En el mes de abril, cuando la pandemia de coronavirus comenzaba a hacerse presente en Estados Unidos, el CDC -Centro para el Control de Enfermedades, encargado de la guía sanitaria para la reapertura- publicó un extenso documento en el que ofrecía una guía a las escuelas para que se adaptaran a los nuevos requerimientos sanitarios.
Entre una amplia serie de recomendaciones, el documento indicaba que se debía: disminuir el número de alumnos por clase; separar los bancos al menos un metro y medio unos de otros; pedir a los alumnos que mantengan sus máscaras faciales puestas durante todo el día; y evitar la conglomeración de niños en espacios como cafeterías o patios. Básicamente, los estudiantes deberían realizar todas sus actividades dentro de una sola aula y evitar cruzarse con niños de otros grados.
La institución publicó una actualización del documento el pasado jueves. Pero, más que proveer nuevos lineamientos, este se enfoca en los argumentos a favor de realizar las clases en persona, en detrimento del sistema virtual.
El documento, titulado “La Importancia de Reabrir las Escuelas en Estados Unidos en el Otoño”, comienza diciendo que “es importante considerar el espectro total de beneficios y riesgos de las opciones de clases en persona y virtuales”.
No obstante, la guía no abunda sobre los beneficios de las clases virtuales. La publicación llega en un momento en el que la administración de Donald Trump impulsa la reanudación de las clases presenciales en el inicio del ciclo lectivo 2020/2021, que tendrá lugar en septiembre.
Para respaldar su postura, el Presidente ha hecho referencia al hecho que los niños presentan una tasa de contagios significativamente menor a la de otros demográficos. Y, cuando estos suceden, la proporción de casos graves también es menor.
Sin embargo, a la iniciativa no le faltan detractores, que resaltan la posibilidad de que los niños contagien a maestros, personal escolar o miembros de sus familias que pertenecen a grupos de riesgo. En esta línea, una encuesta de Associated Press/NORC muestra que el 80% de los padres tiene dudas acerca de cuán seguro es mandar a sus niños al colegio.
En resumen, este es el análisis de los colegios que hace el CDC:
En términos de educación:
“Extender el cierre de las escuelas es riesgoso para los niños. Puede provocar severas pérdidas en términos de educación, y la necesidad de tener clases en persona es particularmente importante para los estudiantes que tienen problemas de conducta”, se lee el documento. En este apartado se detalla además como una encuesta realizada en 477 distritos escolares por la Universidad de Washington determinó que la modalidad virtual ha expuesto a los estudiantes de distritos más pobres a un menor progreso académico y que en sólo uno de cada tres distritos los maestros pudieron ofrecer seguimiento a cada estudiante.
Desarrollo social y emocional:
“Además de proveer la estructura para el aprendizaje, las escuelas proveen de un entorno seguro y estable que ayuda al desarrollo social del alumno”, arranca el texto del documento en este apartado. La otra preocupación que el CDC destaca es que el cierre prolongado de las escuelas puede tener consecuencias en la salud mental de los menores y puede llevar a conductas no saludables. Las escuelas en Estados Unidos suelen tener departamentos de salud mental dentro de sus campus que suelen servir de soporte para niños en situación de riesgo.
Seguridad:
“El cierre prolongado de las escuelas le quita la posibilidad a los niños que viven en un hogar o en un barrio inseguro una capa importante de protección física, sexual y emocional”, informa el reporte. En línea con esta recomendación del CDC, ayer el cirujano general de la nación, el doctor Jerome Adam, dijo en Miami que durante el cierre de las escuelas disminuyó en un 50 por ciento el número de denuncias de abusos a menores, porque en su mayoría los niños que viven en un entorno tóxico encuentran en la escuela el único lugar en el que algún adulto vela por su bienestar.
Nutrición:
Unos 45 millones de menores en los Estados Unidos son parte de programas de alimentación gratuitos otorgados por las escuelas. Según el CDC, con el cierre de los establecimientos, una buena parte de esos niños no tienen acceso a una dieta balanceada. “Este es un problema particularmente severo para 11 millones de niños que viven en hogares en los que el alimento no está asegurado”.
Actividad física:
“Fuera de la escuela, muchos niños no tienen dónde practicar deportes de manera segura y organizada”. El documento detalla cómo a esta generación se le está privando de la oportunidad de desarrollar un estilo de vida sano. Los modelos actuales indican que la obesidad infantil pudiera aumentar un 2,4 % si las escuelas permanecen cerradas hasta diciembre de 2020, concluye el documento.
Muchos han entendido el documento del CDC como una manifiesto político de la administración Trump. Lo cierto es que lo que diga el CDC es una guía, y las autoridades de cada distrito escolar tienen la libertad de actuar de acuerdo a lo que consideren apropiado.
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