Cuando recibieron el código seis-nueve en la radio, los policías de Fort Lauderdale que respondieron al mensaje pensaron que tendrían que buscar a un perro o un gato: es la señal para mascota perdida. Pero cuando pidieron detalles descubrieron que Jack, el fugitivo en cuestión, era un canguro de dos años. “Al comienzo no lo creímos, pero cuando llegamos al lugar, pues sí, resultó ser un canguro”, dijo a la prensa local Robert Norvis, uno de los policías que registró el episodio en la cámara de su uniforme.
Jack salió de su casa el jueves 16 de julio alrededor de las 9:30 de la mañana y comenzó a saltar a lo largo de North Andrews Avenue, en el centro de Fort Lauderdale. La policía lo encontró a la altura de la calle 16, y lo siguió en las patrullas durante tres cuadras. Cuando Jack se quedó quieto, los agentes bajaron de los automóviles y comenzaron su operativo.
“No sé qué comen”, dijo Norvis. Uno de sus colegas fue a averiguar si podrían intentar atraerlo con zanahorias, mientras otra se acercaba suavemente: “Hola, amiguito”. Sin hostilidad, pero con algo de desconfianza, Jack los dejaba hacer. “Ven por detrás, para que mantenga la cara mirando hacia mí”, indicó Norvis a un tercer policía. “Ey, muchacha…”, llamó a Jack, convencido de que era una niña canguro.
Otros policías buscaban una correa de perro para ponerle al cuello. “¿Es esto lo suficientemente grande?”, preguntó alguien. Entonces Jack se dirigió hacia Norvis y los otros policías lo rodearon: “Está todo bien, amiguito”, dijeron mientras avanzaban, pero por fin el canguro se acercó mucho a Norvis, que lo atrapó. Jack, sin resistencia, se dejó poner la correa y se sacó fotos con los policías.
—Increíblemente capturamos al canguro —avisó otro agente por la radio.
—¿Está el dueño allí? —le preguntó la operadora
—No, no sabemos nada de los dueños, solo tenemos el canguro.
El dueño, Anthony Macias, era quien había llamado a la policía cuando un vecino le avisó que Jack se había escapado. “Es muy simpático”, lo describió al periódico Sun Sentinel. “No quiso hacerle daño a nadie”. Contó que él estaba en el trabajo cuando el canguro se escapó, pero estimó que lo hizo por la puerta de la cocina, porque lo último que él había hecho antes de irse fue sacar el bote de los reciclables por allí. “Se ve que no cerré la puerta bien. Supongo que él la abrió a los empujones”.
Macias, que tiene 24 años, tenía a Jack desde cuatro meses atrás, cuando un hombre de Davie se mudó y no lo pudo llevar con él. En la casa que compartía con el joven, el canguro se hizo muy amigo de Max, el perro galés que ya vivía allí. “Se adoran”, contó Macias. “Juegan y corretean juntos”.
Además de alimentarlo con la comida para canguros que compraba en línea, Macías complementaba la dieta de Jack con pasto, manzanas, papas, maíz y otros vegetales. En el patio trasero de la casa instaló un cobertizo y un pequeño toldo para que su mascota especial se resguardara del sol de la Florida.
Pero todos sus cuidados no conmovieron a las autoridades: la ciudad de Fort Lauderdale no incluye en sus códigos la posibilidad de tener como mascota un marsupial. Mientras Jack esperaba en el establo de la policía, Macias se enteró de que no le devolverían al canguro, que en principio irá a una reserva para animales salvajes dependiente de la Comisión de Conservación de Pesca y Vida Silvestre de Florida (FWC). Macias se quejó: conoce gente que tiene canguros en el condado de Palm Beach, dijo. Pero es otra jurisdicción. Tal vez deba pensar en mudarse si quiere recuperar la custodia de Jack.
“¡Afuera es una jungla!”, ironizó Dean Trantalis, alcalde de Fort Lauderdale. “Es realmente extravagante que alguien tenga un animal salvaje en la casa. Quizá termine en uno de nuestros zoológicos. Espero que se encuentre un lugar seguro para él”.
La detención del canguro terminó sin incidentes. “Es muy amistoso”, dijo Norvis. Una vez que le pusieron la correa, lo llevaron caminando hacia una patrulla, donde Jack subió encantado de curiosidad, pero pronto también quiso salir. “Las patas, las patas. Dale”, comenzaron a forcejear los agentes.
—Lo tengo. Listo
—¡La cola! Un minuto, déjame meter su cola.
—Aguanta, aguanta. ¡Rápido!
Así cerraron la puerta de la patrulla, con Jack en el interior y parte de la correa fuera. En lugar de llevarlo detenido, lo condujeron a los establos policiales, donde la sargento Sienna Greenlaw grabó un video que el Departamento de Policía de Fort Lauderdale subió a su cuenta de Twitter.
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