Batallones digitales de fanáticos del K-pop, el rival menos esperado de Donald Trump

Miles de adolescentes amantes de la música popular coreana se atribuyeron parte de la responsabilidad por la baja concurrencia al acto organizado el sábado pasado por el presidente de los Estados Unidos en Tulsa, Oklahoma. Quiénes son, cuáles son sus ideales y por qué muchos están en contra del mandatario

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A la izquierda, el presidente
A la izquierda, el presidente Donald Trump. A la derecha, cinco de los miembros de BTS, una de las bandas de K-pop más populares del mundo

“Recibimos más de un millón de pedidos de tickets para el acto de Donald Trump en Tulsa”, tuiteó eufórico Brad Parscale, gerente de la campaña por la reelección. Faltaban cinco días para el primer evento masivo que iba a realizar el presidente desde marzo, cuando la pandemia lo obligó a suspender todas las actividades proselitistas.

La decisión de convocar a miles de personas en un estadio cerrado había sido muy criticada, por el riesgo que suponía en un momento en que muchos estados del país atraviesan un rebrote. Entre ellos, Oklahoma, que pasó de un promedio semanal de 60 casos diarios a fines de mayo a superar los 300 esta semana.

Pero Trump necesitaba desesperadamente revitalizar una candidatura golpeada por la crisis económica, la controversial gestión de la crisis sanitaria, las multitudinarias protestas por la muerte de George Floyd y el consecuente descenso de su popularidad. Por eso, no pudo disimular la desazón cuando vio que muchos de sus seguidores mantenían un prudente distanciamiento social en el BOK Center. No era por precaución –la mayoría ni siquiera llevaba cubreboca–. Había demasiados lugares vacíos.

Seguidores de Donald Trump en
Seguidores de Donald Trump en un estadio en Tulsa con muchos más huecos de lo habitual para los actos del presidente (REUTERS/Leah Millis)

Al estadio, con capacidad para más de 19.000 personas sentadas, y muchas más paradas alrededor del escenario, solo entraron 6.200, sin contar a los miembros de la organización ni de la prensa. Trump regresó a la Casa Blanca esa noche con un gesto de abatimiento pocas veces visto desde que llegó a la presidencia. La caminata desde el Marine One hasta la residencia oficial, con la corbata desatada y su tradicional gorra roja en una mano, fue reproducida hasta el cansancio por sus detractores en las redes sociales.

¿Qué salió mal? Hay muchas hipótesis. Algunas son esperables, como que mucha gente no fue por temor a contagiarse y porque Trump estaría perdiendo la confianza de sus principales seguidores. Parscale culpó a los medios de comunicación por infundir miedo en la población y dijo que miles de personas no pudieron ir porque piquetes de opositores les cortaron el paso.

Pero en las primeras horas del domingo empezó a ganar fuerza una explicación sorprendente: Trump fue víctima de una operación pergeñada por miles de fanáticos del K-pop. Si bien es imposible medir el alcance real del intento de boicot, hay evidencias claras de que existió. En los días previos al acto, se viralizaron por TikTok montones de videos de jóvenes amantes de la música pop coreana contando que habían reservado tickets para inflar las ilusiones presidenciales y luego frustrarlas, creando un vacío en Tulsa.

Donald Trump, en el evento
Donald Trump, en el evento de campaña en Tulsa, el pasado 20 de junio. Atrás, varias butacas vacías (REUTERS/Leah Millis)

“Acaban de ser sacudidos por adolescentes en TikTok”, tuiteó la congresista demócrata Alexandria Ocasio-Cortez, en respuesta a un mensaje de Parscale que acusaba a la izquierda radical por lo sucedido.

El activismo digital de los fanáticos del K-pop no es un fenómeno desconocido. Tienen una enorme capacidad de coordinación en redes sociales, que suelen utilizar para posicionar a sus ídolos y a su música. Lo novedoso es que esa militancia artística y cultural haya ingresado en el terreno de la política, y con Trump como blanco.

“Los fans del K-pop en los Estados Unidos son muy diversos. Aunque tienden a ser jóvenes y mujeres, hay muchos que son mayores. La diversidad racial también es muy elevada, con muchos fans que son afroamericanos, latinos o asiáticoamericanos, las minorías étnicas que han estado lidiando con el racismo sistémico, con las políticas de Trump en la frontera y con la discriminación anti asiática que rodea a la Covid-19. Así que no es una gran sorpresa que estos individuos no sientan aprecio por un presidente tan divisivo como Trump. Sin embargo, no esperaría que los fans del K-pop se conviertan en un bloque político, porque están mucho más dedicados a temas sociales”, explicó CedarBough T. Saeji, profesora visitante de lenguas y culturas asiáticas en la Universidad de Indiana Bloomington, consultada por Infobae.

Trump desciende del Air Force
Trump desciende del Air Force One en su camino de regreso a la Casa Blanca después de haber realizado un mitin de campaña en Tulsa (REUTERS/Leah Millis)

Qué es el K-pop y quiénes son sus devotos

K-pop es una abreviación de “pop coreano” (Corea se escribe con K en inglés). Surgió como género musical a principios de los años 90. Las bandas suelen estar compuestas por adolescentes o jóvenes, que combinan melodías del pop occidental, con elementos de hip hop, R&B, música electrónica y algunos sonidos coreanos tradicionales. Las presentaciones y los videos son muy atractivos visualmente, por las impresionantes coreografías, los atuendos, las cabelleras coloridas y los múltiples efectos especiales.

Pero lo que empezó como un fenómeno musical se fue transformando en una cultura. Además de adorar a los artistas, a los que tratan de copiar en sus formas de vestir y de comportarse, los fans tienden a desarrollar vínculos estrechos entre ellos y se sienten parte de un colectivo identitario. De hecho, no solo escuchan la misma música. También miran las mismas series de televisión –creadas especialmente para ellos– y hasta comen el mismo tipo de comidas.

El auge de telenovelas coreanas, también llamadas doramas, llevó a la creación de DramaFever, un servicio de streaming que reunía este tipo de contenidos. Aunque fue dado de baja por razones comerciales dos años atrás, una muestra del apego de los fanáticos es que en 2015 el usuario promedio destinaba 54 horas al mes en esta plataforma, cinco veces la media de Netflix en ese momento, que eran menos de 11 horas.

Psy, el músico coreano que
Psy, el músico coreano que se hizo mundialmente famoso con "Gangnam Style"

“Es principalmente una cultura de gente joven –dijo Saeji–. Incluso los no fans de 20 años están familiarizados con el K-pop por haberlo encontrado en tantos espacios online. Las personas mayores todavía se sientan frente a un televisor con programación diseñada para el consumidor promedio, y escuchan la radio comercial. Tienden a no tener ni idea de lo que es, mientras que sus propios hijos pueden estar viendo doramas en Netflix y escuchando K-pop en Spotify todos los días”.

El rasgo distintivo de los fieles es que se mueven en las redes sociales como peces en el agua. Es una subcultura que creció en paralelo a estas nuevas formas de comunicación, y sus miembros aprendieron a utilizarlas como pocos. No solo como medio para estar en contacto, conocerse y compartir música y videos, sino también como ámbito de una forma muy peculiar de activismo. Los seguidores de distintos artistas y grupos funcionan como batallones digitales altamente disciplinados, que en poco tiempo pueden posicionar a una canción como la más escuchada o hacer trending topic a sus ídolos.

“Las redes sociales han sido un componente esencial e integral en la globalización del K-pop. Para la industria y para los artistas, ha sido una plataforma eficaz, porque medios como YouTube y Twitter permiten a los fans acceder a contenidos gratuitos o de bajo costo. Pero para ellos no es sólo una herramienta para el consumo de música y videos. Al utilizar los elementos interactivos de las redes, generan una cultura particular impulsada por el usuario, una ‘cultura participativa’. La estructura de las redes, que les permite cargar y compartir libremente su propio contenido y pensamientos, ha contribuido a aumentar el sentido de pertenencia y de crecer juntos entre los fans del K-pop”, dijo a Infobae Kyong Yoon, profesor de estudios culturales en la Universidad de Columbia Británica.

Fans de BTS en Nagoya,
Fans de BTS en Nagoya, Japón, en diciembre de 2019 (REUTERS/Kim Kyung-Hoon)

El K-pop fue el género musical sobre el que más se tuiteó en el mundo el año pasado, con más de 6.000 millones de tuits, informó días atrás The New York Times. Entre 2018 y 2019 se registró además un crecimiento del 15 por ciento. La mayor beneficiaria de esta fuerza digital es BTS, también conocida como Bangtan Boys, la banda coreana del momento.

El grupo nació en 2010, integrado por siete jóvenes que en ese momento tenían todos menos de 20 años. Desde hace tres años es el conjunto artístico sobre el que más se tuitea en el planeta. En abril de 2019, el video “Boy With Luv” fue reproducido 74,6 millones de veces en las primeras 24 horas y batió el récord de YouTube. No sorprende que sus fanáticos se autodenominen BTS ARMY (“Ejército BTS”).

Estos datos revelan otra cosa: el grado de expansión del K-pop en el mundo. La difusión global de la cultura popular coreana es un proceso que lleva ya muchos años y para el cual se creó una palabra, hallyu, que se puede traducir como “ola coreana”. Este avance, que arrancó en los años 90 y se profundizó este siglo, coincidió con la emergencia de Corea como una potencia económica y tecnológica. Tras conquistar el este y el sudeste de Asia, penetró en América Latina y en Estados Unidos, el mercado al que todos quieren llegar.

BTS en la entrega de
BTS en la entrega de los Grammy Awards en enero de 2020 (REUTERS/Mike Blake)

“Los artistas del K-pop aparecieron en la cultura estadounidense mainstream en 2005, cuando el cantante pop Rain (Bi) agotó las entradas del Madison Square Garden y se presentó en el programa cómico estadounidense The Colbert Report en 2008. En 2012, Psy hizo varias apariciones tras la popularidad de su sencillo ‘Gangnam Style’. Más recientemente, los medios han cubierto las apariciones de grupos como BTS, GOT7, NCT 127 y Super M en programas de televisión nocturnos y en giras nacionales. El K-pop ha sido una subcultura consistente en los Estados Unidos por años, apoyada por un grupo diverso de fans que acceden a ella en gran parte a través de internet. Representa un caso interesante de una cultura popular extranjera impulsada por los seguidores, muchos de los cuales no son coreanos”, dijo a Infobae Crystal Anderson, profesora de estudios coreanos en la Universidad George Mason.

En 2012 se realizó en Los Angeles el primer KCON, un festival de un día que se convirtió en el evento más esperado para los amantes de la cultura pop coreana en Estados Unidos. Seis años más tarde, BTS se convirtió en la primera banda de K-pop en llegar al número 1 en el ranking de discos más vendidos que realiza la revista estadounidense Billboard, con su álbum Love Yourself: Tear.

Jin, Jungkook y RM, miembros
Jin, Jungkook y RM, miembros de la banda surcoreana BTS posan en la alfombra roja durante los Premios MAMA, en Nagoya, Japón (REUTERS/Kim Kyung-hoon)

La asistencia al KCON ofrece una pista de la composición demográfica de los adherentes a este movimiento. Entre los que se registraron online para ir el año pasado, el 70% eran mujeres y el 69% tenía menos de 24 años, según los datos difundidos por los organizadores. Pero lo más interesante es la enorme diversidad étnica del colectivo. Muchos son estadounidenses descendientes de coreanos y de otros pueblos asiáticos, pero también hay muchos blancos, latinos y, sobre todo, afroamericanos. Por la influencia del hip hop sobre el K-pop, bandas como BTS y otras similares encuentran cada vez más fans entre los jóvenes negros. Este dato es crucial para entender lo que pasó el sábado pasado en Tulsa.

Los grupos étnicos minoritarios están fuertemente representados entre los aficionados. Los asiáticoamericanos pueden sentirse atraídos al K-pop porque encarna la cultura y los valores asiáticos, y representa su identidad. Los afroamericanos, porque mucho del K-pop está influenciado por su música. Es un género que readapta y empaqueta la música y la moda afroamericana en un producto más familiar y conservador. Evita el contenido que podría ser visto como demasiado controvertido, utiliza ropa menos sugerente, contiene menos insinuaciones sexuales y ninguna obscenidad. Los estándares morales son muy importantes en el K-pop, ya que se espera que los ídolos sean buenos modelos para los jóvenes”, contó Sarah Keith, profesora del Departamento de Medios, Música, Comunicación y Estudios Culturales de la Universidad Macquarie, en diálogo con Infobae.

El video de BTS "Boy With Luv"

¿Del activismo musical a la militancia política?

El apoyo de los artistas a determinadas causas sociales no tiene nada de nuevo. Ya sea por convicción personal o como parte de la estrategia de construcción de su imagen, es muy habitual en todas partes del mundo que los músicos participen de eventos benéficos, con los que pretenden ayudar a determinados grupos desfavorecidos.

Los representantes del K-pop no escapan a esta tendencia, pero por la influencia que tienen sobre sus seguidores, y por la inmensa capacidad de coordinación y de movilización que poseen estos, son capaces de generar un impacto mayor al de cualquier banda promedio. En 2017, por ejemplo, BTS se unió a Unicef para patrocinar una campaña en contra de la violencia infantil, que al año siguiente llevó a la formación de One In An ARMY, un grupo de fieles que se ofrecen como voluntarios para muchas de sus acciones humanitarias.

Los fans del K-pop son activos de varias maneras –dijo Keith–. En primer lugar, promoviendo y apoyando a sus artistas. Este respaldo se expresa en la compra estratégica y en la visualización de sus últimos lanzamientos, con el fin de impulsar un álbum o una canción en las listas de éxitos; en la promoción de un grupo en las redes sociales sociales; o en el subtitulado y la distribución de videos. En segundo lugar, los fans y los ídolos del K-pop participan de causas sociales. Los músicos a menudo hacen donaciones públicas a comunidades de bajos ingresos, a refugios de animales y a escuelas. Esto refuerza su estatus como figuras filantrópicas y socialmente responsables. Los aficionados también participan en actividades caritativas en nombre de los ídolos. Pero nótese que esto es en gran medida apolítico”.

Una protesta de Black Lives
Una protesta de Black Lives Matter en Seattle, Washington, el 25 de junio de 2020 (REUTERS/Lindsey Wasson)

El puente de lo social a lo político fue el movimiento Black Lives Matter (BLM), galvanizado por el homicidio de George Floyd, el 25 de mayo pasado en Minneapolis. Su defensa de las comunidades afroamericanas que padecen abusos por parte de la policía supone una fuerte impugnación del orden social y político estadounidense.

Semanas atrás, BTS apoyó públicamente la causa, lo que envió un mensaje muy claro a sus seguidores. “Nos oponemos a la discriminación racial. Condenamos la violencia. Tú, yo y todos tenemos el derecho a ser respetados. Nos mantendremos unidos. #BlackLivesMatter”, publicó la cuenta oficial de Twitter del grupo el 4 de junio. Casi al mismo tiempo, se supo que además donó un millón de dólares al movimiento.

Pero la banda no se quedó ahí. Además desafió a sus fans a recaudar fondos para la causa, con el hashtag #MatchAMillion (Igualen un millón). En pocos días, se juntaron más de 1.300.000 dólares, según informó Erika Overton, vocera de One in an ARMY. “Animamos al ARMY a continuar educándose en la historia del racismo en los Estados Unidos (...) Sigan donando, firmando peticiones, llamando/enviando correos electrónicos a sus políticos locales, votando en las elecciones de todos los niveles políticos, participando en el activismo local”, escribió la organización en su página web.

El tuit de BTS apoyando
El tuit de BTS apoyando a Black Lives Matter

“Debido a que el K-pop le debe tanto a la cultura y a la música afroamericana, no es sorprendente que los artistas decidan apoyar públicamente a BLM. Si también se tiene en cuenta la demografía de los fans, siendo mayoritariamente jóvenes y mujeres, y muchos miembros de minorías étnicas, no llama la atención que se hayan movilizado en torno a BLM. Su involucramiento en el acto de Tulsa está directamente relacionado con su participación en BLM. Creo que este, como movimiento antirracista, es visto como apolítico tanto por los ídolos del K-pop como por los fans. Sin embargo, dado que la administración Trump ha provocado tensiones raciales, el apoyo a BLM ahora significa explícitamente una oposición política a Trump”, sostuvo Keith.

El activismo de los fans del K-pop no se limitó a apoyar a BLM y a frustrar el acto de Trump. También participaron, al menos digitalmente, de las protestas por la muerte de Floyd. Cuando la Policía de Dallas creó una aplicación de celulares para que los ciudadanos filmaran actos “ilegales” –en el contexto de los hechos vandálicos que se produjeron en distintos puntos del país–, muchos jóvenes la boicotearon. Enviando toneladas de videos, fotos y gifs de estrellas del K-pop bailando lograron saturarla, y el Departamento de Policía tuvo que sacarla de circulación.

“Para muchos jóvenes, sus artistas favoritos son mucho más que íconos de moda que los animan a buscar una cultura de consumo particular —dijo Yoon—. El K-pop y sus ídolos parecen permitirles repensar sus contextos cotidianos, construir comunidades en red y eventualmente buscar un mundo alternativo. Esto se expresa a veces con la participación en acciones cívicas, como el activismo político y social. Para muchos de los fans que entrevisté, el universo K-pop incluye mensajes y causas para una sociedad mejor, esperanzadora, igualitaria y cosmopolita, que permita ir más allá de las relaciones de poder existentes, como la desigualdad social y el racismo”.

De todos modos, sería apresurado derivar de los episodios recientes un giro generalizado de los fanáticos del pop coreano hacia la militancia política. Todo indica que la mayoría observa estos hechos a la distancia, sin preocuparse demasiado por los conflictos sociales.

Fans de BTS en Nagoya
Fans de BTS en Nagoya (REUTERS/Kim Kyung-Hoon)

“Estas actividades involucran a solo una parte de los aficionados al K-pop –dijo Anderson–. Los medios estadounidenses describen a estos fans como los ‘stans’, que son los más visibles y los que más se hacen escuchar. Pero los seguidores del K-pop muestran diferentes niveles de compromiso y opiniones divergentes sobre la mezcla entre política y fandom. Hay fanáticos que lo ven como parte de una acción más grande, teñida de política, y otros que solo quieren disfrutar del K-pop como entretenimiento. La idea del ‘fan como activista’ pasa por alto algunas de las tensiones internas entre ellos, incluyendo la discriminación que enfrentan algunos seguidores negros por parte de otros. Todavía no hemos visto a los fans del K-pop actuar como una entidad política sostenida”.

También es probable que algunos aficionados, en caso de definirse ideológicamente, lo hagan en un sentido contrario al que ganó tanta visibilidad estas semanas. Pero que al menos una porción de este ejército de adolescentes y jóvenes se sume a estas nuevas formas de activismo dice mucho acerca de cómo está mutando la política en el mundo.

Sherri Ter Molen, docente del Colegio de Comunicación de la Universidad DePaul, considera que el problema es pensar a los fans del K-pop como si fueran seres unidimensionales. “Son seres humanos multifacéticos como todos los demás”, dijo a Infobae. “Abarcan todos los grupos de edad, etnias, géneros, religiones y sectores socioeconómicos. Por lo tanto, es natural que tengan intereses en otras cosas que no sean el K-pop, incluyendo la política. Dicho esto, no estoy tan segura de que el activismo se haya extendido en toda la comunidad. De lo que sí estoy segura es de que hay fans en estados rojos (republicanos) como Georgia y Arizona. Por lo tanto, incluso si el activismo estuviera extendido, dudo que todos defiendan las mismas causas. Aunque algunos pueden haber afectado el mitin de Trump en Tulsa, asumo que otros votarán por él en noviembre”.

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