ORLANDO (EEUU) - Gerardo Rodríguez habla y es pura alegría. La cadencia tintineante y la “ele” que reemplaza “erres” confirman que nunca dejará de ser puertorriqueño, aunque lleve ya más de 40 años en los Estados Unidos. Pero hay un momento en el que su rostro se nubla, la voz se le quiebra y el pecho se le llena de angustia: “Pensábamos ir a Pulse, pero algo nos dijo ‘quédate en casa’”.
“Pulse” es el club gay de Orlando que fue escenario, en junio de 2016, de la masacre terrorista con más víctimas en territorio estadounidense, solo superada por los atentados del 11 de septiembre de 2001: 49 muertos y 53 heridos. Luego se sabría que Omar Mateen, el hombre que ingresó al club con un rifle y una pistola semi automáticos, había intentado esa misma noche hacer lo mismo en clubes heterosexuales. Vio que había demasiada seguridad en ellos y terminó yendo a “Pulse”. Lo que quería era matar. Y mató, desató una masacre. La policía terminó matándolo esa misma noche.
“Sí, nosotros pensábamos ir a Pulse, pero algo nos dijo quédate en tu casa. Estábamos viendo Netflix”, recuerda Rodríguez, de 53 años, en diálogo con Infobae. “A las cuatro o cinco de la mañana me llamó mi tío de Staten Island diciéndome que había habido una explosión o tiroteo. A la mañana siguiente no lo podíamos creer. Muchas personas que conocíamos estaban ahí. Muchas lograron salir, pero algunas no. Era una discoteca pequeña, y no solo del ambiente gay, ahí iban personas heterosexuales, porque la música era buena, la juventud se entretenía ahí. La ciudad de Orlando sufrió mucho por eso...”.
Rodríguez se queda sin voz y pide haciendo señas con las manos cortar el video. El recuerdo de esa noche es demasiado duro para él. En “Pulse”, un club que frecuentaba, murió gente que conocía y quería. Que él y su esposo, Eddie Santos, también puertorriqueño, decidieran esa noche quedarse en casa viendo Netflix, quizás les salvó la vida.
“El asesino fue a una discoteca en el centro para heterosexuales, pero no pudo hacer lo que quería hacer. Mucha gente sufrió, las calles estaban muy silenciosas, los turistas, todo el mundo lo sentía. La gente se acercó tras la tragedia. No pasé más por la discoteca hasta que fue el primer aniversario. Fue algo muy desagradable, muy feo lo que pasó. Hoy Orlando recibe a todo el mundo: homosexuales, heterosexuales, transexuales... Es una ciudad muy abierta”.
La vista de Rodríguez, que trabaja como “asesor de belleza” en el “Neiman Marcus” de Orlando, está puesta ahora en las elecciones. No tiene dudas entre Donald Trump y Joe Biden, pero sí duda acerca de lo que pueda pasar. Y teme a una victoria de Trump.
Rodríguez usa la palabra “fuerte” como sinónimo de “malo”. Y es lo que avizora ante un eventual segundo período republicano consecutivo en la Casa Blanca.
“El futuro de la comunidad gay lo veo muy fuerte si Trump gana las elecciones. Hemos luchado bastante para llegar adonde estamos. Ellos son conservadores, no creen en la homosexualidad, están en contra del aborto. Puede ser un poquito ‘challenging’...”. Desafiante, complicado. “Challenging”. Y no solo por lo que crea o quiera hacer Trump, sino por un movimiento que hizo el presidente días antes de dar positivo por coronavirus: la nominación de una jueza ultraconservadora, Amy Coney Barret, en reemplazo de la fallecida Ruth Bader Ginsburg, ícono del progresismo.
¿Puede la comunidad gay perder algunos de los derechos que consiguió en las últimas décadas? ¿Puede ponerse en cuestión hacia el futuro la legalidad de matrimonios como el de Gerardo y Eddie?
“Creo que puede haber una posibilidad, porque (la jueza) es una persona que no cree en derechos de los homsexuales, no cree en derechos de aborto. Puede ser muy fuerte, hay muchas personas preocupadas por eso”, admite Rodríguez.
“Nuyorican” (pasó buena parte de su vida en Nueva York), Rodríguez se mueve feliz por los pasillos de la tienda en el “Mall of Millenia”. Con el aire acondicionado a la temperatura justa y el aroma a perfume en el ambiente, el sitio es un refugio perfecto en la tarde de calor húmedo de Orlando, ese gran parque temático en el centro de la Florida. Días antes, recuerda Rodríguez, Biden estuvo de visita en Kissimmee, una ciudad a menos de media hora de Orlando que concentra una gran cantidad de población puertorriqueña.
“La mayoría de los puertorriqueños somos demócratas. En la isla no podemos votar al presidente, pero cuando estamos en Estados Unidos, sí. Trump, cuando dice las cosas no piensa, y crea más problemas. Soy un ‘nuyorican’, pero como persona Trump nunca me interesó. No sabemos qué va a suceder en las elecciones...”.
Aunque Orlando es una ciudad “abierta”, “el racismo siempre ha estado en los Estados Unidos”, dice. “Es solo que ahora que tenemos los iPhones y los medios que lo muestran más. Pero el Ku Klux Klan siempre ha existido”.
Está claro que Rodríguez está en las antípodas de Trump. Ahora bien, ¿qué le ve a Biden? Como buen “nuyorican”, responde a la pregunta yendo más allá e incluye a un personaje clave en el análisis: Kamala Harris, candidata a vicepresidente.
“Me gustan porque son personas tranquilas, son como nosotros, de la clase media. Yo siempre he sido demócrata, y estas elecciones son fuertes, con una vicepresidenta mujer que puede ayudar a muchas personas y que en el futuro podría gobernar los Estados Unidos. Ella tiene muchas ventajas. Y Biden entiende a la comunidad latina y a las personas de bajos recursos”.
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