Es momento de aceptar la amenaza militar que representa China y actuar en consecuencia. Ese fue el eje central del mensaje que dio este jueves el general David Berger en la conferencia anual del Cuerpo de Marines de los Estados Unidos, que se realizó de forma virtual por la pandemia.
“Tenemos que desplegarnos”, dijo el comandante del cuerpo, en referencia a que las bases militares y la flota estadounidense en la región están demasiado concentrados en lugares estratégicos, como Japón y Guam, lo que los vuelve blancos fáciles para el Ejército de Liberación Popular (EPL).
“Tenemos que tener en cuenta a Guam. Tenemos que tener una disposición distribuida en el Pacífico que nos permita trabajar con todos nuestros socios y aliados, y disuadir a fuerzas como el EPL de afirmarse de una manera que intenta reescribir las normas globales que han sido bien establecidas en los últimos 70 años. Por lo tanto, nuestra postura debe cambiar”, afirmó el general.
El despliegue vigente hasta este momento ha estado en vigor desde el final de la guerra de Corea, hace más de medio siglo. Es una estrategia pensada casi exclusivamente para contener posibles focos de conflicto allí. Pero con el nuevo rol adquirido por China, puede haber quedado obsoleta.
“No es un buen despliegue para dentro de 10 o 20 años. Necesitamos revisarlo”, dijo Berger.
Las tensiones entre las dos grandes potencias mundiales vienen en aumento. Los Estados Unidos desplegaron el mes pasado uno de los buques destructores que mantienen en el Mar Meridional y perteneciente a la Flota del Pacífico, donde el régimen chino había realizado unas temerarias pruebas misilísticas que desataron una disputa con sus países vecinos y generaron una respuesta condenatoria de la Casa Blanca. Se trata del USS Mustin que navegó cerca de las islas Paracel, que habían sido blanco de los test armamentísticos de Beijing.
La operación se produjo un día después de que China disparara misiles balísticos al mar como parte de ejercicios de fuego real, lo que aumentó el conflicto ya elevado no sólo entre Washington y Beijing, sino además con países que también tienen reclamos soberanos sobre las aguas que Xi Jinping se adjudica como propias: Vietnam, Malasia, Brunei, Taiwán, Filipinas e Indonesia. Incluso Japón hizo saber su preocupación por la imprudente prueba de misiles intercontinentales.
Los Estados Unidos realizan regularmente “operaciones de libertad de navegación” en el área para desafiar los reclamos territoriales chinos. La Flota del Pacífico de la Armada norteamericana dijo en un comunicado que el USS Mustin, un destructor de misiles guiados, navegó “en las cercanías de las Islas Paracel para garantizar que las rutas de navegación críticas en el área permanezcan libres y abiertas”.
En los últimos años, China ha perseguido agresivamente sus reclamos territoriales en el Mar de China Meridional o Mar del Sur, construyendo pequeños bancos de arena y arrecifes en bases militares con pistas de aterrizaje e instalaciones portuarias para luego hacer reclamos de soberanía sobre el área marítima de influencia.
Vietnam, Filipinas, Malasia, Indonesia, Brunei y Taiwán también tienen reclamos en competencia en esas aguas, a través del cual pasa el comercio internacional por valor de billones de dólares al año. Las tensiones han aumentado el mes pasado en el área cercana a las islas Paracel -llamada Xisha por Beijing- donde el ejército chino ha estado realizando ejercicios.
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