WASHINGTON DC.- ¿Está curado entonces Donald Trump? ¿Venció al Covid-19 y es el protagonista de un milagro? La respuesta es no. El presidente de Estados Unidos fue sometido en los últimos días a un tratamiento intenso que combina medicina de primerísimo nivel, un costado experimental y necesidades políticas. Un paciente normal seguiría internado, pero un paciente normal tampoco sería trasladado en helicóptero para ser atendido por un enorme equipo de médicos cada minuto del día. Es más que evidente que Trump no es un paciente normal, y en parte también por eso está ya de regreso en la Casa Blanca.
“El presidente pasó una primera noche de pleno descanso en su hogar, y hoy no evidenció síntomas”, escribió este martes Sean Conley, médico del presidente, en un memorando distribuido a los medios. “Sus signos vitales y el examen físico mostraron estabilidad, con un nivel de saturación de oxígeno de entre el 95 y el 97 por ciento. En general sigue estando extremadamente bien”, añadió.
La clave del reporte de Conley está en la palabra “síntomas”. No tenerlos no significa que alguien se haya curado del COVID-19. “Todas las fuentes con las que hablé en la Casa Blanca coinciden en que está enfermo. Sí, el cóctel de medicamentos que recibió suprime los síntomas, pero está enfermo”, dijo hoy a CNN Maggie Haberman, corresponsal en la Casa Blanca del “New York Times”.
“¡Me siento realmente bien!”, tuiteó este martes el presidente, horas después de abandonar el centro médico Walter Reed lanzando frases de indudable peso: “No teman al covid, no lo dejen dominar sus vidas. Desarrollamos, en la administración Trump, medicamentos y conocimientos realmente grandiosos. ¡Me siento mejor que hace 20 años!”. Este martes dio la impresión de estarlo, porque lanzó una andanada de tweets propios de sus momentos más intensos.
Hay una serie de datos esenciales que son muy importantes: el presidente estadounidense fue internado en la clínica Walter Reed el viernes y regresó a la Casa Blanca el lunes. En el medio tuvo fiebre y bajaron sus niveles de oxígeno en sangre. Su equipo médico no ofreció detalles acerca de ese descenso de la oxigenación de la sangre, un dato clave que permite a los expertos evaluar con más precisión cuán grave está un paciente.
Muchos observadores creen que Trump está poniendo en juego su propia salud (y sus críticos añaden que la de los demás) para lograr la reelección frente a Joe Biden, su rival demócrata en las elecciones del 3 de noviembre. Sean Hannity, amigo del presidente y presentador de la ultraconservadora Fox News, lo ve de otra manera: en la noche del lunes tras el cinematográfico regreso del presidente a la Casa Blanca, dijo que Trump está en una misión. Y citó a Franklin Delano Roosevelt en 1933 (“a lo único que debemos temerle es al miedo mismo”) y al Winston Churchill que en 1940 prometió “sangre, sudor y lágrimas”.
Más allá de las necesidades políticas de Trump y de su imparable deseo de retomar la campaña para mantenerse en la Casa Blanca, es rigurosamente cierto que el presidente de los Estados Unidos, de 74 años y con patologías preexistentes, está siendo objeto de un tratamiento médico único.
No hay consenso en que su caso sea leve, ya que algunas informaciones acerca de los medicamentos y tratamientos que recibió ponen en cuestión esa posibilidad. Conley, capitán de marina y que como tal debe obediencia al comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, que no es otro que Trump, viene siendo cuestionado por la falta de precisión de sus informes acerca de la salud del presidente.
CNN, muy crítica con Trump durante todo su gobierno, puso énfasis en lo excepcional del tratamiento al que se está sometiendo al presidente: “Si te enfermas de COVID-19 no esperes recibir el mismo tratamiento que el presidente Donald Trump. Puede parecer obvio que el líder del país reciba atención extra y la mejor atención posible, pero algunos de los tratamientos que está recibiendo no están ni siquiera disponibles para el público común”.
Jonathan Reiner, profesor de medicina en la George Washington University, fue más lejos aún: “El presidente podría ser el único paciente en el planeta en haber recibido hasta hoy esta particular combinación de medicinas”. Su colega Richard Besser confesó su asombro en ABC News: “Cuando veo las drogas que se le han suministrado me resulta difícil entenderlo, porque algunas de ellas son para gente severamente enferma”.
Anticuerpos monoclonales, un antiviral y dexametasona: el tratamiento al que se está sometiendo al presidente de los Estados Unidos es ciertamente impactante cuando se entra en sus detalles.
1) LOS ANTICUERPOS MONOCLONALES:
Según “Science”, Trump recibió un “cóctel de anticuerpos” que actúan directamente contra la proteína del virus que causa el COVID-19/SARS-CoV-2. Uno de estos anticuerpos es producido por personas que se recuperaron de una infección de SARS-CoV-2. Se los “aísla y copia” la célula que lo produce. El otro anticuerpo es de un ratón al que se manipuló genéticamente.
“Regeneron” es la compañía que está produciendo el “cóctel de anticuerpos”, y la semana pasada “presentó datos preliminares de estudios clínicos aún en proceso que indican que los pacientes (...) moderaron la enfermedad”. No está claro aún si el cóctel es efectivo en pacientes severos, pero hay señales que marcan que podría serlo. “Regeneron” está llevando adelante un estudio con 275 pacientes hospitalizados, aunque aún no informó de los resultados.
Pero en el tratamiento de Trump hay algo que llama la atención: recibió una dosis de anticuerpos monoclonales tres veces mayor que la recomendada. “Supongo que tiene que ver con el exceso de cautela” que mencionó su cuerpo médico, dijo a “Science” George Yancopoulos, dueño de “Regeneron”. Los estudios de la compañía farmacéutica se realizaron con dosis de 2,4 gramos por paciente: Trump recibió ocho.
“Regeneron” se presenta en su web como una compañía con la intención de “empujar los límites de la ciencia y hacer una medicina que cambie vidas”. La del presidente de los Estados Unidos podría estar cambiando en caso de que el tratamiento sea verdaderamente efectivo. Cuando Trump habla de “medicamentos y conocimientos grandiosos” se refiere en parte al experimento de “Regenerón”, y no es incorrecto llamarlo así, ya que el tratamiento no está aprobado aún, sino en la fase de estudios clínicos. Y, más allá de que se trata del presidente, el equipo médico que lo trató debió moverse en medio de un intrincado bosque legal para ser autorizado a aplicar los anticuerpos monoclonales al inquilino de la Casa Blanca.
Trump no formaba parte de los ensayos clínicos, por lo que su cuerpo médico debió recurrir a la regulación 21 CFR 312.310 de la Administración Federal de Alimentos y Medicamentos (FDA) para que se autorizara el “uso compasivo” en el presidente, un atajo para aplicar el tratamiento en circunstancias excepcionales. Esta, no hay dudas, lo era. Tanto “Regeneron” como “Eli Lilly”, otra compañía trabajando con anticuerpos monoclonales, confían en recibir pronto una autorización de emergencia de la FDA para que el tratamiento sea accesible a todos.
2) EL REMDESIVIR:
Este es otro de los tratamientos que viene recibiendo el presidente estadounidense. Es un antiviral desarrollado por “Gilead Sciences” que en su momento no funcionó bien para tratar la hepatitis C, pero sí tuvo sus éxitos con el virus Ebola. Uno de los aspectos que destacan sus defensores es que los anticuerpos monoclonales y el remdesivir atacan diferentes partes del virus, por lo que su uso combinado podría tener sentido. Este antiviral inhibe una enzima viral que permite la replicación del patógeno. El “Washington Post” observa con escepticismo al antiviral.
“El remdesivir podrá no curar el coronavirus, pero se encamina a aportar miles de millones a Gilead”, tituló el diario de la capital estadounidense: “Estudios clínicos reforzaron las preguntas acerca de la efectividad de la droga y quiénes son los que deberían recibirla. Las evidencias más concluyentes muestran que reduce las estadías hospitalarias de 15 a 11 días, pero no bajan significativamente las probabilidades de morir de coronavirus”.
El negocio de “Gilead” también está en la mira: “Se cuestiona si los 3.120 dólares que cuesta cada tratamiento están justificados, teniendo en cuenta sus modestos beneficios y el aporte de los impuestos. Remdesivir fue desarrollado junto a agencias gubernamentales y con al menos 70 millones de dólares de los contribuyentes estadounidenses”.
3) LA DEXAMETASONA:
Donald Trump está recibiendo también esteroides, según confirmó Conley el domingo. La dexametasona “amortigua la respuesta inmune del cuerpo y puede evitar que el organismo cause estragos en las últimas etapas de COVID-19”, destacó “Science”. El esteroide tiene una ventaja que en su momento destacó el propio Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la Organización Mundial de la Salud: fue la primera droga contra el COVID-19 que se demostró claramente capaz de reducir la mortalidad.
Y tiene una desventaja: su uso está recomendado para pacientes con la enfermedad ya avanzada, y se cree que es perjudicial si se administra prematuramente. La presencia de la dexametasona dentro del cóctel recetado a Trump abre entonces dudas acerca del estado real del presidente. Durante el fin de semana hubo informaciones contradictorias. Mientras Conley presentaba una visión optimista, Mark Meadows, jefe de despacho de Trump, fue mucho más oscuro en sus apreciaciones. Finalmente Conley admitió que Trump recibió oxígeno en dos ocasiones. La dexametasona, dicen médicos citados por “Science”, puede tener serios efectos colaterales: agitación, paranoia e incluso psicosis.
Thomas McGinn, jefe médico de Northwell Health, la mayor proveedora de servicios de salud del Estado de Nueva York, expresó sus fuertes dudas al “New York Times”: “La dexametasona es la más mitificada de las drogas que vemos que se le están administrando al presidente. Es una sustancia que no se utiliza a menos que se advierta que la condición del paciente se está deteriorando. Y eso abre la pregunta: ¿Está más enfermo de lo que nos dicen o están siendo excesivamente agresivos porque se trata del presidente, y de una manera que podría ser potencialmente dañina?”.
4) ¿HAY ALGO MÁS?
Sí, el informe médico conocido el viernes, horas después de la internación de Trump en el centro médico militar, señalaba que el presidente “ha venido tomando zinc, vitamina D, famotidina, melatonina y una aspirina diaria”. No hubo mención a la hidroxicloroquina, un medicamento contra la malaria que semanas atrás Trump promovía como efectivo contra el COVID-19. En todo caso, las sustancias mencionadas son de acceso libre en cualquier farmacia de los Estados Unidos. La famotidina, por ejemplo, se comercializa bajo la marca “Pepcid” y es utilizada contra la acidez estomacal. Parece ser útil para tratar el coronavirus, pero la FDA aún no dio la aprobación para un ensayo clínico con la famotidina.
“Se le está dando remdesivir, dexametasona y anticuerpos monoclonales”, destacó el doctor McGinn. “Nadie nunca antes hizo eso, ni hablar si le sumamos la famotidina, el zinc y alguna mezcla de cócteles o lo que sea que además le estén dando”.
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