Las dos últimas campañas a la presidencia de Estados Unidos que terminaron en una victoria fueron manejadas por mujeres. ¿Quiénes son estas poderosas operadoras políticas que han diseñado el camino para que Donald Trump y Joe Biden lleguen a ser los líderes del país más poderoso del mundo?
Con la declaración de Joe Biden como Presidente electo de los Estados Unidos, Kamala Harris se convierte en la primera mujer en ocupar el cargo de vicepresidente en este país. Pero no en la única mujer en hacer historia.
Tras bambalinas, con un perfil muy bajo, el cerebro detrás de la operación de campaña de Biden-Harris es una joven oriunda de Massachusetts, Jen O’Malley Dillon. Hoy, a sus 44 años, esta estadounidense de ascendencia irlandesa –típica del noroeste del país- se acaba de convertir en la primera mujer en manejar una campaña presidencial demócrata, y además ganarla.
A O’Malley Dillon no la vimos nunca en los canales de televisión hablando acerca de su candidato. Muy pocas fotos de ella circulan en internet, y en los últimos meses sólo publicó un mensaje en la red social Twitter en el que pedía cautela a aquellos que pensaban que la victoria de Biden sería abrumadora asegurando que la elección estaría más reñida que lo que las encuestas indicaban. Y tenía razón.
Difícilmente la veamos ahora pulular por los programas políticos vanagloriándose de lo que consiguieron en este ciclo electoral. No parece ser su estilo. Pero cualquier allegado a la campaña de Biden sabe que su rol como directora fue fundamental, especialmente a la hora de delinear la estrategia a seguir.
O’Malley Dillon entendió muy temprano en la contienda que la clave estaba en recuperar el denominado muro azul: Pensilvania, Michigan y Wisconsin, tres estados tradicionalmente demócratas que cuatro años atrás eligieron a Donald Trump para la presidencia y la aseguraron la victoria. Ella parecía saber de entrada –y así lo han contado quienes trabajaron bajo sus órdenes en la campaña- que los 46 votos electorales que otorgan esos tres estados serían los que marcarían la diferencia. Es por eso que Biden visitó Pensilvania 13 veces durante la campaña, más que ningún otro estado. Quienes la conocen dicen que se ocupó personalmente de organizar esas visitas.
En medio de la campaña, Florida y Georgia surgieron como posibilidades para el demócrata. Conquistar esos estados también podía llevarlo a la victoria. Si bien la campaña hizo esfuerzos allí, nunca superaron a los fondos y la dedicación que se puso en los estados de los grandes lagos del norte, los del muro azul. Porque afirman quienes la conocen que la cautela y la cabeza fría son otras de las cualidades que definen a O’Malley.
Pese a tener sólo 44 años, esta madre de tres niños que está casada desde hace 13 años, tiene un largo historial como operadora política. Siendo muy joven, fue coordinadora de campo para la campaña de Al Gore en el año 2000. En 2004 y 2008 participó de las fallidas campañas de John Edwards a la presidencia. Para 2012 se sumó al equipo de reelección de Barack Obama, donde conoció a Joe Biden. En 2019 fue asesora de Beto O’Rourke durante la primaria. Apenas esa campaña terminó, en abril de 2020, se sumó a las filas de Joe Biden reemplazando en la dirección de campaña a Greg Schultz y Anita Dunn. Biden venía de perder las primeras elecciones primarias y revivió con el apoyo masivo de la comunidad afro-americana en la primaria de Carolina del Sur. Esa fue la primera misión de O’Malley. Desde allí hasta la Casa Blanca, la historia ya es conocida.
Pero si bien hoy Jen O’Malley se convierte en la primera mujer en manejar una campaña presidencial demócrata, su antecedente histórico no está tan lejos. La primera mujer al frente de una campaña presidencial en Estados Unidos fue Kellyann Conway en 2016, cuando se puso al frente de la campaña de Donald Trump tras la desvinculación de Paul Manfort.
Conway tiene un estilo opuesto al de O’Malley, pero innegablemente también efectivo. Como asesora política y encuestadora, hace 20 años que está al frente de su propia consultora en la que tuvo como clientes a muchos republicanos, desde Newt Gingrich hasta Ted Cruz, pasando por Mike Pence.
Con un perfil altísimo, a Conway se la ve a diario en televisión –especialmente en la cadena de noticias FOX-, y una de sus fortalezas es la facilidad de palabra con la que defiende a sus candidatos. Inclusive, ha trabajado como comentarista política paga para las cadenas FOX, CNN y Fox Business, además de tener participaciones en programas más populares de temáticas generales como Good Morning America.
Conway fue la primera mujer en la historia en manejar una campaña a la presidencia de Estados Unidos, y por ende, la primera en ganarla. Durante los cuatro años de Trump en la Casa Blanca siguió asesorándolo y haciendo las veces de vocera no oficial de la presidencia.
En 2020 no tomó un rol oficial en la campaña del Presidente Trump, pero su influencia es clara. En agosto de este año renunció a su rol de asesora en la Casa Blanca, después de un escándalo con una de sus hijas adolescentes. La menor la acusaba de mala madre y de no prestarle atención a su familia a través de redes sociales. Conway decidió dedicar más tiempo a sus hijos después de este hecho, pero su presencia en los medios y su defensa a Donald Trump no disminuyó.
Por el momento son sólo dos las mujeres en la historia que han estado al frente de campañas políticas a la presidencia de los Estados Unidos, y ambas llegaron a la Casa Blanca. Algunos las considerarán la fuerza detrás del poder, para otros son el poder detrás de la imagen del candidato.
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