Mientras el vértigo del minuto a minuto se devoraba el lógico interés global por conocer quién será el próximo Presidente de los Estados Unidos, las noticias provenientes de Oregon comenzaron a ocupar tímidamente los hilos de noticias durante la madrugada del miércoles pasado por el impacto de la novedad. En ese estado del noroeste del país, la mayoría de los habilitados a votar eligió un nuevo paradigma para la política de drogas tradicional en su país: de ahora en más los usuarios de cualquier droga no irán más presos por tener pequeñas cantidades de lo que sea, no solo marihuana; desde cocaína hasta heroína, de LSD a éxtasis.
“La Medida 110 posiblemente sea el mayor golpe a la guerra contra las drogas hasta la fecha”, remarcó al día siguiente Kassandra Frederique, directora ejecutiva de Drug Policy Alliance, una ONG norteamericana que trabaja para poner fin a la guerra contra las drogas a partir de alternativas basadas en la ciencia, la salud y los derechos humanos y que dio forma al modelo de Oregon.
La decisión apunta a reducir el número de arrestos a consumidores y evitar la estigmatización sobre estos usuarios: una causa penal por consumo después les dificulta conseguir trabajo o préstamos para estudiar.
Puesta en el contexto de la idea tradicional que sugiere desde hace décadas que para combatir las drogas hay que desterrarlas y castigar a sus consumidores, la frase de Frederique puede sonar contradictoria. Pero no lo es. Casi el 60% de los ciudadanos de Oregon cumplió el sueño de quienes proponen desde hace años una mirada alternativa para el tratamiento de los consumos problemáticos, el combate al narcotráfico y la criminalización de los usuarios.
El ex presidente Richard Nixon dio por iniciada hace casi 50 años la llamada “guerra contra las drogas”. Siguen hasta la actualidad batallas sin fin porque en todo este tiempo ninguna nación que incorporó esta política de drogas logró cambiar el estado de las cosas.
No bajó el consumo de sustancias (EE.UU. es el mayor mercado del planeta) ni se redujeron los territorios de cultivo (que cada año crecen en superficie) y mucho menos decreció la criminalidad relacionada a las disputas narco por el territorio; de hecho, hay más muertes por las balas del tráfico de drogas que por el uso problemático de estas (se calcula que de 270 millones de usuarios de drogas que hay en el mundo, apenas el 9% sufre algún tipo de adicción).
¿Entonces qué hacer? Oregon -que el último martes también aprobó el uso de hongos alucinógenos para tratamientos médicos- tomó la decisión de cambiar completamente la forma en que el sistema de justicia trata a quienes son hallados con pequeñas cantidades para uso personal. No legalizó estas drogas, sino que canceló la idea de tratar como criminales a los consumidores.
En lugar de ser arrestados, ir a juicio y enfrentar una posible pena de prisión, los usuarios tendrán la opción de pagar multas de USD 100 o, si no pueden o no quieren asumir el castigo económico, deberán asistir a centros gratuitos de recuperación de adicciones, de mínima para ser evaluados.
Estos centros serán financiados a partir de los ingresos fiscales de las ventas minoristas de marihuana. Oregon despenalizó la posesión de cannabis en 1973 (fue el primer estado del país en hacerlo) y la legalizó completamente en 2014. Para el imaginario popular, legalizar el cannabis (el martes también regularon la planta los estados de Nueva Jersey, Arizona, Dakota del Sur y Montana) está más tolerado que despenalizar las llamadas drogas duras. Por eso hacerlo se asume, incluso en estados progresistas de EE.UU., como una decisión radical. Sin embargo, hay una cuestión sanitaria de fondo.
En Europa, Holanda y Suiza ya descriminalizaron la tenencia de pequeñas cantidades de estas sustancias. Pero el modelo que miraron en Oregon para llevar adelante la “Measure 110” es Portugal, que desde el año 2000 despenalizó la posesión de estas drogas y, según sus estadísticas oficiales, el consumo jamás aumentó; incluso las tasas de consumo de este país son más bajas que las del resto de Europa y de EE.UU.
De hecho, las muertes por el uso de psicotrópicos fuertes -como la heroína o la cocaína- bajaron en Portugal y la cantidad de personas tratadas por consumos problemáticos en el país aumentó 20% entre 2001 y 2008, y luego se estabilizó. El país luso es un ejemplo vivo de que la lucha contra el narcotráfico se puede dar no solamente sin perseguir a los consumidores, sino también dándoles contención y acceso seguro a las sustancias.
Las tasas de infección por el contagio VIH (producto de la reutilización de jeringas) cayeron de 1.575 casos en 2000 a 78 casos en 2013. Y las de arrestos por delitos relacionados con las drogas se redujeron en un 60%, a la vez que la cantidad de personas anotadas en programas de tratamiento de adicciones aumentó en un 60%. Así, el número de muertes anuales por sobredosis bajó escandalosamente.
El enfoque de Portugal para luchar no “contra” sino “con” las drogas es integral. El éxito se da porque no sólo despenalizó la tenencia sino que desarrolló programas para garantizarles a los usuarios el reemplazo de agujas, la desintoxicación, la atención en comunidades terapéuticas y ofertas de empleo.
Para la Drug Policy Alliance, además de despenalizar la posesión de todas las drogas para uso personal, la 110 (cuya campaña recibió el apoyo del creador de Facebook, Mark Zuckerberg, y su esposa Priscilla Chan con el aporte de USD 500.000, según Marijuana Moment) ampliará en gran medida el acceso al tratamiento de adicciones basado en evidencia, apoyo entre pares, vivienda (muchos de los adictos a la heroína están en situación de calle) y reducción de daños, sin aumentar los impuestos.
Los servicios se financiarán mediante el excedente de ingresos fiscales por la venta de marihuana legal (más de USD 45 millones) y los ahorros del Estado por no detener, encarcelar y procesar a personas por posesión de drogas duras. Según las proyecciones actuales del gobierno de Oregon, el exceso de ingresos por impuestos a la marihuana por sí solo debería dar como resultado más de USD 100 millones en fondos para el primer año y hasta USD 129 millones para 2027.
Según un informe de la Comisión de Justicia Penal de Oregon, la aprobación de esta medida disminuirá un 95% las disparidades raciales en los arrestos por drogas, donde los negros y los latinos son los más perjudicados. Se espera que las detenciones caigan de 4.057 condenas en 2019 a unas 378 en el próximo año, según estimó el gobierno local.
Sin embargo, expertos observan que la multa de 100 dólares podría perjudicar a las poblaciones más pobres (afrodescendientes o latinos) que, a la vez, son las más perseguidas por la posesión de drogas. Y reclaman que la despenalización vaya acompañada de una reforma policial con un enfoque distinto sobre los usuarios.
“Castigar a las personas por un trastorno por consumo de sustancias es una forma ineficaz de cambiar el comportamiento de consumo de drogas de las personas. Lo sabemos porque hemos intentado durante cien años castigar a las personas para que no consuman sustancias, y no ha funcionado”, remarcó semanas atrás al medio The Appeal, Haven Wheelock, uno de los principales activistas de la iniciativa.
Las personas que están en la cárcel por consumo de sustancias se enfrentan a mayores riesgos de salud dada la tasa sustancial de sobredosis y suicidios durante la detención o al ser liberados. Y una condena penal por consumo a menudo conduce a dificultades económicas porque limita el acceso a la vivienda, el empleo y los préstamos para estudiantes. Todo eso, complica la recuperación de la adicción.
Uno de cada 11 habitantes de Oregón es adicto a las drogas, y casi dos personas mueren todos los días por sobredosis en ese estado. Marianne Parshley, gobernadora de la sección de Oregon del Colegio Estadounidense de Médicos, explicó a medios locales que el riesgo de una sobredosis mortal aumenta significativamente cuando una persona que se enfrenta a una adicción está encerrada: “El momento de mayor riesgo es en las dos semanas posteriores al alta de las instituciones correccionales”.
¿Será Oregon la punta de lanza para un nuevo modelo de lucha contra las drogas después de casi 90 años de prohibición total? “La Medida 110 cambia el enfoque y lo pone en las personas y la salud pública. Así elimina una de las justificaciones más comunes para que las fuerzas del orden acosen, arresten, procesen, encarcelen y deporten a las personas. Como vimos con el efecto dominó de la legalización de la marihuana, esperamos que esta victoria inspire a otros estados a promulgar sus propias políticas de despenalización de drogas que priorizan la salud sobre el castigo”, comentó Frederique.
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