En los últimos meses, los diagnósticos de cáncer han disminuido en Estados Unidos. Sin embargo, esto está lejos de ser una buena noticia, y es en realidad parte de las consecuencias potencialmente fatales que la pandemia del COVID-19 dejará a su paso.
Mientras los servicios de salud y del gobierno se han enfocado en salvar a quienes han sido víctimas del coronavirus, mucha gente está yendo por el mundo con cáncer sin haber sido diagnosticada o sin un tratamiento.
Esto es debido que personas no ha asistido a sus citas médicas ni a hacerse los estudios correspondientes. El público en general tiene miedo de entrar a los hospitales e incluso a oficinas de los doctores y contraer este nuevo virus. Y, de acuerdo a algunos expertos, esto provocará una nueva crisis de salubridad que por el momento nadie ha notado.
“Se está diagnosticando menos cáncer, pero creemos que la incidencia de cáncer durante este periodo es la misma. Estos cánceres eventualmente saldrán a la luz, cuando se vuelvan importantes sintomáticamente, y en ese punto los pacientes tendrán un pronóstico [peor]”, dijo en una entrevista con ABC News el doctor Norman Sharpless, director del Instituto Nacional de Cáncer.
Mientras una persona tenga un diagnóstico de cáncer a tiempo, las probabilidades de su supervivencia son mayores. Entre más tarde se descubra la enfermedad, los resultados son fatales.
Esta es una de las razones por las cuales el instituto hizo un modelo para evaluar el impacto que la crisis actual tendrá sobre el cáncer colorrectal y de seno. Pronostica que dentro de los próximos 10 años haya 10,000 muertes más de lo esperado si no hubiera habido una pandemia. El punto máximo será en uno o dos años aproximadamente.
Pero Sharpless consideró que esta estimación es lo más baja posible ya que el análisis no consideró otros tipos de cáncer, y asumió que la pandemia solamente interrumpió los exámenes regulares de detección de cáncer durante aproximadamente seis meses.
“En última instancia, las personas diagnosticadas en una etapa posterior tendrán un mayor riesgo de no curarse de su cáncer”, agregó el doctor Jeff Meyerhardt, oncólogo y director clínico del Centro de Cáncer Gastrointestinal del Instituto de Cáncer Dana-Farber.
De acuerdo con Sharpless, el número de fallecimientos en estadounidenses por cáncer ha bajado desde 1993, pero la pandemia podría hacer que el progreso frene por primera vez y que “la mortalidad por cáncer en realidad crezca por primera vez en décadas”.
Aunque el posponer algunos procedimientos que tenían que ver con el cáncer fue un movimiento necesario durante el pico de la pandemia, ahora los doctores saben cómo cuidar de sus pacientes sin exponerlos. No obstante, esto ya no queda en las manos de los médicos, sino en la de los pacientes, quienes aún no han asistido a clínicas ni hospitales por miedo al contagio.
Aunado a esto, los tratamientos experimentales para encontrar nuevas formas de pelear contra el cáncer también tuvieron que ser detenidos.
“La comunidad científica debe asegurarse de que esta pausa sea solo temporal porque los ensayos [clínicos] son la única forma de avanzar en el desarrollo de nuevas terapias para el cáncer [...] los efectos de pausar la investigación hoy en día pueden conducir a retrasos en el progreso del cáncer en los próximos años”, escribió Sharpless en un editorial.
En un reporte hecho por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés), se encontró que las citas médicas bajaron no solamente para los diagnósticos de esta enfermedad, sino aún cuando presentaban síntomas de infartos (en un 23%) o accidentes cerebrovasculares (en un 20%).
“El cáncer es solo un signo del problema, hay un diagnóstico insuficiente en todos los ámbitos para una serie de condiciones”, insistió Sharpless.
Es por eso que el médico explicó que la comunidad tendrá que ser muy innovadora y encontrar nuevas formas de dar seguimiento a pacientes, así como de garantizar la seguridad de los mismos proveedores de salud.
El Instituto Dana-Farber se ha asegurado de que los pacientes sean examinados para detectar algún síntoma del coronavirus un día antes de su llegada. Por otro lado, clínicas y hospitales han aumentado sus capacidades para hacer consultas a distancia.
Dana-Farber se transformó por completo, ya que de tener cero consultas de telemedicina, gracias a la pandemia, ahora tiene más de 3,000 visitas por semana.
A pesar de esto, es imperativo que los hospitales reanuden su capacidad para detección temprana, radiación y más intervenciones lo antes posible, pues no quiere que una crisis de salud se intercambie por otra.
“Tenemos que resolver esto porque el virus estará con nosotros por un tiempo y el cáncer definitivamente no irá a ninguna parte”, sentenció Sharpless.
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