“Trump, nuestra revancha por el martirio de nuestro gran comandante es cierta, seria y real, pero somos respetables y nuestra revancha será equitativa y justa”. Esas palabras corresponden al general Hossein Salami, líder de los Guardianes de la Revolución de Irán, en alusión a la muerte de su predecesor, el general Qassem Soleimani, quien murió el pasado mes de enero en una operación norteamericano en Irak. Desde entonces, el régimen persa amenazó a Estados Unidos con represalias.
El pasado mes de septiembre, militares, agentes de inteligencia y autoridades judiciales de Estados Unidos fueron alertados sobre una “amenaza activa” contra los altos mandos del Pentágono, de acuerdo a lo revelado por cinco funcionarios norteamericanos a la cadena NBC News. La amenaza está latente tanto en suelo norteamericano, como en el exterior, detallaron esas fuentes, que hablaron bajo anonimato.
Las evidencias obtenidas por las autoridades indican que se puede tratar de un posible intento de represalia por parte de Teherán por la muerte de Soleimani, quien fue abatido por las fuerzas norteamericana en Bagdad en un ataque con drones.
No obstante, los funcionarios con conocimiento del asunto aclararon que hasta el momento la información proporcionada a las autoridades no estableció un vínculo definitivo con ese caso.
De acuerdo a dos de esas fuentes, los datos de inteligencia incluyen una lista de los nombres de los líderes militares que son el objetivo principal. Esas identidades no fueron reveladas.
Luego de un incidente que tuvo lugar la noche del pasado 22 de septiembre, en el que estuvo involucrado un alto funcionario del Departamento de Defensa, se llevaron a cabo periódicas reuniones informativas entre el FBI, la CIA, y los altos mandos militares.
Esa noche, el funcionario norteamericano abandonó el Pentágono en un todoterreno negro, conducido por un miembro de su equipo de seguridad. Durante el trayecto, según el relato de las fuentes, un vehículo desconocido comenzó a seguirlos por casi once kilómetros. El conductor, que luego fue identificado como un ciudadano iraní, se trasladaba en un automóvil con matrícula del estado de Virginia.
Los funcionarios comentaron a NBC News que el Pentágono y el FBI no están de acuerdo sobre si fue un intento serio de atacar al dirigente del Departamento de Defensa. Mientras el Pentágono expresó una gran preocupación sobre lo sucedido, el FBI investigó el incidente y determinó que no era parte de una amenaza a los altos líderes militares o que no estaba relacionado directamente con Irán.
Tras el incidente, el Pentágono emitió una alerta a sus funcionarios, y compartió la información con la policía federal. En la información proporcionada incluyeron fotos del conductor y del vehículo, así como la matrícula del mismo. Asimismo, durante las reuniones informativas que se desarrollaron entre las fuerzas de seguridad también se entregaron datos sobre las cuentas de Facebook e Instagram del conductor, donde se puede observar que mantiene contactos con gente en Irán y Afganistán, apuntaron las fuentes.
Esas personas no comentaron si la persona en cuestión fue interrogada o puesta bajo custodia.
“El Departamento de Defensa se toma en serio la seguridad de todo nuestro personal (...) No discutiremos la inteligencia con respecto a las amenazas potenciales a los líderes de alto nivel ni la gama de medidas de protección de la fuerza que tenemos en marcha para hacer frente a estas amenazas”, dijo el portavoz del Pentágono Jonathan Hoffman.
Hoffman agregó que también se extremaron las medidas de seguridad para los viajes internacionales de los funcionarios del Departamento de Defensa: “Estamos constantemente evaluando el entorno de la amenaza”.
Ejemplo de esto último fue el reciente viaje del Secretario de Defensa norteamericano, Mark Esper, quien se trasladó a Medio Oriente y el sur de Asia esta semana, bajo un estricto hermetismo y en secreto, lo que sugiere una mayor preocupación por la seguridad. A los reporteros que viajaban con Esper, incluso, no se les permitió informar de sus visitas a Bahrein e Israel hasta después de que salieran de cada país.
Tras las constantes amenazas por parte de Irán, Trump afirmó que “cualquier ataque por parte de Irán hacia Estados Unidos se vería seguido por un ataque contra Irán que sería mil veces más fuerte”.
“Tomaremos como blanco a todos aquellos que hayan estado directa o indirectamente implicados en el martirio de este gran hombre. Es un mensaje serio”, advirtió Salami hace un mes.
Soleimani era el arquitecto de la estrategia militar de su país en la región, sobre todo en Irak y Siria. El general, muerto en un ataque estadounidense con drones en enero en Bagdad, dirigía concretamente la fuerza Quds, la unidad de élite encargada de las operaciones exteriores de los Guardianes de la Revolución. Tras su muerte, Irán disparó misiles contra bases estadounidenses y de otros países miembros de la coalición en Irak.
Los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria de Irán (IRGC, en inglés) surgieron en 1979 tras la Revolución Islámica que depuso al Sha de Persia e instauró el actual régimen teocrático dirigido por los ayatolás. También conocida como pasdaran (“guardianes” en farsi), esta fuerza paramilitar fue pensada como una rama de las Fuerzas Armadas de Irán encargada de proteger precisamente el régimen teocrático y la república islámica, a diferencia del rol más tradicional de protección de fronteras del ejército, la marina y la fuerza aérea.
La Fuerza Quds apoya y entrena a los grupos terroristas Hezbollah en el Líbano, y Hamas y Yihad Islámica en la Franja de Gaza, además de las milicias hutíes en Yemen y a distintos grupos chiitas en Siria y Afganistán.
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