La cifra de pedidos de subsidios estatales por desempleo en Estados Unidos bajó en la última semana, luego de dos reportes que interrupieron la tendencia en descenso, pero se mantiene en niveles históricamente altos, lo que apunta a un estancamiento en el mercado laboral mientras el país lidia con resurgimiento en los casos de COVID-19 que amenaza a la incipiente recuperación económica.
Los pedidos iniciales de ayuda por desocupación totalizaron una cifra desestacionalizada de 1.186.000 en la semana al 1 de agosto, desde los 1,4 millones de la semana previa, dijo el jueves el Departamento del Trabajo. Economistas consultados por Reuters calculaban 1,415 millones para este reporte.
En tanto, el número de trabajadores que está recibiendo ayuda cayó a 16,1 millones, una cifra casi 10 veces mayor que hace un año. En tanto, cuando se combinan todos los programas de asistencia y beneficios por desempleo, un total de 31,2 millones de ciudadanos recibían ayuda hasta la semana terminada el 18 de julio, una cantidad 18 veces mayor que la que había en julio de 2019 (1,7 millones).
Economistas advierten que el mercado laboral se habría estancado en julio. “Los repetidos cierres para contener el virus siguen siendo una amenaza para el mercado que ya está débil. Es alta la posibilidad de acumular despidos que podrían ser permanentes”, indicó Rubeela Farooqi en un análisis para High Frecuency Economics. “Sin una contención efectiva del virus, la recuperación permanece en riesgo, con pérdidas de trabajo que perjudican los ingresos y el consumo”.
Los subsidios son entregados por cada estado, con diferentes períodos, cantidades y requisitos. En tanto, republicanos y demócratas continúan sin llegar a un acuerdo para desplegar nuevas ayudas federales a los desempleados, ya que el primer paquete de rescate, que incluía 600 dólares semanales, venció a fines de julio.
El oficialismo propone rebajar la ayuda a 200 dólares, cantidad insuficiente para la oposición, que urge mantener las ayudas para mantener alto el consumo sin arriesgar la salud en plena crisis económica por la pandemia de coronavirus.
Muchos hogares ya están sintiendo esta caída de los ingresos. Más de 13 millones de ciudadanos que viven de alquiler, o casi el 20% de los hogares arrendados en el país, no pagaron la factura de junio, según una encuesta realizada el mes pasado por la Oficina del Censo de Estados Unidos. Alrededor de un tercio de los inquilinos dijeron tener poca o ninguna confianza en su capacidad para pagar el alquiler en agosto, según la encuesta.
La pérdida de empleos causada por los confinamientos impuestos en marzo y abril por todo el país para contener la propagación del nuevo coronavirus afectó de forma desproporcionada a los trabajadores con salarios bajos, quienes viven de alquiler en una mayor proporción.
Los estadounidenses debían más de 21.500 millones de dólares en alquileres atrasados a finales de julio, según estimaciones de la firma de asesoría global Stout, Risius and Ross. Esta cifra aumentará si quienes siguen desempleados no reciben más ayudas, afirman expertos en legislación inmobiliaria, economistas y propietarios.
“Este problema va a crecer a medida que avance el año”, dijo Marietta Rodríguez, presidenta y directora ejecutiva de NeighborWorks America, una organización sin ánimo de lucro que lucha por el derecho a viviendas asequibles.
(Con información de Reuters y AFP)