapas. Duplico mi esfuerzo y aguardo con coraje el día del juicio; con el perdón justo y tolerancia para la diferencias. Con el deseo y la esperanza intactos de que se hará justicia, por los que ya no están, por nosotros y por los que vendrán con respeto por la vida y la libertad, memoria y justicia. Y que el AMOR venza al odio.
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