Las fuerzas de seguridad federales y estatales de los Estados Unidos han comenzado a ampliar sus preparativos ante la posibilidad de que se produzcan disturbios generalizados el día de las elecciones. Las preocupaciones se desprenden de las tensiones extraordinariamente elevadas entre los votantes y las ansiedades por la seguridad de los comicios -considerando el elevado número de votantes por correo- alimentadas en buena medida por el presidente Donald Trump.
El FBI y los departamentos de Policía de varios estados han estado realizando simulacros que evalúan como se podrían desarrollar los peores escenarios después de las elecciones del 3 de noviembre. También han establecido centros de comando para mejorar la coordinación en los informes de violencia e intimidación de los votantes, y emitiendo advertencias públicas de que no será tolerado ningún delito que amenace la integridad del voto.
Los esfuerzos son más amplios y más públicos que en años anteriores, ya que crece el temor por el potencial de enfrentamientos violentos en varias ciudades de los Estados Unidos. Los agentes de la ley dicen que no están respondiendo a ninguna amenaza o información específica, sino que se están preparando para una serie de diferentes escenarios que podrían presentarse.
Las tensiones son especialmente altas dada la creciente polarización política y los meses de manifestaciones masivas contra la injusticia racial que han visto distintos escenarios de violencia. Entre ellos se destaca el del adolescente Kyle Ryttenhouse, quien mató a dos personas en el marco de una protesta por el caso de Jacob Blake, un hombre afroamericano que fue baleado por la policía en su auto. Las ventas de armas están aumentando.
En este contexto, 13 personas, incluyendo siete hombres de la milicia estadounidense Wolverine Watchmen, fueron arrestados por un presunto complot para secuestrar a la gobernadora de Michigan y atacar el edificio del capitolio estatal. El grupo conspiraba para raptar a la demócrata Gretchen Whitmer antes de las elecciones presidenciales del 3 de noviembre, según una declaración del FBI publicada el jueves.
“Nuestros esfuerzos descubrieron planes elaborados para poner en peligro las vidas de los agentes de la ley, los funcionarios del gobierno y el público en general”, dijo el fiscal general de Michigan, Dana Nessel, en una conferencia de prensa para anunciar los cargos.
Los memorandos internos de seguridad de Estados Unidos han advertido en los últimos meses de que los extremistas locales violentos podrían suponer una amenaza para las elecciones, una preocupación exacerbada por la pandemia del coronavirus, las tensiones políticas, los disturbios civiles y las campañas de desinformación en el extranjero.
A esto se suma que Trump ha pasado meses sugiriendo sin pruebas que las elecciones podrían ser amañadas. Su llamamiento a los partidarios para “ir a las urnas y vigilar muy de cerca” tiene a los funcionarios electorales preocupados por que los “monitores” no oficiales o autodesignados puedan causar caos y conflictos en los lugares de votación.
Un funcionario del FBI dijo que la agencia estaba considerando el clima actual del país en sus preparativos para garantizar la seguridad en las urnas, así como trabajando con otras agencias para proteger el sistema de votación. El funcionario no discutiría los planes públicamente y habló con la agencia AP bajo condición de anonimato.
Pero no solo las fuerzas de seguridad se están preparando. También hay grupos de la sociedad civil en alerta. Para algunos ciudadanos estadounidenses como el asesor financiero David Powell, la mayor preocupación es que, en caso de que haya dudas con el vencedor de los comicios, podrían verse obligados a tomar partido para proteger los derechos civiles, la propiedad privada e incluso las vidas.
“No soy parte de ningún grupo, no quiero ser parte de un grupo, soy un tipo normal que está viendo las noticias y se está preocupando mucho”, dijo Powell, de 64 años, a la agencia Reuters. Desde Raleigh, Carolina del Norte, dijo que le preocupan los “matones antifascistas”, un término que los conservadores estadounidenses usan para describir a los activistas antifascistas de izquierda. Dijo que está preparado para “montar guardia” en su comunidad, si es necesario.
Algunas personas están planeando vacaciones en el extranjero alrededor del día de las elecciones o se dirigen a retiros rurales. Otros han comprado armas para defenderse. Las ventas alcanzaron un récord mensual de 3,9 millones en junio, según datos del FBI. La munición para los rifles AR-15 está atrasada en estados como Washington y Colorado.
Algunas comunidades y grupos están tratando de disminuir las tensiones, a menudo con el conocimiento de que muchas personas tienen armas de fuego y están dispuestos a usarlas. En Portland, Oregon, el activista de izquierda Dre Miller se ha acercado a los líderes de la organización extremista de derecha Proud Boys para establecer una línea de comunicación abierta para resolver conflictos.
“Tenemos que ser capaces de llamar a un alto el fuego cuando las cosas se nos escapen de las manos”, dijo Miller, de 37 años, organizador del grupo de derechos de los afroamericanos J.U.I.C.E. “Como hombre negro no puedo dar marcha atrás en este momento. Estoy parado y esperando", haciendo eco de las palabras que Trump usó sobre los Proud Boys en el debate presidencial.
Con información de AP y Reuters
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