Los hoteles del condado Miami-Dade reabrieron sus puertas esta semana, pero con el COVID-19 todavía siendo una amenaza, más las protestas sociales que devinieron en manifestaciones violentas, más el hecho de que las playas están todavía cerradas, la temporada arrancó sumamente lenta.
La icónica calle Ocean Drive en Miami Beach, famosa por la gran cantidad de gente que pasea a metros de la playa, está completamente desolada. Son doce cuadras de un hotel al lado del otro. Tras el coronavirus se reconvirtió la zona a un área netamente peatonal para permitir más espacio a los visitantes. Por el momento lo que sobra es espacio.
“Esto es un desierto. Siempre junio es temporada baja para nosotros, pero jamás se vio algo así. Teníamos algunas reservas para esta semana pero con los disturbios del fin de semana, la mayor parte de los huéspedes canceló. Tampoco nos ayuda que la playa siga cerrada”, le comentaba a Infobae Frank Estévez, el encargado de la mesa de recepción en uno de los hoteles art deco de Miami Beach.
Las playas estaban supuestas a abrir este lunes, pero con el toque de queda después de la violencia vista el sábado por la noche las autoridades decidieron atrasar la reapertura de las playas hasta nuevo aviso. La industria hotelera fue una de las más afectadas por los casi tres meses de cierre a consecuencia del COVID-19. Según datos otorgados por la Oficina de Convenciones y Visitantes del Gran Miami, los hoteles de Miami-Dade disminuyeron sus ingresos en un 77% entre marzo y mayo de 2020, a comparación del mismo período el año pasado. El total de pérdidas asciende a 730 millones de dólares.
Las medidas de seguridad son muchas en los hoteles hoy. Desde el uso obligatorio de máscaras, hasta la desinfección constante. Pero por el momento la mayor parte de la gente parece no estar lista para viajar aún.
“Estamos operando a menos del 10% de nuestra capacidad. De más de 60 empleados trabajando aquí en marzo, hoy quedamos solamente 11, y ni siquiera tenemos mucho trabajo los que quedamos. Todo está muy lento. Los únicos turistas que se ven son estadounidenses. Para nosotros el no estar recibiendo turismo de Latinoamérica es letal”, aseguraba John, el administrador de un hotel boutique sobre la playa.
Si bien en Estados Unidos siempre estuvo permitido el tránsito entre estados, son muy pocas las personas que deciden vacacionar por estos días. “Nosotros reservamos este viaje apenas comenzó a hablarse de la pandemia. Por momentos creíamos que no íbamos a poder venir, pero nos sentimos muy seguros aquí”, decía Kirsten Toler, una turista de Carolina del Norte que vino a pasar una semana en Miami con su novio, y que optó por hospedarse en un apartamento de renta temporal en lugar de ir a un hotel.
Las grandes cadenas de hoteles están muy preparadas para enfrentar la nueva normalidad. Con reglas muy estrictas y una clientela más establecida, ven pasar por sus instalaciones a más visitantes. El caso que más cobertura ha generado es el del famoso hotel Fountainebleau que abrió sus puertas con la visita del famoso ex campeón de boxeo Floyd Mayweather. Junto al reconocido deportista, el presidente del hotel, Philip Goldfarb, confirmaba que hoy están operando al 30% de su capacidad, con menos de 500 huéspedes cuando tienen una capacidad de 1600.
Como en todas las industrias, la expectativa es que con el correr del tiempo la situación empiece a mejorar, pero sin dudas fue un recomenzar mucho más lento de lo que se esperaba.
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