Estados Unidos considera que será “difícil” ver a Hong Kong como un centro financiero si avanza el Plan de Seguridad para la ciudad aprobado por China

La declaración fue realizada por la secretaria de Prensa de la Casa Blanca, Kayleigh McEnany, quien destacó que las palabras vinieron directamente de Donald Trump. La administración ha advertido que sancionará al país asiático si sigue adelante con la iniciativa

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Foto: ISAAC LAWRENCE / AFP
Foto: ISAAC LAWRENCE / AFP

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, está “disgustado” con China por su plan de imponer una ley de seguridad en Hong Kong y tiene dudas sobre el futuro del territorio como centro financiero global si la iniciativa continúa adelante, dijo el martes la vocera de la Casa Blanca.

Es “difícil ver cómo Hong Kong puede seguir siendo un centro financiero si China toma el control”, expresó la secretaria de Prensa Kayleigh McEnany en una sesión informativa a la prensa. McEnany destacó que la advertencia vino directamente de Trump, quien se declaró insatisfecho" con el proyecto de Beijing.

De hecho, el Asesor de Seguridad Nacional, Robert O’Brien, advirtió el domingo que la Casa Blanca podría imponer sanciones a Beijing China si finalmente acaba imponiendo esa ley.

“Si lo hacen, el secretario de Estado (Mike Pompeo) probablemente no podrá certificar que Hong Kong mantiene un alto grado de autonomía y si eso sucede habrá sanciones que se impondrán a Hong Kong y China”, declaró el funcionario durante una entrevista con la cadena NBC.

FOTO DE ARCHIVO: El asesor
FOTO DE ARCHIVO: El asesor de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Robert O'Brien, llega a la Casa Blanca, en Washington, EEUU, el 28 de enero de 2020. REUTERS/Joshua Roberts

O’Brien recordó que China se comprometió en 1984, en la Declaración Conjunta sino-británica, a respetar la autonomía de Hong Kong hasta 2047, tras la retrocesión británica del territorio en 1997.

Sin embargo, el parlamento chino presentó la semana pasada y tiene la intención de votar un proyecto de ley de “seguridad nacional” destinado al territorio, visto ampliamente como un medio de anular el estatuto de semi-autonomía otorgado a la excolonia británica al negociarse su devolución a China.

En concreto, Pekín quiere promulgar una legislación que prohíba la secesión independentista, la subversión, el terrorismo y la interferencia extranjera en Hong Kong. La medida ha sido vista también como una manera poco velada de reprimir a los opositores al poder central, a raíz de las gigantescas protestas prodemocracia que sacudieron el territorio semiautónomo el año pasado.

Este domingo, Beijing pidió su aplicación “sin demora”. El canciller Wang Yi dijo en una conferencia de prensa que la ley era “imperativa” después de que las protestas en el centro semiautónomo el año pasado “pusieran seriamente en peligro la seguridad nacional de China”.

Se espera que la ley sea aprobada antes de la conclusión de la Asamblea Nacional Popular china (ANP) el próximo jueves. Entre otras cosas, la ley permitiría que las agencias de inteligencia de China continental establezcan bases en el centro financiero global.

La jefa del ejecutivo en el territorio, Carrie Lam, ha prometido que esta ley no atentará contra la independencia parcial de la que disfruta Hong Kong. Pero sus opositores vieron la declaración como un nuevo acto de sumisión a las autoridades centrales, recordando que también brindó su apoyo a la ley de extradición que el año pasado catalizó las multitudinarias protestas en cuestión.

FOTO DE ARCHIVO: La líder
FOTO DE ARCHIVO: La líder de Hong Kong, Carrie Lam, con una mascarilla en la sesión de apertura de la Asamblea Popular Nacional, en el Gran Salón del Pueblo en Pekín, China, el 22 de mayo de 2020. REUTERS/Carlos Garcia Rawlins

Los activistas en Hong Kong advierten que el proyecto de Pekín es represivo y significaría efectivamente el fin del estatus especial de la antigua colonia británica, donde las elecciones, una prensa libre y otras libertades ayudan a convertirla en una capital financiera internacional que rivaliza con Nueva York y Londres.

La ex colonia británica vivió entre junio y diciembre su peor crisis política desde la devolución a China, con manifestaciones prácticamente diarias, a veces violentas. Esa movilización se vio reforzada con el triunfo de los “prodemocracia” en las elecciones municipales de noviembre, pero a principios de año perdió fuerza debido a las miles de detenciones realizadas por la policía y sobre todo a las restricciones impuestas para combatir el coronavirus.

Sin embargo, luego de que la intención de China tomara estado público, miles de manifestantes volvieron a tomar las calles después de meses.

La policía reprimió las demostraciones con dureza y anunció 120 detenciones. Como respuesta, algunos manifestantes lanzaron proyectiles contra las fuerzas del orden, erigieron barricadas improvisadas y utilizaron sombrillas para protegerse de los gases lacrimógenos y los cañones de agua.

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