El Senado de Estados Unidos inició este lunes las audiencias de confirmación de Amy Coney Barrett en la Corte Suprema, un proceso que el oficialismo apura para concretar su confirmación antes de las elecciones del 3 de noviembre.
La jueza de 48 años se presentó ante una sala casi vacía, ya que tres senadores del Comité Judicial han dado positivo por coronavirus, por lo que varios miembros siguieron la declaración por teleconferencia. Los diagnósticos se produjeron precisamente después de un evento en el que Trump anunció la nominación de Barret, días después de la muerte de la magistrada Ruth Bader Ginsburg, y en la que el propio mandatario podría haberse contagiado.
“Tendremos una audiencia con la esperanza de que el país sea (capaz de) aprender más sobre el Juez Barrett, aprender más sobre la ley, aprender sobre las diferencias en el juzgamiento”, dijo el presidente del Comité Judicial del Senado, Lindsey Graham, al iniciar el proceso. El congresista ha evitado someterse a una prueba de Covid en los últimos días: otra baja forzada haría peligrar la mayoría republicana en la Cámara Alta.
Barrett había adelantado a los medios su discurso de apertura, en el que destaca su decisión de no dejar que su carrera legal definiera su identidad y su vida en general, la cual comparará con la función de los tribunales.
“Un principio similar se aplica al papel de los tribunales. Los tribunales tienen la responsabilidad de cumplir el Estado de derecho, que es fundamental para una sociedad libre, pero los tribunales no están diseñados para resolver todos los problemas o corregir todos los errores de nuestra vida pública”, afirma en su presentación. A juicio de Barrett, “las decisiones de política y los juicios de valor del Gobierno deben ser hechos por los poderes elegidos por el Pueblo y responsables ante él”. Y agrega: “El público no debe esperar que los tribunales lo hagan y los tribunales no deben intentarlo”.
Barrett, de perfil conservador, cambiaría el equilibrio en la cancha significativamente bien, de 5-4 a favor de los conservadores a 6-3. A los demócratas les preocupa que ella vote para dictaminar que la Ley de Cuidado Asequible (conocida como Obamacare) es inconstitucional.
También están preocupados por su historial en materia de aborto. Sin embargo, aunque Barrett ha firmado declaraciones públicas contra los derechos reproductivos, no ha llegado a decir si se pronunciaría a favor de anular el fallo judicial de 1973 con el que el Tribunal Supremo legalizó en la práctica el aborto en EEUU.
Fue confirmada en la corte federal de apelaciones en 2017. Antes de eso, fue profesora de derecho en Notre Dame y fue secretaria del juez Antonin Scalia.
Por su parte, los demócratas y su candidato, Joe Biden, reclaman esperar el veredicto de las urnas antes de buscar llenar ese puesto, designado de por vida y extremadamente influyente, pero no parecen tener forma de evitar la votación.
El vocero republicano, Mitch McConnell, controla el calendario y los procedimientos del Senado, y los republicanos tienen una mayoría de 53 escaños de 100 en la Cámara Alta. Aunque dos de ellos -Lisa Murkowski y Susan Collins- dijeron que no votarían por Barrett antes del 3 de noviembre, los republicanos tienen suficientes votos para dar el visto bueno a la magistrada.
(Con información de EFE, AP y AFP)
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