Primero faltaron el papel higiénico y el alcohol en gel: ante la posibilidad de quedar en cuarentena por el COVID-19, la gente compró cantidades enormes y se quebró la cadena de suministro. Luego faltó el acetaminofeno (la versión del paracetamol en los Estados Unidos), cuando se publicaron estudios que desaconsejaban el uso de ibuprofeno para bajar la fiebre causada por el coronavirus. Más tarde la entrega de bebidas alcohólicas a domicilio sufrió un incremento sin precedentes en la demanda. Y ahora la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) acaba de poner en su lista de drogas que escasean a uno de los antidepresivos más populares del país, la sertralina, cuya marca original es Zoloft.
Las recetas de sertralina treparon un 12% en marzo de 2020 comparado con el mismo mes de 2019: llegaron a 4,9 millones de prescripciones, y bajaron a 4,5 en abril, según Bloomberg. Eso también se correspondió con un incremento en la demanda de servicios de salud mental, en particular via telemedicina, debido a los cuadros de ansiedad, angustia y depresión que causa el aislamiento por la pandemia.
La sertralina, aprobada por la FDA en 1991, se usa para esos síntomas, y también para tratar otros problemas como el trastorno por estrés postraumático, el trastorno obsesivo-compulsivo, la ansiedad social y los ataques de pánico. Se puede emplear también en niños desde los seis años y en adolescentes. Puede causar efectos indeseados como náuseas, temblores y agitación.
Pfizer, propietario de la marca Zoloft, ha podido cumplir con las recetas habituales, pero dijo que no tiene capacidad para cubrir la demanda creciente de nuevas prescripciones. Algunos lotes de las presentaciones de 50 y 100 miligramos se encuentran con “suministro limitado”, según la FDA. La única dosis que por ahora no tiene faltantes es la de 25 miligramos.
Otras compañías farmacéuticas que producen genéricos de sertralina se han declarado “incapaces de obtener el ingrediente activo”, siguió el organismo de regulación federal, “debido a los impactos que causa el COVID-19”. Por ejemplo, Lupin dijo que no podrá cumplir con la producción y distribución “por unos meses”, y solo tomará órdenes anticipadas; Accord Healthcare especificó que su desabastecimiento será de “dos meses”.
El mecanismo de este antidepresivo apunta a incrementar la serotonina, la hormona asociada al bienestar, para mejorar los síntomas. El aumento en el recetado se explicaría porque desde el comienzo de la pandemia la ansiedad y la angustia han crecido, algo que se agravó a medida que el cierre de la economía causó pérdidas de empleo masivas.
Según una encuesta de la Universidad Chapman, de California, el 61% de los estadounidenses manifestó sentir altos niveles de estrés debido a la pandemia del coronavirus y el 45% dijo que se sentían tristes, deprimidos o desesperanzados, citó The Charlotte Observer. Un grupo particularmente afectado en su salud mental es el de los médicos y los enfermeros, entre los cuales ya se registraron dos suicidios en Nueva York.
Fierce Pharma recordó que no es la primera vez que la crisis global que causó problemas en la cadena de suministros de drogas. Por ejemplo, antes de que Francia prohibiera la cloroquina para el COVID-19, mientras se estudiaba su eficacia, en los Estados Unidos hubo un pico de recetas de hidrocloroquina que causaron faltantes. El propofol, el midazolam y los inhaladores para tratar el asma también sufrieron desabastecimientos breves, como el Tylenol de Johnson & Johnson (la marca de la forma local del paracetamol).
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