Expertos podrían estar reevaluando las pautas de distanciamiento social, en medio de una creciente evidencia de que el nuevo coronavirus podría viajar más allá de los dos metros en ciertas circunstancias.
En un nuevo estudio, publicado esta semana en el BMJ y citado por el Washington Post, un equipo de expertos en enfermedades infecciosas argumentó que los protocolos de dos metros de distancia (seis pies, en realidad, lo que equivale a 1,80 metros) son demasiado rígidos y se basan en una ciencia anticuada y observaciones basadas en otros virus. Otros investigadores dicen que los dos metros podrían servir como un comienzo, pero solo eso, advirtiendo que guardar más espacio casi siempre será mejor, especialmente en áreas interiores con poca ventilación.
En efecto, factores como la circulación del aire, la ventilación, el tiempo de exposición, la densidad de la multitud, si las personas usan máscaras faciales y si están en silencio, hablando, gritando o cantando deben ser parte de la evaluación de si la distancia social es suficiente.
“Creo que seis pies es un buen número, pero debemos transmitir que este es un punto de partida”, dijo al Washington Post, Linsey Marr, profesora de ingeniería civil y ambiental de Virginia Tech, que se dedica al estudio de los virus transmitidos por el aire.
El conocimiento de consenso detrás de la distancia de los dos metros surgió a partir de la investigación de un biólogo alemán, Carl Flügge, quien a fines del siglo XIX sugirió que era lo más lejos que podían viajar las gotas que contienen microbios. Desafortunadamente, su hipótesis pasó por alto partículas más alejadas invisibles a simple vista; en particular, las pequeñas gotas de fluidos corporales y virus que flotan en el aire en forma de aerosoles.
Si el nuevo coronavirus puede flotar en el aire como vapor, lo que se creyó hasta ahora sobre las distancias para evitar contagios es inadecuado.
Y, aunque la transmisión aérea aún no está probada de manera concluyente, un número creciente de expertos cree que hay suficientes evidencias de eventos de superpropagación en los que se ha transmitido el virus a personas a muchos metros de distancia de la fuente de infección.
“La distancia por sí sola nunca resolverá el problema de los aerosoles. Si estás en la misma habitación, puedes infectarte“, dijo el experto de la Universidad de Colorado, José Luis Jiménez.
En una práctica de coro muy estudiada, ocurrida en marzo en el estado de Washington, un cantante transmitió el coronavirus a 52 personas, con lo que la infección habría alcanzado a una persona a casi 14 metros de distancia.
“Al aire libre, con distancia y con las máscaras faciales bien puestas”, dijo Jiménez, “es lo único parecido a una bala de plata”.
Sin embargo, pese a la evidencia, los dos metros -a veces menos- siguen siendo la pauta de distanciamiento de los protocolos de la mayoría de los gobiernos. En Estados Unidos, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) definieron el distanciamiento social como “al menos dos metros (aproximadamente dos brazos de longitud) de otras personas que no son de su grupo familiar en espacios interiores y exteriores”.
La Organización Mundial de la Salud (OMS), por su parte, ha recomendado al menos un metro, mientras que algunos países de Europa establecen distancias sociales en 1,5 metros, otros de dos metros, y algunos incluso de más de dos metros.
Gran Bretaña, a principios de la pandemia, implementó la obligatoriedad de los dos metros para comensales y bebedores. Pero, bajo la presión de los pubs que temían que esta regla limitaría a los clientes a números no rentables, en julio pasado el primer ministro Boris Johnson redujo eso a una separación de “más de un metro”.
Debido a que los funcionarios de salud pública en Estados Unidos insistieron tanto con los dos metros de distancia, las medidas se han confundido con un objetivo dentro del cual existe una completa seguridad de no contagio. Sin embargo, eso no responde de forma completamente fiel a la forma en la que se propaga este virus, coinciden muchos investigadores.
Otro factor clave es el movimiento del aire. “Se vuelve muy importante no pensar solo en una distancia fija. Es necesario pensar en el flujo de aire“, dijo Lydia Bourouiba, autora del citado informe de BMJ, que estudia la dinámica de fluidos de las enfermedades infecciosas en el Instituto de Tecnología de Massachusetts.
Una analogía útil es la nube de un fumador de cigarrillos. “A medida que te alejas, estás expuesto a menos porque se diluye más”, dijo Marr. “Sin embargo, el humo no se detiene a los seis pies”, agregó.
Bourouiba también aseguró que el tiempo al que uno está expuesto al virus es un factor determinante, aunque no está claro cuanto duraría un encuentro no riesgoso. “Algunos hablan de cinco a 15 minutos, pero todavía no hay suficiente ciencia para determinarlo”, dijo.
MÁS SOBRE ESTE TEMA: