Antes de Joe Biden, otros 14 vicepresidentes de los Estados Unidos llegaron a la presidencia. Aunque el cargo original es uno de los menos considerados en la visión popular del poder —funge de presidente del Senado, aunque solo vota en caso de empata 50 a 50; es garante de la exactitud de los votos en el Colegio Electoral tras una elección—, tiene esta función informal de trampolín, y por eso muchos nombres famosos de la historia del país fueron vicepresidentes.
Nueve de los 14 vices que llegaron a mandatarios simplemente ascendieron para ocupar el lugar vacante tras la muerte del presidente —por enfermedad, por asesinato— y ejercieron sin segundo, con el azar del lado de la ciudadanía, ya que ninguno murió a su vez a cargo del país, lo cual hubiera desatado una crisis constitucional estilo House of Cards, antes de 1967, cuando una enmienda a la Constitución se ocupó del asunto. Otros cinco vicepresidentes, como el número 47, que se ha convertido en el presidente electo número 46, fueron elegidos en votación.
Esta es la lista completa a la que ahora se suma Biden:
John Adams, vicepresidente de George Washington
Fue elegido presidente luego de que Washington se retirase al cumplir dos términos, algo que entonces no era el límite legal, como ahora, sino solo el de su paciencia para la gran división política que siguió a la independencia y la organización propia de las ex colonias de Gran Bretaña. Esos dos periodos se convirtieron en la referencia hasta el cambio constitucional; sin embargo, Adams gobernó gobernó uno solo, de 1797 a 1801, con Thomas Jefferson como vicepresidente.
Adams, uno de los líderes de la revolución independentista, fue un “destacado filósofo político”, según la Casa Blanca. Abogado de formación, graduado en Harvard, sirvió como diplomático y fue un escritor apasionado, algo que permitió reconstruir mucho de aquel periodo mediante sus diarios y su correspondencia. Durante su gobierno vivió en tensión con otro miembro del Partido Federalista, Alexander Hamilton, y los republicanos lo acusaron de despotismo.
Nació en 1735 en Massachusetts y allí murió, en el retiro, en 1826; él y su esposa fueron los padres de John Quincy Adams, o los iniciadores de una dinastía política.
Thomas Jefferson, vicepresidente de John Adams
El ganador de las elecciones de 1800 y de 1804 también fue uno de los padres fundadores de los Estados Unidos y el autor principal de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos, en 1776. Se destacó entre los intelectuales que más promovieron de los ideales de una república, lo cual entonces equivalía a hablar de la democracia de una nación joven contra el imperialismo británico.
Nacido en Virginia en una casa de clase alta, fue abogado y diplomático, pero sus intereses lo llevaron a la práctica osada de la horticultura y la música, la arquitectura y la palentología. Por tres votos se convirtió en vice de su contrincante Adams (así era el sistema entonces) y cuando volvió a intentarlo quedó empatado con Aaron Burr: Hamilton convenció a los federalistas que sería el mal menor.
De su periodo data la compra de Louisiana; en su segundo gobierno intentó mantener el país al margen de las guerras napoleónicas, lo cual molestó a los comerciantes afectados por Francia e Inglaterra y le hizo perder popularidad.
Se retiró a Monticello, la mansión neoclásica de Virginia que había construido, donde tuvo 600 esclavos. Murió en 1826.
Martin van Buren, vicepresidente de Andrew Jackson
Martin Van Buren (1782-1862), el presidente número 8, fue el primero de ascendencia no británica: nacido en Nueva York, pertenecía a una familia holandesa, al punto que debió aprender inglés como segunda lengua. Era bajo —lo llamaban “el pequeño mago”— y vestía con detalles de obsesión. En su primer trabajo como escribiente se apasionó por el derecho y estudió de manera autodidacta; le llevó años pero el colegio de Nueva York lo reconoció entre sus abogados.
Fue senador, secretario de Estado de Jackson y también su vicepresidente; ganó como candidato sucesor, por el Partido Demócrata, con una plataforma de fuerte rechazo a las instituciones federales para ampliar la autonomía de los gobiernos estatales.
John Tyler, vicepresidente de William Henry Harrison
Sus adversarios políticos lo llamaban “Su Accidencia”: John Tyler (1790-1862) asumió como presidente un mes después de haber jurado como vice, porque Harrison —el mandatario de mayor edad en asumir hasta aquel momento: 68 años— enfermó el día de su toma de posesión y murió en pocas semanas. Al comienzo hubo debates: ¿era un presidente temporario o no? Pero finalmente el miembro del Partido Whig cumplió el término completo de Harrison, y no fue nominado para un segundo.
Millard Fillmore, vicepresidente de Zachary Taylor
Fue el segundo caso de asunción tras la muerte del presidente en ejercicio: tras un año y medio como vice, completó el periodo de Taylor y no se presentó para una elección propia. Fillmore no hizo una gestión memorable: se lo recuerda, más bien, como el último miembro del Partido Whig en la Casa Blanca. El hombre que pasó de una infancia de pobreza a la riqueza por esfuerzo propio comenzó la apertura económica hacia Asia. Durante su gobierno se incorporaron California y otros territorios tomados a México, pero lo más notable fue la creciente presión de los estados esclavistas para impedir la abolición de la esclavitud, que condujo a que Fillmore negociara el Compromiso de 1850 que intentó evitar la guerra civil.
Andrew Johnson, vicepresidente de Abraham Lincoln
Fue el primero que asumió tras el asesinato de un presidente: se convirtió en el número 17 en años álgidos, tras la derrota de la confederación de estados esclavistas. Aunque había nacido en Carolina del Norte, en una familia muy pobre, vivió en Tennessee y fue su gobernador; era senador por el estado cuando Tennessee se separó de la unión y decidió permanecer en su puesto, lo cual le valió el respeto de Lincoln y el desprecio de los sureños.
Su discurso contrario a la guerra le valió ser gobernador militar de Tennessee, y allí le fue mucho mejor que, tras la muerte de Lincoln en 1869, en la negociación por reincorporar a ese y otros estados confederados, por no mencionar sus vetos de los proyectos de leyes sobre derechos civiles. Por fin los legisladores republicanos lo sometieron a un impeachment, y logró evitarlo solo por un voto en el senado.
Chester Arthur, vicepresidente de James A. Garfield
Otro caso de sucesión tras magnicidio: Garfield había estado en la presidencia unos pocos meses de 1881 cuando lo asesinó Charles Guiteau, frustrado porque el presidente no lo había nombrado embajador. Garfield nunca se recuperó aunque las heridas no fueron mortales, y tras una serie de equívocos médicos murió por una infección. Arthur asumió como un experto en internas partidarias, aunque intentó ubicarse por encima de ellas como indicaba su cargo; también le preocupaba la historia, ya que tenía una enfermedad renal y terminaría por morir prematuramente, a los 57 años, murió por un derrame cerebral. De su gobierno data la primera ley federal de inmigración, que excluyó a “pobres, criminales y lunáticos” y suspendió la entrada de personas de la China.
Theodore Roosevelt, vicepresidente de William McKinley
El primer gobierno de Roosevelt se dio tras el asesinato de McKinley a manos de un anarquista, pero a diferencia de muchos otros vices que no buscaron el voto, él lo hizo en 1904 y asumió por sus propios méritos. En su debut en el cargo fue el presidente más joven de la historia del país en ese momento: estaba por cumplir 43 años.
Como líder del efímero movimiento progresista, quiso llevar al Partido Republicano a posiciones pro regulación de las empresas, contra los monopolios y contra la corrupción. Acaso porque fue el primero en asumir que no había participado en la Guerra de Secesión, tuvo intereses muy distintos, desde la conservación de la naturaleza hasta la literatura. Además de una gran experiencia en cargos políticos de todos los niveles —intentó otra reelección, pero no la logró— fue el autor intelectual de la doctrina del Big Stick en la política exterior estadounidense.
Calvin Coolidge, vicepresidente de Warren G. Harding
Abogado en Vermont —su estado natal—, gobernador de Massachusetts —donde vivió y murió—, juró la presidencia luego de la muerte por enfermedad coronaria de Harding, a mitad de su periodo; lo completo y se presentó a las elecciones de 1924 para ganar el siguiente. Fue un presidente de la austeridad en años de prosperidad —que no durarían: se avecinaba el crack de 1929—: se negó a utilizar fondos federales para regular el agro y ciertas industrias y fomentó la reducción de impuestos.
Harry Truman, vicepresidente de Franklin D. Roosevelt
Truman fue el tercer y último vice de Roosevelt y lo reemplazó en abril de 1945, a apenas mese del tercer periodo del presidente de los Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial. A su vez buscó el cargo, y fue elegido por los votos.
Había combatido en la Primera Guerra Mundial. Fue senador del Partido Demócrata por Missouri e hizo una fuente campaña legislativa contra la corrupción y presidió la Comisión Truman. Pero nada lo preparó para la muerte de Roosevelt: “Siento que la luna, las estrellas y todos los planetas cayeron sobre mí”, dijo en aquel momento. No era modestia: durante las pocas semanas que coincidieron en el gobierno, Truman apenas si se cruzó con Roosevelt; de pronto le tocó ir a todas las reuniones secretas sobre el desarrollo de la bomba atómica, las fricciones con la Unión Soviética, que era una potencia aliada en la guerra, y otras cuestiones similares. Al cabo del conflicto —que incluyó participó de la fundación de las Naciones Unidas y en su segundo mandato impulsó la incorporación de Estados Unidos a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
Murió a los 88 años, en 1973, 20 años después de haber dejado la Casa Blanca.
Lyndon Johnson, vicepresidente de John F. Kennedy
Tras el asesinato del demócrata en 1963, el texano que había acompañado su fórmula se abocó a impulsar uno de los programas legislativos más extensos, llamado de la Gran Sociedad, que habían sido parte del plan de Kennedy: una nueva ley de derechos civiles y un recorte de impuestos, además de mejoras a la educación y la salud (como la creación de Medicare), el desarrollo de algunas regiones comparativamente atrasadas y la lucha contra la pobreza. Pero los años de Johnson quedaron asociados de manera indeleble, mucho más, a la guerra de Vietnam, cuyo final no llegó a ver porque —ya retirado del gobierno— murió poco antes, el 22 de enero de 1973.
Richard Nixon, vicepresidente de Dwight Eisenhower
El segundo de Eisenhower perdió ante Kennedy en 1960 pero ocho años más tarde ganó las elecciones. Ex congresista y senador por California, quien también fue gobernador del estado, este republicano tuvo una fuerte agenda de política exterior —retomó las relaciones con China, terminó el conflicto en Vietnam y mejoró el vínculo con la Unión Soviética— y en el campo interno impulsó normas que endurecieron las penas por delitos, sumó jueces conservadores a la Corte Suprema y modificó la ley tributaria. Sin embargo, el acontecimiento más importante de su primer gobierno no fue político: fue la llegada del hombre a la Luna.
Tras ganar un segundo periodo Nixon fue sometido a juicio político debido a una operación de espionaje sobre el Comité Nacional Demócrata: el famoso caso Watergate, que terminó con su renuncia antes de ser destituido.
Gerald Ford, vicepresidente de Richard Nixon
Ford reemplazó al vicepresidente anterior de Nixon, Spiro Agnew, quien había renunciado tras un escándalo de evasión impositiva, y luego reemplazó al propio Nixon, quien resignó en 1974: se convirtió así en el único político que llegó a la presidencia de los Estados Unidos sin haber sido votado para ninguno de los puestos en la fórmula que elige la ciudadanía.
Otorgó un perdón a Nixon, por lo que fue criticado, y enfrentó problemas internos más graves que la oposición de los demócratas: inflación alta y recesión. Se definió a sí mismo como “un moderado en política interior, un conservador en política fiscal y un acérrimo internacionalista en política exterior”. No buscó la reelección y murió a los 93 años en California, aunque su estado natal había sido Nebraska.
George H.W. Bush, vicepresidente de Ronald Reagan
Luego de cumplir dos periodos como segundo de Reagan, en un gobierno que —junto al de Margaret Thatcher en el Reino Unido— llevó al mundo hacia la filosofía económica neoliberal, el primer Bush que fue presidente se presentó en 1988 como sucesor del californiano, y ganó. Sin embargo, perdió en 1992 ante Bill Clinton porque los votantes republicanos no le perdonaron que, contra lo que había prometido, aumentara impuestos.
El presidente 41 fue también congresista, embajador y director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA). En el tramo final de la Guerra Fría, los asuntos internacionales constituyeron buena parte de su acción política, aunque no sólo con el bloque del este: fueron los años de la guerra del Golfo.
George W. Bush lo convirtió en el primer mandatario cuyo hijo también fue presidente. Aunque nació en Massachusetts, su biblioteca y el museo presidencial están en Texas, donde vivió y donde murió en 2018.
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