Un trombonista murió y dos compañeros de su agrupación, Banda La Nueva Generación, se encuentran en cuidados intensivos por una sustancia que consumieron el pasado viernes en un bar de McAllen, Texas. Las primeras versiones indican que pudo tratarse de fentanilo.
De acuerdo con un comunicado de la agrupación, los tres integrantes consumieron una sustancia tóxica hasta el momento desconocida, pero que por sus efectos podría tratarse del opioide que cobra miles de vidas al año.
El flujo sin control de fentanilo desde China hasta Estados Unidos y México ha sido catalogado como una epidemia mundial.
“Se desconoce totalmente el motivo de los hechos y la manera exacta en que sucedieron, ya que los integrantes de la banda estaban en su descanso y hasta el momento los sobrevivientes no han podido rendir su declaración de los hechos”, escribió en la misiva Gustavo Guarneros.
El periódico Noroeste estableció que al parecer inhalaron una pastilla triturada pensando que se trataba de algún estimulante parecido a la cocaína, pero hasta el momento no ha habido ninguna declaración oficial al respecto.
Un video que circula en las redes muestra a los tres músicos inconscientes en un baño público. “No están jugando estos vatos”, se le escucha decir a un hombre en el fondo. A dos de ellos se les pueden apreciar algunos espasmos en las manos todavía, pero un tercero está tendido casi totalmente boca abajo y sin mostrar señales de movimiento.
También se aprecia el tono de broma de los que filman el video, pues parece que piensan que los músicos están así por consumir alcohol. Sin embargo, más tarde ellos mismos tuvieron que llamar a los paramédicos debido a que no respondían.
La Nueva Generación de Mazatlán, Sinaloa, aclaró en redes sociales que la agrupación afectada es una homónima de la que trabaja en McAllen.
Aunque habían tenido algunas diferencias por el nombre, la Nueva Generación de Mazatlán, deseó buena suerte a los afectados y condenó lo sucedido.
Los músicos sobrevivientes se encuentran todavía en terapia intensiva en un hospital de Texas.
Fentanilo, la otra epidemia mortal proveniente de China
En junio de 2017, Sarah Wakeman, una de las máximas especialistas la adicción a los opioides y al fentanilo de los Estados Unidos, decía esto en una entrevista publicada en The Harvard Gazette: “Si es 100 veces más potente que la heroína, significa que necesita 100 veces menos cantidad de volumen para obtener el mismo tipo de beneficio, por lo que las personas lo mezclan con otras sustancias de relleno y luego lo venden como heroína”.
Al fentanilo se le achacan más de 20.000 muertes de estadunidenses, pues ha extendido la llamada crisis de los opioides y es altamente adictivo. También se registran muertes ligadas a su producción y trasiego, ya que este producto se suma a la guerra por el control del mercado de drogas y las pérdidas humanas están ligadas a la violencia generalizada del crimen organizado.
Es mortalmente potente: dos miligramos de fentanilo es una dosis letal para un adicto. Sus consumidores lo suelen mezclar con heroína, cocaína o metanfetamina camuflándolos en envoltorios de pastillas de libre comercialización. Se vende en forma de polvo, vertido en líquido sobre papel secante, en envases de gotas para los ojos, en rociadores nasales o en pastillas parecidas a las de otros opioides recetados. Su valor, además, es muy inferior al de otras drogas. En los Estados Unidos su consumo es considerado una epidemia.
La mayoría de su producción proviene de laboratorios clandestinos chinos que lo envían por correo a todas partes del mundo, sin control alguno por parte de las autoridades de Beijing. Por su bajo costo y la facilidad con que puede traficarse son un boom en el país del norte. Pero esta realidad generó un cambio de paradigma en la nación vecina: México.
Es que con la epidemia de fentanilo, la producción de amapolas se ha visto reducida en las tierras mexicanas, donde hasta 2017 se destinaron 30 mil hectáreas a su cultivo. En Guerrero, el estado donde más se cosechaba la goma necesaria para la heroína, el kilo de opio ha pasado de 1.300 dólares a 200 en apenas dos años. Para muchos granjeros que plantaban de forma ilegal, la actividad representa un peligro demasiado costoso para un negocio en contracción.
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