Puede que suene increíble, pero Eric Clapton cometió un grueso error como experto guitarrista. Durante una conferencia de prensa sobre el documental Eric Clapton: A Life in 12 Bars, en 2017, dijo: “Acaso la guitarra haya llegado a su fin”.
Había señales que así lo indicaran, corresponde reconocerle. Desde 2007, según la firma de investigación Music Trades, las ventas habían caído más del 30%; mientras Gibson, el fabricante de las famosas Les Paul, preparaba los papeles para la quiebra que presentaría en 2018, The Washington Post informó sobre la “muerte lenta y secreta” del instrumento.
Así las cosas hasta el mismo dios de las seis cuerdas estaba dispuesto a publicar el obituario, pero entonces llegó la pandemia de COVID-19 y provocó lo inesperado: un aumento en la venta de guitarras, una suerte de terapia musical, tanto acústica como eléctrica, que hacia el verano en los Estados Unidos llegó a marcar cifras récord para Fender, Martin, Taylor y otras compañías, por no hablar del mercado de segunda mano en eBay y Craigslist, o los productos especiales de Etsy y Reverb. Hasta Gibson resucitó.
Desde que el nuevo coronavirus relegó a las personas al confinamiento, la guitarra comenzó a alzarse “como compañera de cuarentena y bálsamo psicológico, lo cual provocó un aumento de las ventas en algunas de las empresas con más historia", sintetizó The New York Times. Citó a Andy Mooney, director ejecutivo de Fender, la firma de Los Angeles que ha equipado al rock y el pop desde que Buddy Holly eligió una Stratocaster en la década de 1950: “Nunca hubiera predicho que íbamos a tener un año récord”.
¿Cómo hubiera podido? Los cierres de instalaciones en marzo sólo empeoraron la situación de la caída de ventas, y la crisis global amenazaba con un golpe de gracia. “Pero hemos roto tantos récords”, dijo Mooney, sorprendido. “Será el año de mayor volumen de ventas en la historia de Fender, días récord con crecimiento de dos dígitos, ventas en comercio electrónico y de equipo para principiantes”.
Chris Martin, sexta generación de Martins en la empresa que fabricó guitarras para Elvis Presley, Bob Dylan y Joni Mitchell, creyó que en marzo se terminaría la rica historia de la firma familiar: los ingresos habían acumulado una caída del 40% por debajo de lo habitual. Y de pronto, “fue la locura”, agregó. “Es increíble la demanda que hoy existe para las guitarras acústicas. He pasado otros booms de guitarras, pero este me tomó por sorpresa completamente”.
Algo similar sucedió en Gibson, que tras la bancarrota de 2018 y con una nueva administración, había lanzado sus colecciones Original y Moderna con nuevas versiones de Gibson clásicas de las décadas de 1950 y 1960. Luchaba por recuperar un lugar cuando, por el coronavirus, debió cerrar sus fábricas. Pero hacia finales del verano boreal “literalmente no dábamos abasto: lo que podíamos producir, lo vendíamos”.
Ya en abril Rolling Stone había predicho la tendencia: luego de la caza del elusivo papel higiénico, las necesidades de las personas pudieron desplazarse más allá de lo básico. “Estamos recibiendo volúmenes de pedidos extraordinariamente altos, que incluso superan la cantidad que solemos ver durante una buena temporada de fiestas”, dijo a la revista de música Jim Tuerk, director de desarrollo de negocios de Reverb. Varias de las tiendas de música que venden equipos en su compañía informaron que las búsquedas de equipos habían subido casi un 50%, con picos del 100% en comparación con el mismo mes del año anterior.
Sweetwater, una cadena minorista de venta de instrumentos, vivió la misma experiencia: el director ejecutivo, Chuck Surack, dijo a Rolling Stone en abril que en una semana de ese mes se habían registrado más ventas que en la semana siguiente al Día de Acción de Gracias de 2019, cuando sucede el Viernes Negro. “Sweetwater recibe 500.000 por día —alrededor del doble de lo que suele tener— y está enviando entre 15.000 y 20.000 órdenes por día”.
El Times destacó que la mayoría de los compradores de guitarras no son “varones del Baby Boom que quieren realizar una última fantasía como Peter Frampton”. Al contrario: “Adultos jóvenes y adolescentes, muchos de ellos mujeres, contribuyen al impulso de este resurgimiento de la guitarra”, según informaron al periódico fabricantes y comerciantes. Además de poner su marca generacional en el instrumento de sus padres, descubren “los poderes de la terapia de seis cuerdas”.
En mayo Guitar World informó que “muchas personas se han inclinado hacia la música para mantener sus fluidos creativos en movimiento mientras pasan más tiempo en sus hogares”. Según otro artículo de esa misma edición, las ventas en línea de Guitar Center se habían duplicado desde la emisión de órdenes de quedarse en casa. Según la tienda, “la categoría de la guitarra acústica, en especial, está en llamas”.
Además de los debutantes, muchos veteranos intérpretes de guitarra aprovecharon el tiempo para actualizar sus instrumentos. “Se ha vendido una cantidad de equipo como afinadores, cuerdas, lustre para el cuello de madera y muchas otras cosas”, agregó Surack. “Nos damos cuenta de que están aprovechando para desarmar la guitarra, mejorarla, tunearla y ponerla como nueva”.
Jensen Trani, un profesor de guitarra con miles de videos instructivos en YouTube, ya había conseguido un público de 75 millones de vistas en los últimos 14 años. Pero tras el impacto del COVID-19 “observó un incremento enorme del tráfico en sus videos, y rápidamente triplicó la cantidad de estudiantes particulares que tomaban lecciones a distancia”. De ellos, la mayoría se presentaban como mujeres veinteañeras o treintañeras. Otros sitios populares para la enseñanza de guitarra, como JustinGuitar.com o Guitar Tricks vivieron saltos similares, subrayó el Times.
Hubo un punto, dijo Trani, en el que creyó percibir que la gente había llegado al límite de lo que podía tolerar de las redes sociales y el streaming, y necesitaba otros mecanismo para sobrellevar el encierro. “En un mundo de aceleración digital, el tiempo es siempre nuestro enemigo”, dijo James Curleigh, director ejecutivo de Gibson. "De pronto, el tiempo se volvió nuestro amigo”.
Trani es también instructor de la app Fender Play, que a finales de marzo tenía 150.000 usuarios y tres meses más tarde había llegado a 930.000, on una promoción de tres meses gratis. Entre los que bajaron la aplicación por primera vez, el 20% tenía menos de 24 años y el 70% menos de 45, según Fender.
Desde que no hubo más conciertos, agregó Rolling Stone, hubo un aumento del 55% en las búsquedas en Google del software de creación de música Garageband. Apple confirmó que, desde comienzos de febrero, su programa tuvo casi 13 millones de descargas desde su extensión Sound Library, y también cientos de miles de descargas para el periodo de prueba gratuito de Logic ProX y Final Cut Pro X.
“Apogee, que produce accesorios para la creación de música, incluyendo productos populares para iOS y Mac como HypeMic, ha vivido el mes más activo de su historia. Roland, un popular fabricante de instrumentos musicales electrónicos y digitales, equipos y software, también experimentó un pico”, agregó Rolling Stone. De manera similar, el canal de Reverb en YouTube, lleno de demos y de instructivos, tuvo un alza notable en horas vistas entre marzo y abril. Sólo los videos “Synth Sounds of”, que enseñan a recrear canciones clásicas con sintetizador, aumentaron más del 300% en marzo.
Según el neurocientífico y músico Daniel Levitin, autor del best seller This Is Your Brain On Music (Esto le pasa a tu cerebro cuando escuchas música), tocar un instrumento puede ser muy beneficioso en muchos niveles por su “efecto neuroprotector”. El proceso musical exige que se creen nuevas sendas neuronales, “algo que se puede hacer a cualquier edad, literalmente”, explicó al Times. Además, usar el cerebro para “algo que es desafiante pero no imposible” suele ser “gratificante, y por ende reconfortante”. Por último, se liberan químicos que regulan el ánimo, como la serotonina y la dopamina.
Como las bicicletas, la levadura, los juegos de mesa, las colchonetas de yoga, los frijoles y el alcohol en gel, las guitarras se ubicaron entre los favoritos de los consumidores durante la pandemia. Un gasto discrecional, según la denominación de los economistas, que se abre camino luego de los básicos. Y, en este caso, a pesar de la recesión y el desempleo.
Queda por ver si, cuando la vacuna y los tratamientos mejores contra el COVID-19 permitan alguna forma de regreso a la normalidad, la guitarra quedará relegada al fondo del ropero. Por ahora, más de 1.000 millones de guitarristas —calculó el periódico de Nueva York—, muchos de ellos veinteañeros, se muestran en YouTube jugando a Jimi Hendrix, Jimmy Page, Eddie Van Halen o, por supuesto, Clapton.
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