Por ahora el bar junto al lago, simpáticamente llamado Butt Hutt, está cerrado. Pero el resto de Lake Como Family Nudist Resort, el centro turístico para nudistas emblemático de la Florida, ubicado en Lutz, cerca de Orlando, ha comenzado lentamente su reapertura tras más de dos meses de cierre por el COVID-19. Además del bar, también el pequeño restaurante homenajea a los traseros en su nombre, The Bare Buns Café: este ya está abierto y recibe clientes en su patio al aire libre, donde los ubica a dos metros de distancia. Un solo requisito, además de la sugerencia de usar mascarilla facial, es que cada quien lleve una toalla sobre la cual sentarse.
Mientras se espera la reapertura de las playas en Miami Beach y Fort Lauderdale, el miércoles 10 de junio, y a medida que se suavizan las restricciones para otros puntos de reunión de personas, como los gimnasios, también el turismo nudista entra en la primera fase del plan de recuperación tras la crisis del coronavirus. “La fase cuatro sería un regreso a la normalidad, pero nadie sabe si realmente llegaremos a eso”, dijo a The Washington Post Mike Kush, director de marketing de Lake Como, el centro nudista pionero de los 29 registrados en el estado, abierto en 1941.
Como casi todas las actividades de la industria turística, los clubes para nadar, tomar sol o jugar al tennis o al volley sin ropa, Lake Como sufrió por los cierres: canceló su maratón Dare to Go Bare 5K, que suele convocar a unos 150 competidores ataviados sólo con zapatillas y medias y sólo pudo brindar servicios limitados a los residentes de la comunidad, unas 200 personas, mientras que cerró las puertas a sus 800 visitantes habituales.
No se sabe cuánto dinero perderán los comercios unidos en la Asociación de Recreación al Desnudo, un rubro turístico que suele contribuir con unos USD 7.000 millones a la economía de la Florida, agregó al Post el director ejecutivo de la organización, Erich Schuttauf. Según un estudio que la Universidad Saint Leo hizo a pedido de la asociación, en 2017 unos 2,2 millones de personas usaron las playas, los centros turísticos y los cruceros dedicados a nudistas en el país.
Para Roe Ostheim, de 72 años, que hace 24 vive en el Centro Nudista Cypress Cove de Kissimmee, fueron semanas sin tenis, golf o pickleball, pero se contentó con andar en bicicleta por el resort. “Aquí me siento más segura que en cualquier otro lugar”, dijo la jubilada escocesa. “Los residentes nos conocemos y nos cuidamos entre nosotros”.
Al comienzo algunos residentes se molestaron por el cierre del gimnasio y la exigencia de usar mascarillas faciales en las áreas comunes. Otros no sabían cómo actuar con sus vecinos: Carolyn Hawkins, de 77 años, residente del lugar desde hace 40, solía invitarlos a su casa, pero ahora dejó de hacerlo. Ella supervisa la piscina del resort, que se acaba de reabrir, con un límite de 10 nadadores por vez, que deben mantenerse a dos metros de distancia y salir del agua a los 30 minutos. “Eso cuesta un poco, hay mucha gente que espera entrar”, dijo. Pero respetan las normas “porque no quieren que la vuelvan a cerrar”.
Cuando comenzaron las indicaciones de quedarse en casa, algunos turistas habían llegado a Hidden Lake Resort, cerca de la ciudad de Jay, desde Nueva York, Illinois y Canadá. Jim Nowling, el propietario, les permitió quedarse durante todo el confinamiento: “Era más seguro que enviarlos de regreso a sus casas”. Y al mismo tiempo no dejó que nadie más entrara: “Tuve que cancelar páginas enteras de reservas”. Se entretuvieron haciendo fogatas y cenas con los ingredientes que juntaban entre todos.
Hidden Lake fue uno de los centros turísticos que comenzaron la fase uno de la reapertura a mediados de mayo. Y por primera vez se pidió a los residentes que utilizaran una prenda de vestir: la mascarilla facial. “Vamos a tener marcas de bronceado, pero en un lugar diferente”, bromeó Schuttauf.
También se crearon otras reglas. En Cypress Cove el jacuzzi al aire libre sólo permite tres personas inmersas a la vez, y por 15 minutos; en el interior, que es más grande, pueden entrar seis, pero también por 15 minutos únicamente.
El Post también consultó a Caliente Club & Resorts, de Land o’ Lakes, que reabrió el 11 de mayo con muchos cambios: “Nuevas estaciones de desinfección de manos, limpieza más frecuente, pizarrones con la lista de comidas y bebidas en lugar de menús impresos, cubiertos descartables y cámaras térmicas para controlar la temperatura corporal” de los visitantes.
Pero Caliente también sugirió algo que desaconsejaron los epidemiólogos consultados para el artículo: “Dado que son maravillosos y sociales, nuestros miembros e invitados suelen saludarse con un beso y un abrazo. En estos tiempos nos permitimos sugerir una variación: el choque de traseros. Es más divertido que el choque de codos y también funciona como gran movimiento en la pista de baile”.
Cindy Prins, especialista de la Universidad de la Florida, recomendó no hacerlo: la clave sigue siendo “mantener la distancia social”, explicó.
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